Tras la destrucción de la Orden Oscura Allen se ve envuelto en una situación que le obliga a dejar todo atrás, a huir de quienes consideraba familia y del lugar que consideraba hogar.
Numerosos eventos y un encuentro cara a cara con el 14° da un gir...
Ya extrañaba estar aquí dando lata *se esconde antes de que le lancen la silla*
Un año? Dos? Sinceramente no he medido bien el tiempo que he estado sin publicar contenido que no sean correcciones y edición de los capítulos existentes. Pero finalmente estoy aquí, sin el bloqueo abismal que me impedía pasar de la mitad del capítulo y con la energía renovada ( al menos hasta que empiece a trabajar de horario completo :') )
Como en el pasado, no puedo garantizar actualizaciones constantes, pero intentare ser lo más constante posible.
¡Sin más que agregar, los dejo con el capítulo!
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Emitiendo un ligero silbido, una puerta brillante surgió súbitamente en el interior de la habitación del piano. Su superficie, antes apacible, pronto se vio perturbada, y entre fluctuaciones constantes la silueta de Nea rápidamente abandonó su interior.
La puerta a sus espaldas, ahora vacía, comenzó a desvanecerse, llevándose consigo los últimos vestigios que aún prevalecían del enfrentamiento anterior. Tras desaparecer, el silencio se apoderó del lugar nuevamente y el aire caótico de la batalla desapareció del lugar, retornando aquel espacio a su paz original.
Sin embargo, aun cuando la calma parecía haber regresado al Arca, la tensión en el cuerpo de ambos permaneció, afianzándose en sus hombros como un recordatorio de lo que había tomado lugar esas últimas horas.
Entornando su mirada, Nea observó el lugar donde había permanecido la puerta, con una emoción indescriptible escrita en sus ojos.
Los sucesos de ese día habían ocurrido de forma tan abrupta, que le fue imposible predecir los incidentes que se desarrollaron a su alrededor antes de que la situación los alcanzará a ambos. Aunque esta vez lograron sobrellevarlos y regresar al Arca a salvo, no había garantía de que su suerte permanecería del lado positivo una segunda vez.
Con los dos bandos siendo conscientes de su retorno, aquel tipo de variables imprevisibles se repetirían y se volverían más difíciles de tratar conforme el clímax de la guerra entre ambos se acercase al punto más alto.
En el que el más mínimo error podría derribarlos de su posición dentro del amplio tablero de ajedrez que representaba la guerra. Y guiarlos a una situación de la que no podrían escapar...
Ante ese pensamiento, la expresión de Nea se endureció, acompañada de una bruma oscura que destello en sus pupilas conforme eventos de su pasado tomaban forma en su mente.
Con varios esfuerzos, aquellos pensamientos fueron arrastrados lejos y Nea recobró la serenidad que habitaba en su rostro. Más la sensación agridulce de los recuerdos no despareció, y solo se quedó ahí, como un vestigio silencioso de las consecuencias que había traído la guerra a su vida.
Allen, quien se encontraba observando en silencio desde el enlace mental, reconoció el cambio en las emociones que el rostro de Nea había logrado ocultar. Aunque quería intervenir y disminuir el peso de los pensamientos que tomaban forma en su mente, sabía que no sería de mucha ayuda en ese momento.
