II

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El chofer de la familia solía solapar algunos días cuando esta llegaba tarde, siempre decía que había mucho tránsito o cualquier otra excusa para salvar el pellejo de Sabrina pero para la mala suerte de la joven ese día su chofer no había ido a la escuela, era su madre quien la esperaba afuera. Cuando lo vio sintió un escalofrío recorrer su espalda, estaba llegando diez minutos después de su hora de salida.

— ¿Me puedes explicar por qué tardaste?

— Lo siento madre, cuando salí choqué con una omega y tuve que llevarla a enfermería. — Mintió a medias para poder justificarse.

— Ya claro ¿Me crees idiota? Seguro fuiste a hablar con algún amigo o algo peor.

— Madre por favor, sabes que no tengo amigos, digo la verdad, no tendría por qué mentir, no te he fallado ni una sola vez.

La mujer tomó un momento para respirar, calmar los humos y luego mirar a su hija, no aceptó del todo pero no tuvo nada que decir.

¿En qué momento su madre se había vuelto esa clase de monstruo con ella? Pensó Sabrina, antes de que se presentara como alfa ambas eran tan unidos, si tan solo hubiera sido omega su vida hubiera sido mucho mejor.

— Confiaré en ti... por ahora.

Sabrina solo quería salir de ese auto cuanto antes.

Llegaron a su casa poco tiempo después, una gran casa producto del trabajo de su padre en un banco. Sabrina subió hasta su habitación y se encerró para poder estar a solas, olió su camisa y sintió un ligero toque a feromonas, su celo estaba muy cerca, tendría que adelantarlo si no quería accidentes. Pero no solo olió sus propias feromonas, también sintió las de la omega que había tirado al suelo y se asustó, no podía tener ese olor cerca, si alguien lo notaba, eso no parecía un simple choque, parecía que la omega voluntariamente había puesto sus feromonas sobre ella.

La camisa terminó en lo más profundo de la ropa sucia y Sabrina, ella estaba a punto de tomar una pastilla con la que adelantaría su celo. Odiaba esa pastilla, y la odiaba demasiado pero tenía que hacerlo. Se aseguró de poner seguro a la puerta de la habitación, se recostó en su cama y tragó la pastilla, estaba lista para terminar como cada seis meses.

Sabrina odiaba mucho ser alfa.

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Miranda comenzó a analizar algunas maquetas que tenía frente, ella era la juez invitada por ser la única estudiante graduada con honores de esa universidad. Ninguna le parecía especialmente atractiva, quizá solo era que no podía concentrarse.

— ¿Miranda estas bien? —Preguntó Cassandra.

— Lo estoy ¿Qué pasa?

— Nada, es solo que no te has molestado con nadie o dicho algo malo de ninguna maqueta.

— ¿Tan predecible soy?

— Bueno, sueles estar... más molesta.

— No lo sé, hoy me siento mejor.

Cassandra era la única que conocía el pasado de la omega y también era la única única persona que más se preocupaba y podía encargarse de Miranda en esa ciudad, encargarse de su salud mental la cual  había estado en decadencia los últimos años, cada vez la omega lo pasaba peor. Había pasado de acostarse con varios alfas a encerrarse en su casa todo el tiempo y solo salir para entregar los proyectos que le asignaban sin dar ninguna otra señal de vida.

— ¿A caso conociste algún alfa guapo?

— Sabes que no quiero estar con nadie.

— Miranda, tienes que seguir adelante, no puedes lastimarte así.

— No puedes decirme que hacer o como sentirme, no sabes nada.

Cassandra si sabía cosas, también sabía que si seguía molestando así a su amiga terminaría siendo insultada así que paró.

— Está bien, lo entiendo.

Los planes de Miranda se estaban formando en el fondo de su cabeza, ni siquiera estaba segura por qué pero quería volver a la universidad.

Ni siquiera ella entendía que su lobo tenía interés en la "beta" con la que había chocado pues sus instintos estaban volviendo a surgir desde lo más profundo de su corazón donde los tenía encerrados.

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El omega era muy feliz aparentado su relación con Gabriel, amor, dinero y estatus todo era perfecto en la universidad pero cuando estaban a solas las cosas no eran felices.

— En la escuela te lo advertí amablemente pero no quiero volver a verte con esa beta, es una mala influencia, una chica irrelevante y estúpida.

— Te lo dije Gabriel, no es nada, solo una conocida, no es importante, no volveré a hablarle. — Su lobo se sentía mal por ello pero sus instintos eran débiles, los sabía reprimir bien, él no andaría con una perdedora.

— Más te vale. — Dijo con un tono fuerte el alfa. —Siento tratarte así pero es porque te quiero.

— Lo sé. — Dijo Agustín sonriendo.

— Vayamos a comer algo, yo invito.

Para Agustín no era un buen plan, Gabriel era muy celoso y si el omega miraba a alguien más seguro significaría una escena poco agradable pero no podía rechazar una invitación de su novio.

— No tengo mucha hambre. — Dijo intentando no sonar desagradecido o molesto. — Pero podemos hacer otras cosas juntos.

— ¿Qué cosas? — Dijo el alfa intentando calmar sus feromonas pues le molestaba que el omega lo contradijese.

— Pues podemos ir a mi casa, hoy no habrá nadie y pasarlo bien.

Y eso era mucho mejor plan que ir a un tonto restaurante.

Déjame amarte (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora