Capítulo 22: Peligros latentes.

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Alina.

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Preslie miro con rencor al hombre que yacía semi-consciente en la camioneta; William y Connell contactaron de inmediato con el detective Levsson. Matthew había ido a lavarse el rostro, siendo acompañado por Grayson y yo...bueno, ya mencione a Preslie.

—No les hizo nada, ¿cierto?

—No.

La rubia abrió la puerta con unos guantes negros cubriendo sus manos y comenzó a revisar al hombre con una expresión seria.

—¿Qué haces?, podrías meterte en...

—Tranquila, nada que no haya hecho antes —respondió con desdén, concentrada en lo que hacia.

Revisó cada bolsillo del hombre, desde la chaqueta hasta el pantalón, bufó y se apartó de nuevo.

—No tiene nada —se quito los guantes—, ni identificación, no hay cartera, llaves o un papel siquiera.

—¿Envían a delincuentes sin nada?, ¿solo armas?

—Es más difícil encontrar a alguien desconocido —guardo los guantes en el bolsillo de su chaqueta—, su nombre hubiese bastado.

Trague saliva, angustiada y asustada. El rostro del hombre comenzó a cobrar consciencia.

—Connell.

Preslie tomó mis hombros obligándome a girarme, vi como le hacia un gesto simple al pelinegro, fruncí mi ceño y camine siendo obligada por William.

—¿Qué van a hacer? —pregunte cuando estuvimos dentro del hotel, salimos del ascensor y mire al rubio—. ¿Llegó el detective?

—No te preocupes por eso —de nuevo, tomó mis hombros para guiarme esta vez al ascensor que llevaba a las habitaciones—, nosotros nos encargamos, ahora necesito que nos ayudes, ¿sí?, ve a tu cuarto; come algo y duerme un rato.

—No soy una reclusa, William —replique con fastidio.

—Lo sé, pero esto es peligroso, no queremos que salgas herida —me miro con ternura. Rodé los ojos—. ¿Lo harás?

—Sí.

Ingresé al ascensor cuando las puertas se abrieron, William me dedico una sonrisa y presiono un botón; las puertas se cerraron dejándome aislada, supongo que él volverá con Preslie y Connell.

Mire mi reflejo en la pared del ascensor, mis dedos tamborileaban sobre mis brazos, delatando mi ansiedad.

Esa actitud de Preslie no es normal.

—Vamos, ¿aquí que es normal? —gruñí.

Baje tan pronto las puertas se abrieron, recorrí el pasillo buscando mi tarjeta de acceso en mi cartera, al encontrarla la escaneé y la puerta se abrió.

Boté la maleta en el sofá, me quite mi chamarra verde dejándola sobre la maleta.

—¿Ahora que?

Mire a mi alrededor, disgustada. Camine de prisa al ventanal, me asomé un poco viendo como un auto rojo ingresaba al estacionamiento del hotel, tenía un sello de legalidad en el cristal trasero por lo que supuse que era el detective.

Me aparte del ventanal, exhalé y volví al sofá para tomar mi celular que estaba en la chamarra.

—¿Alina? —pregunto del otro lado.

—Hola, ¿estás ocupada?

—Pff, salí del trabajo hace media hora, tonta —fui a mi cuarto para acostarme en la cama, mirando al techo—. ¿Qué sucede?, ¿hablaste con Nathan?

¡Hey, 60544!: EMISORA.EN EDICIÓN.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora