「 Welcome to New York. ፧ WenRene 」

Para mi novia, con muchísimo amor; Len.

💖💙

Sus ojos se posaron nerviosos en aquellas orbes color avellana que la estaban mirando fijamente, se sonrojó de manera leve y con muy poco disimulo volvió a observar el menú para elegir que cenaría esa noche. La portadora de aquellos ojos color avellana soltó una pequeña risa al ver a la contraria reaccionar de esa manera y, aún sin poder creer que la tenía en frente, parpadeó varias veces para asegurarse que no estaba soñando.

—¿Me estabas mirando?

—Me gustaría pedir una pizza con extra queso.

—No evites mis preguntas, Wendy.

—Y tú no te burles de mi, Irene.

—Cielo, ese es mi trabajo de tiempo completo.

La castaña se atragantó un poco con su propia saliva y su rostro se volvió completamente rojo. La azabache empezó a reír nuevamente ante esa reacción y con suavidad posó una de sus manos sobre su mejilla, percatándose de que Wendy había formado un puchero con sus labios, cosa que por supuesto le pareció extremadamente tierna y adorable.

—No es la primera vez que te llamo cielo, ¿Qué es lo que pasa?

—Es la primera vez que me lo dices en persona... ¡Sabes que soy tímida! Te aprovechas de mí por eso.

—No voy a negar ni afirmar esa acusación.

Wendy le sacó la lengua para burlarse de ella y se alejó un poco de su compañera para fingir que estaba ofendida, Irene le sonrió y la dejó hacer su actuación tranquila mientras llamaba al mozo y pedía su orden. Una vez que lo hizo, volvió a dirigir su mirada a la castaña, la cual seguía un poco sonrojada y con sus labios estirados; pero esta vez estaba mirando un punto fijo de aquel restaurante, sin devolverle la mirada en absoluto.

—¿Wen?

—¿Hm?

—¿Te encuentras bien? ¿Te molesté demasiado?

La mujer hizo aquellas preguntas con un tono de voz tan preocupado que la menor abrió sus característicos y expresivos ojos entre una mezcla de susto y preocupación, agitó sus manos frente a Irene y negó repetidas veces con la cabeza, para tratar de tranquilizarla.

—¡No, no! ¡Para nada! Es divertido cuando me molestas, es solo que... Tengo que acostumbrarme a esto...

—¿A esto?

—A tenerte aquí conmigo... Ya sabes...

Irene asintió entendiendo rápidamente a qué se refería la castaña y esta vez quién se sonrojó fue ella misma, pensando en que se encontraba exactamente en la misma situación pero no lo estaba exteriorizando en un afán de querer mantener la calma y no sonar como la persona más intensa del mundo, le daba vergüenza aún de meses de relación mostrarse así frente a su novia y mucho más en persona.

Son Wendy oriunda de Toronto, Canadá, se encontraba viviendo en Estados Unidos por cuestiones laborales de sus padres desde hacía ya unos años. Irene, nacida en la provincia de Daegu en Corea del Sur había entablado una relación a distancia con ella por medio de las redes sociales. Después de meses de estar en un noviazgo vía internet por fin se les presentó la oportunidad de conocerse en persona, y ninguna de las dos podía creer todavía que estaba frente a la otra.

—Me pasa algo similar.

Se limitó a decir, buscando la mano de Wendy que estaba sobre la mesa para tomarla y entrelazar sus dedos, sonriéndole. Cosa que calmó un poco a una pobre y alterada canadiense que estaba tratando de sacar oxígeno para respirar de quién sabe dónde. Irene era buena disimulando a veces y eso la estaba beneficiando bastante en esa situación pero, lamentablemente, estaba generando una pequeña sensación de inseguridad en la menor que intentó despejar con todas sus fuerzas.