Procurando no tropezar con alguna piedra en el camino, James borracho, coqueteaba con Lily quién murmuraba lo molesta que estaba por el comportamiento infantil de su novio. Sirius se reía, pensando en los mil y un comentarios pesados, que podía hacerle al día siguiente a pesar de que, el mismo, tampoco se encontraba en sus cinco sentidos. Lupin lo llevaba a rastras con dificultad, con el incipiente temor al posible vómito de Sirius, que podía soltar en cualquier instante. Peter los alcanzó cuando cruzaban en la esquina, acababa de pagar toda la borrachera y, por la expresión plasmada en su rostro, parecía que no había salido tan económico como lo planificado.
Lupin no bebía con regularidad y mucho menos, antes o después de una luna llena. Se sentía ansioso, porque faltaban un par de horas para encerrarse y sobrevivir esa noche en soledad. Hace ya tiempo que no la pasaba solo, ya que con sus amigos convertidos en animagos podía comportarse más humano, pero en aquellas condiciones, lo mejor para la seguridad de todos era dejar a James y Sirius; descansar.
—Tranquilo Lunático, nos vamos a moderar —prometió Sirius, ajustándose la corbata frente al espejo, antes de salir—. ¿A que si James? Somos jugadores de Quidditch, ¿¡Tan poca fé nos tienes?! No caeremos tan fácil.
Para sus adentros se reía, porque no cumplió su promesa y sufría los riesgos de la sobreestimación excesiva.
Llegaron a la casa de Peter, lugar donde se estaban quedando durante la víspera de año nuevo. Vivía en una casa mágica, que lucia, para los muggles, como un hogar de un piso, pero en realidad la escalera llegaba hasta la planta número tres.
—Li... Lily —gimoteó James, golpeándose contra la pared más cercana—. Tengamos un hijo ¿sí? —James se aferró a Lily, usando toda su capacidad seductora que podía reunir en ese momento. Le sonrió embobado—. Me gusta Harry, si es un niño... ¿Sabías que ese era el nombre de mi abuelo? ¡Era un viejo muy porfiado¹!
—Pero ¿Qué tonterías estás diciendo, James? Somos aún demasiado jóvenes como para tener hijos —refutó Lily, ayudando a su novio—. Estás muy borracho.
—No, Mira estoy cuerdo... Bibbidi-Bobbidi-Boo —Musitó agitando su varita hacia Lily, inútilmente—. Aah... ¿Por qué no funciona? En la caja muggle, la chica se vuelve una princesa.
Lily quiso decir algo al respecto, pero el insulto de Sirius llegó antes—. Potter, idiota ¿No te enseñé el movimiento? Es más suave... Así, mira —Sirius agitó su varita con sutileza, James lo imitó de mala manera. En ese momento Lupin se preguntaba quién de los dos estaba más borracho— ¡Eres un tonto sin remedio!
Remus, Lily y Peter, lograron llevar a los chicos a la primera habitación con dos camas disponibles. Los pusieron encima y se quedaron dormidos al momento en que sus cabezas tocaron las almohadas. Satisfechos, los tres salieron del cuarto ya cansados.
Lupin bostezó, siendo consciente que le esperaba una noche agotadora.
—Falta una hora para la luna llena, Lupin —avisó Lily—. Lamento no poder ayudarte, en esta transformación.
—No te preocupes, voy a estar bien.
Peter no se atrevía a pasar la luna llena solo (aunque fuese en forma de ratón) con Lupin. Excusándose de estar bastante cansado, se fue a dormir. Lily se quedó un rato conversando sobre la jornada que acababan de vivir los cinco.
—Nada más, tienes que encerrarme en el cuarto de baño, Lily.
—¡Pero no quiero ponerte las cadenas de plata, me parece muy cruel!
—Ya, aunque no hay otra opción. Sin los chicos para que me vigilen, es la única solución cuerda —meditó—. Tranquila, he pasado lunas peores. Una más no será relevante.
—Tengo un mal presentimiento.
Lupin no se atrevió a preguntarle de qué se trataban sus dudas. Por miedo a lo que ella pudiera contestarle. Lily le sirvió una jarra completa de agua helada, mientras ella se bebía un té de yerbas.
Durante la invernal época del año. Las trasformaciones no solo eran mucho más dolorosas (Porque sus huesos se deformaban, como si se rompieran, presintiendo que esa era la sensación de una persona con artritis, solo que multiplicado por mil) Y su lobo hambriento buscaba presas para sentirse mejor. Al menos su pelaje era fuerte, por lo que no sufría las malas pasadas del frío.
Eso no se lo diría a Lily, porque tampoco era necesario. Se preguntaba, en ocasiones si su relación se volvería lo suficiente cercana para dejar de ocultarle cosas como esas.
Sintió el cosquilleo habitual. Faltaba poco, realmente poco.
Subieron las escaleras hasta el último piso. Al baño inhabitado del ático. Lupin tenía una migraña terrible y con, únicamente, oler la plata, se volvió más débil.
—Lo siento...
Con una llave cerró el candado que fijaba las cadenas a sus tobillos y las muñecas. Esa zona le ardía, pero era soportable. Lupin le sonrió dolido y Lily lo abrazó, sin poder quitarle el ojo encima. Luego de escuchar unos doloroso gritos, Lily salió del baño.
Aulló de desesperación al percibir la luna llena. Su lobo interior se materializó en el exterior. Rompió su ropa (Una lástima, porque era su camisa favorita), y se agitó nervioso contra las baldosas del piso. Las cadenas lo mantuvieron firme para que no escapara. Rompió el espejo y los trozos de vidrio cayeron al suelo. Los pisó manchando el suelo con la sangre de los cortes de sus pies y manos.
Tenía hambre.
Su instinto animal lo hizo arañarse a sí mismo. Aullar para que alguien lo encuentre y le pudiera dar alimento. Las cadenas eran firmes, pero algo en su interior sabía que podía hacer algo para cortarlas.
El Lupin humano, ya no existía.
Con un sonido de ruptura. Se deshizo de las molestas amarras, que afirmaban sus tobillos, dando un fuerte golpe contra la barra de la ducha. Las de sus manos no tenían salvación. Ya libre, arrancó la puerta de una fuerte sacudida y la estrelló contra el viejo techo, rompiéndose y dejándole un gran hueco con el que podía apreciar la codiciada luna encima de él.
Aulló para ella.
Olía magia en la casa, dando un paso, salió de la residencia y dejó la ciudad iluminada de luz artificial. Él quería oscuridad y una presa sutil. Sabrosa.
Lupin escapó, en plena luna llena. Hambriento.
『 °*• ღ •*°』
8/46
1) Porfiado: Molesto, obstinado, testarudo.
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Nuestro Precioso Hogar (Merodeadores)
Fiksi Penggemar𝐖𝐨𝐥𝐟𝐬𝐭𝐚𝐫/𝐉𝐢𝐥𝐲 «-𝐸𝑙 𝑟𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑙𝑎 𝑎𝑙𝑡𝑢𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑚𝑖́ 𝐿𝑢𝑛𝑎́𝑡𝑖𝑐𝑜 ¡𝐓𝐞 𝐚𝐮𝐮-𝐦𝐨!» Su historia ya concluyó, sin embargo, aquello no significa que no haya que contarla. Relatos individuales de los mer...