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Karma siempre ha tenido fama de ser sincera

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Karma siempre ha tenido fama de ser sincera. Muy sincera. Quizá demasiado para su propio bien. Por eso, si a Karma Thatcher le preguntaran cómo le gustaría contar su historia, probablemente no perdería el tiempo poniéndote en situación sobre su infancia, su familia o sus gustos. Ella iría al grano. Así pues, siguiendo el ejemplo de Karma, procuremos ir al grano.

El día en el que Bucky conoció a Karma, ésta prácticamente rezaba para que el karma le trajera algo bueno, le daba igual el qué. Con todo lo del Blip, las cosas se habían ido un poco a la mierda. Y, ahora, cinco años después, todo había colapsado de nuevo con la vuelta de la mitad de los seres del planeta. Karma había estado ahí para ver ambas cosas.

Pero poco podía imaginarse que el universo iba a escuchar sus palabras, y su vida iba a dar un giro de 180 grados, empezando ese día.

Y si ese fue el día en el que Bucky conoció a Karma... ¿Cuándo conoció Karma a Bucky? Pues bien, Karma se acordaba muy bien de ese momento.

Debido a que ni ella ni su hermano estaban muy bien económicamente, habían decidido dejar sus viviendas y alquilar un piso conjunto que se ajustaba mejor a sus restricciones económicas. Volver a casa de su madre no era una opción para ninguno. Y cuál fue la sorpresa de la rubia cuando la noche después de instalarse, al salir al descansillo con un bote grande de helado de menta en la mano, se encontró con la espalda del mejor amigo del desaparecido culo de... Capitán —se corrigió mentalmente— América.

Le costó un poco reconocerlo, por su nuevo corte de pelo, aunque admitía que le quedaba bien. Pero, el chico se acababa de quitar los guantes, y estaba intentando encajar la llave en la cerradura con una mano que brillaba demasiado como para ser humana. No había duda.

Divertida, Karma se recostó contra el marco de la puerta, comiendo helado mientras contemplaba la escena frente a ella. Bucky Barnes, con una bolsa de la compra en la mano, las llaves en la otra, y el teléfono sujeto entre el hombro y la oreja, hablaba con quien Karma, por contexto, dedujo que era su terapeuta.

— Sé que es tarde, Doc... No... Sí, me he ajustado a las tres normas... ¿Sabes? Lo de no dejar hablar a tus pacientes no es muy profesional —decía el castaño, abriendo la puerta de su piso.

La ceja de la joven se enarcó, y se obligó a mordisquearse el interior de la mejilla para no echarse a reír.

— Oh, venga, ¿estás haciendo lo del cuaderno? Pero... —se quejaba él.

Karma no pudo escuchar más, porque Bucky entró a su apartamento y cerró tras de sí, dejándola sola en el pasillo. No pudo evitar que una suave risita se deslizara hacia el descansillo.

Más tarde esa noche, mientras su hermano se colgaba de la barra de dominadas que había puesto sobre el umbral de la puerta, Karma le picó con un "¿a que no sabes a quién tenemos de vecino?", y eventualmente se arrepintió de hacerlo, porque Kieran estuvo flipando lo que quedaba de día, y la mitad del siguiente.

DON'T SHOOT ➥  BUCKY BARNES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora