Capítulo 23: Química y coordinación.

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Alina.

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—Podemos practicar otra cosa —supliqué mientras Matthew sujetaba mi muñeca y me llevaba arrastras directo a un estudio de baile que alquilo solo para nosotros.

Sí, así de engreído y arrogante es Matthew Henderson.

—No, Alina —el salón tenía sus enormes espejos, iguales a los de una academia de baile.

Era enorme con paredes blancas y el suelo de madera era negro. También funcionaba para clases de ballet.

Soltó mi muñeca y camino hacia una bocina, en el proceso se quitó la camiseta que llevaba puesta quedando con una de tirantes blanca, mordí mi labio inferior, apreciando al hombre en el que se había convertido.

Una suave balada inundo el lugar, tuve que sujetar mi cabello en un moño deshecho y sustituír mi vestimenta por un pans gris holgado con un top blanco de tirantes delgados.

Matthew camino a mi dirección.

—Empezaremos con calentamiento, tu cuerpo tiene que acostumbrarse al ejercicio constante.

La palabra "ejercicio" no pertenece a mi vocabulario diario desde que salí de la preparatoria y lo que restaba de mi vida no tenía planeado practicarlo.

Seguí sus calentamientos al pie de la letra, estirando mis piernas y brazos, alineando mi postura varias veces y también tratando de alcanzar la punta de mis pies sin flexionar las rodillas.

—Nuestras coreografías por lo regular van en solitario —explicó mientras cambiaba las canciones desde su celular—, si te das cuenta, le gusta a los fans ver el baile.

Asentí varias veces, dándole la razón; ver a Matthew cantar es asombroso, pero el trabajo de sus bailarines es un plus asombroso. Hay veces en las que solo participa en solitario, otras veces sus bailarines hacen acto de presencia.

Pero ahora tener a Matthew Henderson dándome clases de baile privadas era otro nivel.

Estaba por alejarme y darle espacio pero predijo mi acción, logrando sujetar mi cintura con su brazo derecho; me atrajo contra su cuerpo, uniéndonos.

Sujetó mi mano libre con la suya, afianzó su agarre en mi cintura y coloque mi otra mano sobre su hombro.

Lo mire percatándome de que él ya me miraba.

—Siente la música y déjame guiarte.

—Pero tus bailarines están en solitario.

—Tú no, serás mi compañera de baile —me guiño un ojo—. Quiero que confíes en mi, estás tensa, relájate.

—Nunca he practicado el baile —respondí con nervios—, no soy buena moviendo el cuerpo.

—Yo no diría eso.

Volví a ponerme roja, estaba por replicar pero Matthew comenzó a bailar lentamente, guiando mi cuerpo al ritmo del suyo. Una balada suave resonaba por el salón haciéndome reír de inmediato.

—¿Te gusta?

—Temo que suceda algo —bromeé con una sonrisa amplia.

—No sucederá nada, lo juro.

Matthew y sus juramentos. Si algo aprendí de él estos días es que cumple con cada juramento que sale de su boca. Nunca me ha decepcionado, no es su estilo decepcionar a la gente.

Iguale el ritmo de su cuerpo, bailando de manera impecable la romántica balada que me hacía sentir como una reina dentro de un baile de gala, acompañada nada más y nada menos que del hombre más guapo de todo el reino.

¡Hey, 60544!: EMISORA.EN EDICIÓN.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora