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La universidad va a matarte.

No colaboras mucho, conciencia.

Me detuve cuando ví el gran letrero a un lado de la gigante puerta.

Universidad de Nyuder.

Lo aprecié unos segundos antes de entrar. Lo mejor sería llegar a tiempo. No quería tardar en ubicarme.

Era un lugar gigante, era mucho más grande que la universidad del pueblo de dónde venía, y tenía sus propias torres con apartamento.

Di un suspiro, agarré mi maleta de ruedas con fuerza y la arrastré conmigo para entrar a este castillo estudiantil que se posaba frente a mis ojos.

— Hola. — dije acercándome a una recepción que había.

— Hola, buenos días. ¿Puedo ayudarte en algo, cielo? — respondió amablemente la anciana detrás del mostrador.

— Soy nueva. También soy becada, no sé cómo ubicarme. — dije algo apenada. — ¿Podrías ayudarme?

— Muéstrame primero tu carnet.

Lo saqué de mi bolsos y se lo mostré para luego colgarmelo en el cuello.

— Recuerda que debes tener tu carnet en un lugar donde se pueda ver fácilmente, es muy importante.

— Se me olvidó por completo. Lo tendré en cuenta ahora. — sonreí un poco apenada.

La anciana se puso a teclear unas cosas mientras yo repiqueteaba los dedos en el mostrador. Hasta que al fin ella alzó su mirada hacia mí con algo en su mano.

— ¿Entonces eres Jenifer Cruz?

— Si, la misma.

Ella se quedó en silencio un momento y luego asintió.

— Tu habitación es la 230. Feliz día, cielo. — sonrió mientras me entregaba la nota y unas llaves.

— Muy amable. — le devolví la sonrisa.

Agarré mi maleta y empecé a subir. Estaba un poco difícil ya que eran escaleras. Pero menos mal que era en el cuarto piso así que agradecí que no fue en el sexto. Sí, las torres eran de seis pisos.

Llegué al pasillo y fui mirando las puertas y la nota, las puertas y la nota, las puertas y... ya había llegado. En la puerta decía 230.

Escuché unos ruiditos raros pero no supe de qué. Introduje la llave y la giré lentamente, cuando la abrí me llevé una grata sorpresa. Mi compañera de cuarto estaba en pleno acto. ¡Perfecto!

Tú y tu ironía siempre :)

¡Tú cállate!

Al abrir la puerta mi compañera se quitó rápidamente de encima de su novio o lo que fuera y se tapó con las sábanas, giró su cara porque se había puesto roja de vergüenza... o quizás por el deporte que estaba practicando.

Ví sus caras de vergüenza así que decidí tranquilizarlos un poco.

— Solo necesito ubicarme. Pueden seguir. — les aseguré sin importancia.

— Si, esa es tu cama. Bueno, si eres de este cuarto. — señaló ella a su derecha.

— Si no lo fuera no tendría acceso a él. — dije obvia.

No esperé a que respondiera, deje las cosas y salí.

Tenía demasiada hambre y no sabía hacía donde ir. Era nueva y ni idea de dónde quedaba cada lugar dentro del campus.

¡Jodido café!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora