Pov Julieta.
Han pasado meses desde mi rapto, meses en los que estoy intentando sobrevivir en este barco, los días están llenos de preocupación, duda y no puedo evitar tener miedo, siempre debo estar alerta para protegerme de cualquier peligro, como lo son los hombres despiadados que nos secuestraron. Mi aspecto e higiene están descuidadas, como las demás mujeres que están en el barco, he bajado mucho de peso por el poco alimento y agua que se nos da, he visto a unas cuantas morir por ello y sin piedad alguna sus cuerpos han sido arrojados al mar como si no hubiesen sido alguien, escenas demasiado grotescas que solo aumentan mi deseo de que todo acabe pronto.
—Coma más princesa, por favor, está muy débil —ruega Alexandra, sacándome de mis pensamientos.
—No quiero —suspiro mientras miro la sopa con disgusto— come tú, siempre me das de tu comida pero tú también necesitas alimentarte, agradezco tu buena conducta conmigo.
—Es lo menos que puedo hacer, usted me ha protegido durante todo este tiempo —toco su cara con cuidado, ella sonríe ante mi tacto.
—¡Levantasen, ahora! No tengo todo el día —me asusto ante los gritos de uno de mis captores.
Todas nos levantamos, obedeciendo ante el despiadado hombre.
—¡Hemos llegado, salgan todas! —vuelve a gritar con más fuerza.
Nos obligaron a bajar del barco, Alexandra se aferró a mi brazo, el hombre nos ve y se enfurece.
—¿¡Piensan estar aquí todo el día!? —jala bruscamente de mí, sacándome del barco a empujones.
—¡No me toque! —me zafo de su agarre.
—¡Ponte con las demás! —me arrastró a una fila en donde estaban las demás muchachas.
—¿Dónde estamos? —grito.
Sé que para la época la esclavitud era legal y que fui secuestrada para ser una esclava pero temo en donde estoy y a quien puedo ser vendida.
—¡Estamos en el Imperio Otomano, mujer insolente! —dijo encolerizado.
Tiemblo ante su respuesta y reflexiono, ruego a Dios ser comprada al Palacio Topkapi, pues es la mejor opción para ser esclava.
Él despiadado hombre empieza a anunciarnos como su nueva mercancía, en un idioma que no comprendo pero deduje que es turco otomano, los comerciantes y personas que pasan por el mercado de esclavos nos miran con curiosidad y algunos con lujuria. Me parece repugnante el hecho de que algunas jóvenes y niñas se encuentran desnudas para fomentar su venta.
Me encuentro mareada al estar bajo el fuerte sol, siento mi vestido más pesado de lo normal, tengo sed y hambre, las sucias miradas están sobre mí, ofrecen dinero para comprarme mientras me señalan, ahora soy una esclava débil que venden tal como un objeto.
Narrador.
Una mujer usando un hiyab y tapando la mitad de su rostro, de modo que sólo se veían sus oscuros ojos, miraba a las muchachas que estaban siendo vendidas, se interesó en algunas y compró unas cuantas, una en especial llamó su atención, una muchacha de piel pálida, sus labios eran pomposos pero estaban secos y sangraban, sin embargo aún poseían un color rojizo, verdes ojos oscuros adornaban su rostro y una cabellera pelirroja que se asemejaba a las mismas rosas resaltaba en ella, era una belleza extraordinaria, nunca había visto mujer con tales características, sabía que a la Valide Sultan también le agradaría la belleza de la muchacha y ella haría todo para poder ganarse el favor de su señora.
—¿Cuánto cuesta? —la señaló.
—Trescientos aspers, hatun —le dijo el vendedor.
—Es muy costosa —replicó.
—Lo es pero mírela, es muy bella —él sujeto tocó el cabello de Julieta, intentando convencer a la mujer, ella pensó un poco antes de acceder, la muchacha le sería útil, pensó.
Julieta se retorcía de asco ante la acción del hombre, no comprendía la conversación entre los dos pero esperaba que esa fuese una oportunidad de ser comprada al palacio, ella aún mantenía esperanzas.
—Está bien, la llevo junto con las demás —sacó cuatro pequeñas bolsas con monedas de oro y se las dio a el hombre, él asintió satisfecho.
Jalonearon a todas las muchachas compradas para subirlas a un carruaje, ninguna de ellas entendía a donde iban pero compartían el mismo sentimiento de desesperación y miedo, algunas lloraban y otras rezaban, Julieta solo subió al carruaje, no lloró, no gritó ni desobedeció, después de todo, sin importar que hiciese, nada ni nadie la salvaría de su desgracia, o por lo menos, no ahora.
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Amor entre el poder del Imperio.
Tarihi KurguUna mujer, con sueños, metas y ilusiones, la cual fue quitada de todo lo que amaba, su hogar, sus seres queridos y su vida. Por error ella viaja al pasado y consigue una privilegiada identidad. Tiempo después es secuestrada y se convierte en una es...