¿Nacimos para...?

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Dante

Todas las personas nacen para morir. Incluido yo.

La mayoría de personas piensa que viene al mundo para hacer algo, para lograr algo. Déjame decirte que solo vienes al mundo para morir. La mayoría de veces ese momento llega solo.

Pero yo soy una persona a la cuál le gusta adelantar ese momento a las personas.

David Harmon, 34 años, está casado y tiene tres hijos. Dos niñas y un niño. Trabaja en una oficina como gerente, gana bastante. Tiene un perro, el cuál es muy lindo por cierto, y un auto normal, de clase media alta.

Son las mierdas que dice el papel de quién tengo que matar. No sé para que tanta información personal, si lo que quieren es ponerme sensible, pues no lo están logrando.

Éste pescado parece fácil, ahora mismo está en un hotel engañando a su esposa y aquí viene la gran interrogante ¿como lo sé?

Su esposa hizo el encargo, todo un encanto.

Me encanta decirles pescados a las víctimas, lo encuentro como algo... divertido entre todo esto.

Dejo caer la bolsa con todas mis armas en el callejón al lado del hotel y tomé de entre tantas cosas, un simple cuchillo, muy filoso. No voy a necesitar más.

Me pongo dos guantes, para hacerlo un poco más interesante y me dirijo a las puertas del hotel, rumbo a su habitación.

Saludo al inútil que está detrás del mostrador amable y falsamente para no levantar sospechas, aunque ni siquiera se dignó a mirarme.

Segundo piso, habitación 4B, esa es la habitación que siempre pide, todos los viernes sin falta. Le dice a su esposa que trabaja hasta tarde, típico.

El pescado comenzó su acto de apareamiento hace aproximadamente tres minutos y juzgando por su apariencia... no creo que vaya a durar más de seis.

Subo los escalones uno por uno, sin ir lento pero sin ir rápido.

Comienzo a silbar para hacerlo un poco más cómico, como la enfermera loca que quería matar a la rubia de "Kill Bill".

Llego finalmente al segundo piso, la habitación esta doblando el pasillo. Paro de silbar y me apoyo sobre la pared frente a la escalera.

El lugar es un completo asco, las paredes están gastadas y les hace falta un nuevo papel tapiz urgente. La decoración parece de 1760, por decir cualquier fecha vieja. Me está saliendo él Asher de adentro.

— Oh Asher...

Sonrío tontamente y al segundo una mujer rubia dobla por la esquina, encontramos al cuerno.

Siempre, y puedo decir siempre, esperan cinco minutos luego de que el cuerno se vaya, como que si nadie va a sospechar.

Me paro en mitad del pasillo y cuento los segundos en mi mente. Calculando todo, me va a tomar 5 segundos llegar a la esquina.

Pasaron cuatro minutos y cincuenta y cinco segundos.

Di comienzo a mí coqueta caminata, me gusta que las cosas salgan especiales.

— Uno... dos... tres... cuatro... cinco.

Levanto el cuchillo y al doblar la esquina le corto la garganta de un solo movimiento.

Sigo caminando como si nada hubiera pasado, no necesito encargarme de las cámaras de seguridad porqué el hotel no tiene.

Abro la ventana que se encuentra al final del corredor y salgo de ese repugnante lugar. Aunque creo que no fue la mejor opción, no apoyé muy bien el pie, terminé cayendo de rodillas y me corté con unos vidrios que estaban ahí, justamente ahí.

Nacidos Para Morir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora