Catorce

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Fue necesario que me tomase un tranquilizante para poder dormir, mis emociones estaban al límite, pensaba en mi abuelo, en mi padre, en Alicia y mi nuevo hermano, eran muchos cambios en mi vida, pero sobre todo ansiaba estar con Leonard y pasar esas dos semanas maravillosas.

A las seis de la mañana, Angust me despertó bruscamente, así que me bañé y me cambié lo más rápido posible. María iba y venía metiendo cosas de última hora en la maleta de mano y Angust me apresuraba a que desayunara algo antes de maquillarme, pero mi estómago solo soportó un vaso con leche, la emoción y los nervios hacían que se me hiciera todo un nudo.

A las siete y media, íbamos rumbo al aeropuerto, donde me esperaba la avioneta privada del abuelo. Angust se despidió de mí efusivamente, deseándome todo el éxito en mi nueva aventura. Él sabía que el amor entre las clases sociales altas era más difícil que en cualquier otra clase. Fui escoltada por la entrada privada del aeropuerto hasta la avioneta, y me sorprendí cuando la escolta que entró conmigo se instaló dentro de ella. Leonard ya estaba acomodado en un asiento con una taza de café humeante en sus manos, y en cuanto me vio se levantó y me besó en ambas mejías. Estaba como siempre; guapo, pero podía sentir su nerviosismo, quizá esto para él era algo nuevo, sus sentimientos y emociones era iguales a las mías; totalmente confusas.

—Disculpe, solo viajaremos los dos —dije al escolta, que se había acomodado perfectamente en los asientos de atrás.

—Lo lamento, señorita Eva, su abuelo me dio órdenes precisas de acompañarla, le prometo que no notará mi presencia, incluso me hospedaré en el hotel. Solo es por precaución.

Observé a Leonard, y este hizo un gesto dando a entender que no tenía importancia para él que un escolta me acompañase.

—De acuerdo, pero recuerde, tiene prohibido sacarnos fotos.

—He firmado el acuerdo de confidencialidad anoche, no se preocupe.

—Tu abuelo es peor que el mío —dijo Leonard con tono de burla.

—¿Está vivo tu abuelo?

—Mi abuelo materno sí, él es muy protector, lo ha sido siempre, mi padre cuenta que, por lo único que dejo que mi madre se casara con él, fue por el título.

—No entiendo como hay personas que se casan por un título, disculpa, no quiero ofender a tu madre.

—¿Un título es poca cosa para ti?

—No, no lo es, pero te quita lo más valioso en la vida; la libertad.

—En eso tienes razón.

La conversación estaba llevando un rumbo incomodo, así que pensé en algo para desviarla.

—Llegaremos pronto, antes de que todos los huéspedes se levanten, de igual forma no tendremos que registrarnos, iremos al chalet privado de mi abuelo, Angust y el abuelo decidieron que era lo mejor en lugar de una suite. Así tendremos más privacidad.

—Estoy de acuerdo en todo lo que hayan decidido, aunque, a decir verdad, me sorprende cómo tratan estos asuntos en tu familia, a mis hermanas jamás se les hubiese permitido algo así.

—¿Y a ti sí?

Leonard se quedó en silencio, sabia decisión, se estaba metiendo en terreno peligroso, pero yo no lo iba dejar salir libremente.

—Me imagino que, por ser mujeres, las han tratado con cierta deferencia, al revés que mi abuelo, que me ha dado toda libertad requerida para una mujer de este siglo.

Eva no mordió la manzanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora