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Capítulo 05:
Lágrimas de un beso.


Detente y espera un segundo

cuando me miras así

Querida, ¿qué esperabas?


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Llovía a cántaros afuera. El cielo se caía a pedazos, mientras los nubarrones negros lloraban escandalosamente sobre toda la ciudad. Parpadeando un par de veces, las cuencas de sus ojos pesaron y ardieron al mismo tiempo, haciéndola caer en razón que, algunas lágrimas escurridizas escurrían del costado de sus mejillas afiebradas. Con el corazón atropellado, Miranda despertó desorientada, sintiéndose atrapada en el pasado que la perseguiría para el resto de su vida.

Enfocó su vista con dificultad, a sabiendas que sus lentes de contacto no estaban haciendo un buen trabajo ese día y el que su cerebro estuviese un poco entumecido, no mejoraba la situación. Si quiera podía reconocer dónde exactamente se encontraba, y todo se lo debía al cansancio acumulado que apenas le dejaba pegar un ojo por las noches.

Angustidándose, acomodó su rígido cuerpo en el asiento del auto donde había sido recostada horas atrás. ¿Cómo llegó allí? Ella no podía adivinarlo, pero no tardó entre el desconcierto en reconocer que ya distinguía ese asiento trasero. Al frente, en los asientos principales, su mejor amigo y Na Jaemin conversaban tranquilamente, haciendo caso omiso a su presencia, quizás creyéndose que la chica seguía noqueada por el sueño.

—Hemos estado casi todo un día juntos, ya es momento de sincerarnos, ¿no crees, Jaemin-ssi? —Arrogantemente canturreaba Haechan.

A su lado, Jaemin parecía tenso al volante, intentando ver entre la bruma de la lluvia torrencial que los hacía ir a una velocidad lenta entre el camino. El chico de cabellos claros si quiera reparaba en su amigo, evidentemente angustiado por el mal clima o puede que debido a otra cosa que Miranda no era capaz de descifrar en ese instante.

—¿Puedes dejarme en paz un minuto? —Desde el ángulo que ella tenía, pudo notar cómo la mandíbula filosa de Na Jaemin se apretaba progresivamente—, quiero que lleguemos vivos a casa, debo concentrarme en conducir y tú no paras de interrogarme, Lee Donghyuck. —Se quejaba, oyéndose harto de su amigo.

Hyuck ahogó una risita sin humor, tan exasperante que incluso ella apretó sus puños con descontento:—¿Huirás toda tu vida de Miranda y la idea de que la amas perdidamente? —La chica al ser nombrada paró de respirar, sintiendo que no era correcto escuchar esta pequeña discusión entre los chicos—, ¡Vamos, Na Jaemin! Eres un maldito cobarde —El bufido del chico resonó por todo su cuerpo, haciéndole temblar inconscientemente—. Primero ha sido Wong Lucas, luego Jung Yoonoh... Oh, y ahora el profesor Suh, ¿es que siempre esperas porque algún otro tipo equivocado intente hacerse parte de su vida?

Miranda tenía arcadas nerviosas a ese punto, escuchando atentamente el nombre de cada uno de aquellos hombres. Dos de ellos, personas importantes en su vida que no pensaron dos segundos en abandonarla egoístamente. Y de último, de último se hallaba John Suh, el cual seguía siendo un pobre desconocido que la hacía coquetear con lo peligroso y desconocido.

—Ella no ha decidido que yo sea parte de su vida, Donghyuck-ah. Y yo respeto su decisión. —Inquietantemente calmado, Jaemin contestó.

—Si quiera se lo has propuesto, imbécil. —Conteniendo un gritito, Miranda tuvo que respirar hondo debido a lo sorprendida que se encontraba por todo aquello.

Jamás creyó que lo que sentía Na Jaemin por ella fuese tan real, lo consideraba sólo un capricho adolescente que continuaba con el pasar de los años, pero no nada más allá de eso. Habían tenido un romance un tanto efímero, que iba a venía a conveniencia de ella y su soledad, sin embargo, desde su perspectiva nunca fue nada más profundo debido a la lejanía del chico.

𝐑𝐢𝐜𝐡 𝐆𝐢𝐫𝐥𝐬 𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐂𝐫𝐲 [NCT REVERSE HAREM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora