En su segundo año universitario, Jimin pasa la noche con un chico sin conocer su nombre. Ahora en su último año, se reencuentra con él, pero de una manera muy peculiar.
- Soy tu nuevo roommate.
- Espera... ¿te conozco de algún lado?
- Mhmm... no lo...
No me lo esperaba para nada. Claro que no. Ayer me decía que lo odiaba y que bajo ninguna circunstancia iba a bailar, que no era su estilo y otras tonterías negativas que ya olvidé. Sin embargo; aquí estaba estrechándome la mano esperando que baile con él. ¿Quién diría que ahora es él quien tiene la iniciativa?. Quizás este sea el comienzo de una bonita amistad.
— Yo...
— Toma mi mano antes de que me arrepienta y te deje perder en Just Dance.
— ¿Crees que puedes perder contra mi? —pregunté tomando su mano, recibiendo una leve sonrisa por parte de él.
— Estuve horas practicando, quizás te supere.
— Eso lo veremos, doc.
Y entonces... El baile comenzó e íbamos empate.
Jungkook me miraba de vez en cuando comparando mis movimientos con los de él. ¿Acaso no sabe que la comparación jamás es buena?. Llevo años en esto. He puesto mi sangre, sudor y lágrimas en las últimas versiones de este juego para que alguien que no sabe y odie bailar, me saque del tron...
— ¡Gané!
— QUÉ.
Jungkook sin decir nada apunta hacia el televisor donde estaba el puntaje y me quedé atónito. Tenía el control del video juego en mi mano y sudor corriendo por mi frente, mientras que a mi lado Jeon sonreía victorioso.
— ¿C-Cómo?
— Tutoriales y bailar sin parar hasta aprender. ¿Por qué? ¿No me tenías fe? —preguntó curioso, abriendo una de las bebidas energéticas.
— Claro que no. —respondí honesto sin dejar de mirar el televisor. No puedo creer que me haya vencido—. Es imposible. ¡Hiciste trampa! —espeté apuntando con el dedo índice.
— Admite que perdiste contra mí, Jimin.
— Jamás.
— Bien... ¿Te parece otro más?
— Si. —le dije firme, limpiando el sudor con el antebrazo—. Esta vez... Haremos mi canción.
— Claro, no me preocupa.
Maldito.
Bastardo.
Buen bailarín.
Tramposo.
— Deberías.
— ¿Debería? —Jungkook giró ante mí y arqueó su ceja. Su sonrisa lasciva no la dejaba. Ni un solo segundo. ¿Qué era esa mirada?
— S-Sí. Sí deberías.
— Mhmm... Ver para creer. ¿Comencemos?
— Te patearé el trasero, Jeon. —dije esperando que el juego comenzara, pero pude notar que su mirada seguía hacia mi dirección—. Concéntrate, vas a perder.
— Lo que usted diga.
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