No hay nada más relajante que un baño para los momentos de estrés, esa era la fórmula mágica que utilizaba para cualquier problema, pero ahora no estaba funcionando, tenía mi música favorita, había hecho que María pusiera velas con olor a canela y agua de rosas y jazmín en la bañera, y, sumergida, cerraba los ojos intentando concentrarme, pero era misión fallida.
Hice una lista mental de los pros y los contras de aceptar ir a Londres, los contras superaron seis veces los pros. Luego hice otra lista mental sobre ir a Nueva York y el resultado fue el mismo.
Otra alternativa sería en seguir mis planes como hasta ahora, ir a Londres y hacer como que Leonard no existía, pero no podía hacer desaparecer a Leonard del mundo ni de mi mente, todo se estaba complicando tanto en mi vida...
—Eva, cómo es posible que seas tan cabezota. —Mi tía había entrado irrumpiendo en mi habitación, como si fuese de ella.
—¿Qué haces aquí? No ves que estoy en medio de un baño.
—En medio de una crisis existencial querrás decir, he dado mi palabra de que eras la joven más dulce y tierna, y que tu comportamiento alocado de puta era un último escape, porque en un mes te dedicarías a estudiar y a abrirte camino en el mundo empresarial.
—¿Has dado tu palabra? ¡Oh, tía! No sabes que dar tu palabra a favor de una puta es muy mala idea —contesté furiosa.
Salí de la bañera y la tomé bruscamente por el brazo.
—Quiero que te largues de mi casa, de mi vida y de tus pretensiones, por si no te das cuenta, yo no soy Lisa, soy Eva y, aunque me equivoque, tomo mis decisiones por mí misma.
Mi tía liberó su brazo bruscamente asustada.
—Eva, ¿cómo puedes hacer esto? Soy tu tía, no puedes tratarme así, pero ya veo que estás mostrando tu verdadera cara.
—Te estoy tratando como mereces, siempre te he tratado con respeto, pero hoy me has llamado puta y déjame decirte, querida tía, que, si yo soy una puta será porque tú me estás vendiendo por títulos y nobleza, y eso te convierte en una vulgar proxeneta.
La tomé del brazo más fuerte que antes, no me importó estar completamente desnuda y chorrear agua por toda la estancia, la saqué fuera de mis habitaciones; dos escoltas de seguridad que usualmente estaban en el vestíbulo habían entrado al escuchar los gritos.
—No quiero que esta intrusa vuelva a esta casa y mucho menos que entre en mi cuarto mientras yo viva en esta casa —les grité. Ambos asintieron bajando la mirada para no mirar mi desnudez.
—Eva te comportas como una...
—Hasta nunca, tía —dije cerrando la puerta en sus narices.
Inaudito, pensé. Estaba segura de que mi abuelo no estaba en casa, pues al escuchar tanto alboroto habría ido a mi cuarto, pero era probable que los escoltas le pasaran informe del incidente.
Entré a mi cuarto dispuesta a llamar a Angust. Necesitaba sus consejos. Me dirigí a la sala de estar de mi habitación y al lado del móvil estaba el libro que mi abuelo me había regalado.
—La llama doble, amor y erotismo —leí en voz alta. Tiene un buen título. Cogí el móvil y el libro.
Mi dirigí otra vez al cuarto de baño y me sumergí en la bañera, esta vez no iba a meditar ni hacer estúpidas listas mentales, leería el libro, probablemente me ayudaría con algunas respuestas.

ESTÁS LEYENDO
Eva no mordió la manzana
RomanceUna propuesta que va entre la ironía la Eva de los pasajes bíblicos y la protagonista con el mismo nombre que pretende vivir sin ataduras y sin pensar dos veces en las consecuencias es lo que marca la nueva historia de Elia Santos: Eva no mordió la...