ú n i c o

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Era una fría noche de otoño cuando Han se encontraba tomando café en su sala en compañía de Soonie, Doongie y Dori, el último recuerdo vivo que tenía de Minho. Sonaba extraño, pero él sentía aún la presencia de su difunto esposo, quien no lograba descansar en paz debido a la promesa que hizo cuidar de él por siempre...

El ahora viudo había intentado de todo para romper el vínculo tan fuerte que los unía y dejarlo trascender, pero Minho simplemente no podía dejarlo solo, a pesar de ya no estar físicamente juntos.

Repentinamente, la ventana se abrió, dejando entrar un frío hálito de brisa nocturna; al acercarse para cerrarla, pudo sentir aquello como una caricia en la mejilla, tal como solía hacerlo su amado.

Regresó al sillón con un vuelco en el corazón. Desde la tragedia, decidió permanecer soltero para honrar la memoria de su difunto marido. Apenas regresó a sentarse cuando una falla eléctrica lo dejó a oscuras, y los gatos que lo acompañaban se alejaron corriendo de la sala a la puerta principal.

Todo era demasiado confuso, no había razón para que la electricidad se cortara tan repentinamente. Han caminó hasta el recibidor a tientas, tenía la intención de usar la linterna del teléfono pero se había quedado sin batería.

Al llegar, se llevó la más grata a la vez que extraña sorpresa; pudo ver una sombra reflejada en la pared por la luz que entraba de la ventana, sombra que conocía perfectamente, estaba sentada quitándose los zapatos, siendo rodeada por los gatos que no paraban de ronronear. Era su amado. Estaba de vuelta, pero ¿cómo? Él mismo fue quien acompañó a Minho desde la fallida recuperación en el hospital después del accidente hasta el fin de la ceremonia de su funeral, era imposible que siguiera vivo.

Después de jugar con los gatos por un momento, aquella figura levantó la mirada para encontrarse con la contraria.

—¿Me extrañaste, Hannie?— dijo sonriéndole con dulzura.

Han no sabía qué hacer. Dio unos pasos hacia atrás, pensando en qué decirle.

—Mi-Minho ¿de verdad eres tú?— dijo titubeando, no podía creer lo que veía.

Minho se levantó de donde estaba, se acercó a Jisung para envolverlo en sus brazos y transmitirle todo el amor que seguía corriendo por sus venas a pesar de ya no tener pulso. Saliendo del trance en el que estaba por el contacto, Han solo pudo aferrarse al cuerpo del contrario, aprovechando para pegar su nariz al cuello de su amado; sus ojos se llenaron de lágrimas al reconocer el distintivo aroma de Minho: una mezcla de perfume maderoso y su masculino olor natural que lo volvía loco.

La palabra "loco" hizo eco en su cabeza, por lo que miles de dudas se conglomeraron en ella, haciéndole dar un respingo. El mayor se dió cuenta de aquello, se separó y acunó su rostro gentilmente para darle un suave beso en los labios y en la frente. Se tomó un tiempo para examinar la cara de la persona que más había amado en la vida;  su amor por él seguía siendo tan grande que, aún sin signos vitales, podía sentir su corazón latir con regocijo por el repentino encuentro. Soltó su cara y empezó a caminar hacia la sala.

—¿Podríamos hablar de esto después? He estado mucho tiempo sin ti, no quiero desperdiciar ni un segundo a tu lado— dijo tirando de la mano del castaño, haciéndole sentarse en el loveseat negro.

Jisung no supo cómo pasó, pero dos velas aparecieron prendidas en la mesita frente a ellos, permitiéndole ver mejor a su difunto esposo, se veía igual de guapo y resplandeciente como en aquel fatídico día que salió a comprar snacks y un maldito ebrio, que manejaba a exceso de velocidad por una calle no muy transitada, lo mandó al hospital con lesiones severas que no pudo sobrellevar para seguir juntos.

La velada realmente parecía mágica. Estuvieron hablando por un largo rato, rememorando sus anécdotas juntos; Jisung actualizando a Minho sobre lo que había pasado desde que se fue... ¡hasta comieron algo juntos! Aun no volvía la electricidad, así que cocinar no era una opción. Por suerte, el menor tenía algunos bocadillos dulces en la alacena, cortesía de Felix.

Minho se levantó de su lugar, perturbando el sueño de Soonie, que descansaba plácidamente en su regazo desde hacía un par de horas; tomó la mano de Han, que había logrado tranquilizarse para aprovechar la oportunidad de pasar un rato con el amor de su vida, y lo condujo al patio trasero de la casa. Todo estaba en su lugar, las flores que Minho cuidaba todos los días seguían en perfecto estado, la pequeña fuente que quedó a la mitad de su construcción estaba terminada y las figuritas de cerámica en forma de gatos regordetes estaban en su lugar.

A la luz de la luna llena del 31 de Octubre, Minho invitó a Jisung a bailar; él solo pudo soltar una pequeña risa ¿cómo se supone que bailarían sin música?

El castaño se sobresaltó al escuchar la misma canción que bailaron en su boda: no había podido escuchar Try Again de Jaehyun después de la partida de su compañero de vida. Ésta parecía salir de un artefacto viejo porque no se escuchaba con claridad, pero ya no tenía excusa para no aceptar la propuesta de Minho.

Acomodó sus manos en el cuerpo de su esposo como le había enseñado hace tiempo en el lugar que se conocieron: el estudio de baile donde trabajaba Minho. Bailaron lentamente, los latidos de sus corazones estaban sincronizados y parecían ir al ritmo de la suave melodía, todo era como antes y Jisung no podía estar más feliz.

La música paró repentinamente y Minho maldijo por lo bajo, se acercaba la hora de irse pero no sabía cómo despedirse de su Hannie.

—Cariño, odio arruinar el momento, pero tengo que volver— dijo con angustia, pues no sabía que reacción tendría Han.

Él se acercó a su amado para tomarlo de la cara y darle un profundo beso, que terminó por los ligeros sollozos del menor en los labios del contrario; se alejó un poco y sonrió melancólicamente.

—Sabía que esto era muy bueno para ser verdad...— Minho solo pudo arroparlo con sus brazos nuevamente, también sollozando y se acercó a su oído para decirle cuánto lo amaba.

—Hannie, prometo que vendré contigo cada luna llena, solo espérame ¿sí?— dijo el más alto sin soltar todavía al menor.

—¿De verdad lo harás? puedo esperar el tiempo que sea por ti— Minho sonrió y abrazó más fuerte a Jisung, recordando por qué se había enamorado de él tan perdidamente.

—Así será, es un trato— Se deshizo del abrazo para entrar a la casa y despedirse de sus gatos.

Finalmente, se puso los zapatos y salió por aquella puerta, que dejó ver al menor el crepúsculo matutino mientras su amado se desvanecía en el aire.

Cansado de haber pasado la noche en vela, Jisung fue directo a su cama, donde cayó dormido al instante. Más tarde, despertó sonriente por lo que él creyó que había sido el mejor sueño de su vida; sin embargo, al dirigirse a la cocina para preparar su desayuno, encontró una nota que decía:

"Ansío la llegada de la próxima luna llena para poder estar contigo de nuevo, te amo. –M"

Un escalofrío recorrió su cuerpo, todo lo que pasó anoche fue real. Tendría a su esposo de vuelta cada luna llena como habían acordado, porque Minho le había demostrado que, a pesar de la muerte, nunca rompería sus promesas...

dancing with your ghost - MINSUNG AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora