Sangre y Fuego

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Chen cruzó el portal de Era. Su caballo corría a máxima velocidad en dirección al centro de la ciudad. El humo y el fuerte olor a hierro le inundó las fosas nasales.  

Sangre y fuego. 

En los suburbios había silencio y miedo. El caos estaba adentrándose a la ciudad. Tuvo la horrible sensación de haber llegado tarde, sin embargo, se negó a creer que estuviera todo perdido. Ahora no le importaba su honor como guerrero ya que, para ser honestos, nunca creyó tenerlo, pero su pueblo le importaba y estaba dispuesto a aportar así fuera en número para defender a su gente. 

Iba cruzando una de las principales avenidas cuando jaló abruptamente de las riendas de su caballo. El animal relinchó, alzó sus patas y la crin se sacudió en el aire. Chen lo encaminó en dirección al fuego que alcanzó a divisar; fuego que algunos alfa estaban contraatacando con ayuda de sus habilidades. Provenía desde una población que hasta ese día había ostentado las casas más antiguas de la ciudad, viviendas de madera desgastada con balcones grandes y puertas dobles. Arquitectura tétrica en dónde habitaron familias conservadoras  con oscuros secretos. Jongdae se dirigió hacia allá solo para comprobar que la casa donde él se había criado  estaba envuelta en llamas. 

Rodeó el perímetro y los guerreros presentes en la escena lo dejaron acercarse en cuanto lo reconocieron. Una parte de Jongdae comenzó a revivir toda clase de recuerdos (más malos que buenos) vividos en su niñez. No había tenido una buena infancia en esa casa y, por lo que sabía, el trato hacia los niños seguía siendo malo pese a que Augus como solución a los múltiples problemas y rumores que atravesaba el lugar decidió aumentar los fondos para continuar el mantenimiento y contratar a más personal de apoyo. 

Una mujer estaba recibiendo asistencia médica y tenía en sus brazos a un niño desnutrido que hipaba. Por las mejillas sucias del pequeño estaba marcado el recorrido que hicieron sus lágrimas. 

Un alfa le extendía una cantimplora con agua fresca y otros dos estaban curando las quemaduras de niños más grandes. 

Su mirada se posó otra vez en la mujer que sostenía al niño delgaducho y ésta, a su vez, también lo miró. Sus ojos todavía lucían severos y opacos, justo como él los recordaba. Esa expresión no enseñaba una sola pizca de compasión por esos niños o por ella misma. Qué molestia. Todo para ella siempre había sido una molestia. 

—Señora Su —saludó él. 

—Jongdae —saludó ella con desdén. Recordaba al mocoso que tantos problemas le había causado. 

—¡Líder! 

Los alfa lo saludaron, llamándolo líder pese que el superior directo de la rama médica de Alfa era Lay. 

Chen dirigía el gremio de los artistas, pero los guerreros más jóvenes solían llamarlo de esa forma, por respeto. Era un título que creía no merecer, sin embargo, no pudo describir la satisfacción casi insana que sintió al darse cuenta de que él, un simple huérfano a quien esa mujer golpeaba y humillaba, había logrado convertirse en un guerrero de alta categoría en la organización más respetada de la nación y el mundo.

De no haberse cruzado en el camino de Augus, habría estado condenado a trabajar cargando sacos y bloques de concreto con su enorme fuerza. Jamás habría conocido a alguien tan maravilloso como Xiumin, jamás habría descubierto su veta artística, jamás la habría explotado ni mucho menos lo habría enseñado en la academia.

Todavía tenía las cicatrices de los golpes y cortes. Recordaba el olor a paja y a tierra, el frío de aquella bodega donde pasaba sus días, envasando cereales y legumbres para salir a vender. A ese lugar iban a dar los niños que la señora Su despreciaba con todo su ser y, ya que no podía golpearlos hasta la muerte, al menos sacaba un beneficio de ellos y los obligaba a vivir en condiciones insalubres. 

ÁNGEL NEGRO [EXO FANFIC AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora