𝗘𝗟 𝗕𝗔𝗜𝗟𝗘.

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Octubre, 2010.

—Si le decimos que Mikael murió, querrá pruebas —dice Elena, sin estar convencida del plan que tenemos.

—Estaré muerto —Anuncia Mikael mirando a los tres: Damon, Elena y Stefan.

Acomodo las cenizas del roble blanco y la daga en la mesa que está ahí, Elena se me queda viendo, perpleja. Supongo que mi mentira ha llegado a su fin. Elena no hace ninguna pregunta al verme aquí, es claro que está más interesada en el plan.

Elena y Stefan se acercan a nosotros.

—¿Y si quiere verte en persona? —pregunta en un tono de desconfianza.

—Significa que el plan funciona —responde Mikael—. Klaus definitivamente querrá ver mi cuerpo. Él llega aquí y yo lo mato.

Abro el frasco que contiene las cenizas y saco la daga del trapo donde se encontraba.

—¿Con qué? —pregunta Stefan—. Las dagas ya no lo dañan —señala la daga que acabo de sacar.

—No es una daga lo que usaremos —respondo—. Eso deberían tenerlo claro desde hace vario tiempo.

Mikael me interrumpe y sigue su conversación con ellos. A la daga le pongo las cenizas de roble blanco y se la doy a Mikael.

—Un vampiro no puede matar a un original sin morir —dice Mikael, observando a Elena—. Así que lo harás tú —Mikael le entrega la daga a Elena.

—¿Quieres te clavé esto? —vacila Elena.

—Klaus no deja nada al azar —explica Mikael—, en especial con respecto a la confianza.

Elena asiente con un poco de duda.

—Es obvio que necesitaremos de Rebekah —comento—. Solo confiaría en ella.

—Estoy de acuerdo —dice Damon.

—Me encargaré de eso —dice Stefan a Damon.

Stefan ha estado ignorando mi presencia desde que se enteró de que sigo viva, supongo que lo está asimilando.

—No, Audrey y yo nos encargaremos —dice Damon—. Probablemente, este arriba —Me explica Damon.

Elena vuelve a mirarme y luego de acercarse, habla:

—No quiero que pienses que soy grosera...

—No lo pensaré, sé que tienes tus dudas —digo, entendiendo la situación—. Hace como un mes empecé a hablar con tu hermano y ahora estoy aquí, ayudando a un cazador.

—Así que, ¿lo estás ayudando? —pregunta.

—Algo así —le respondo—. Nos conocemos hace mucho tiempo, creo que eso te dará una idea, además, es una conversación de otro momento.

Escuchó que musita un "ok".

—Klaus querrá corroborarlo, estoy muy seguro de que para eso usará la hipnosis que dejó en ti —Lleva su mirada a Stefan—. Eso implica que tendrás que ver cuando Elena me clave la daga.

—Vayamos por Rebekah, Audrey —Me dice Damon.

Los dos vamos al segundo piso de la casa, miro todo el lugar, ya que la ves de la fiesta no vi nada de su casa por estar en otros asuntos.

—Es un sitio muy grande —comento.

—Aquí está —dice Damon y abre la puerta de la habitación.

Rebekah le da una mirada de desprecio a Damon y luego me mira a mí, sin entender por qué estoy aquí.

—¿Qué es lo que quieres, Damon? —Rebekah se acerca a mí—. Espero que no sea tu forma de pedir disculpas por tu comportamiento.

𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑𝐀𝐒 𝐏𝐈𝐀𝐃𝐎𝐒𝐀𝐒 │𝗦𝘁𝗲𝗳𝗮𝗻 𝗦𝗮𝗹𝘃𝗮𝘁𝗼𝗿𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora