IV. Tiene que ser el destino.

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Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de la historia. 

(Kohaku)

_._

No pude jugar con Senku ni una sola vez en los días siguientes ya que al parecer siempre estaba ocupado con algo y eso me puso un poco triste, yo en realidad quería que conociera el vecindario. Ocasionalmente fue la señora Ishigami la que me abría la puerta para disculparse conmigo por Senku, parecía realmente apenada aunque yo no sabía con exactitud el por qué. 

Fue mi madre la que me dijo que le tuviera paciencia a Senku y les diera a los Ishigami su propio espacio, después de todo, apenas estaban mudándose y seguramente aún tenían muchas cosas que arreglar en su nuevo hogar. Lo entendí.

O al menos le dije a mamá que lo hice.  

Aunque en ocasiones no resistí la tentación de mirar por la ventana para ver si Senku estaba afuera, pero no lo vi ni una sola vez en el patio o los alrededores. Fue decepcionante. 

Por fortuna algo maravilloso sucedió al inicio de clases de ese segundo año. 

No podía estar equivocada, vi a Senku atravesar la puerta de mi salón de clases esa mañana ¡era él! Reconocería esa peculiar cabellera en punta en cualquier lugar, así como esos lindos ojos carmín tan enigmáticos. Y no lo pude evitar, corrí hacia él para darle un abrazo de bienvenida a la que sería nuestra nueva clase; aunque no pude controlar la fuerza de mi abrazo y ambos terminamos en el suelo.

Pude sentir la mirada de mis compañeros de clase pero no me importó ¡Senku estaba aquí! La felicidad me embargó por completo. Ahora podría jugar con él y pasar tiempo de sobra toda la semana. 

— ¡Senku estamos en la misma clase! —vi que sus ojos estaban totalmente fijos en mí, abiertos con la impresión de una sorpresa. Quizá a él también le dio gusto encontrarnos aquí. 

¿Sería esto algo como el destino? no podría asegurarlo del todo pero así se sintió porque ¿Qué posibilidad había de que Senku y yo termináramos en la misma clase? Siendo que la escuela tenía al menos dos grupos más de segundo grado. Sí, quizá esto fue premeditado por una fuerza exterior de causa mayor que regía todo el universo y entrelazaba los hilos rojos del destino. 

Hasta el día de hoy, quiero pensar que así es. 

— ¡Quítate de encima Leona! —él chilló cuando la bulliciosa risa de nuestros compañeros creció.

No es que estuviera aplastando a Senku con mi peso, pero él prácticamente se encontraba tendido en el suelo. 

—Fui a verte a tu casa toda la semana pasada para invitarte a jugar pero nunca saliste —le medio reproché, aunque en el fondo si me puso triste el no poder pasar tiempo con él en la semana libre que nos quedaba—. Pero ahora estás en mi escuela y podremos jugar todos los días durante el recreo… ¡ja! No te me vas a escapar Senku. ¡Y no me llames Leona! —¿Por qué me llamaba así de todas formas? Yo no era una Leona. 

Esta era la oportunidad perfecta para recuperar el tiempo perdido y poder jugar con él, aprovecharía cada momento para tratar de acercarme a Senku y ser su amiga. Además, como el alumno nuevo que era, quizá necesitaría a alguien que le mostrase la escuela; tal vez apenas he estado un año aquí pero ha sido el tiempo suficiente para conocer mi propio entorno. 

Y mi agudeza visual ha sido de gran ayuda en la tarea. 

De hecho fue este Don el que me brindó una segunda oportunidad cuando noté la mano de Senku muy cerca de la mía, de nueva cuenta esa imperiosa necesidad de tomar su mano para sentir la calidez de su toque y las mariposas en mi estómago se hizo presente. Y lo hice, mi mano buscó la suya y entrelacé nuestros dedos. 

Tú, yo y lo ilógico que esto puede llegar a ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora