CAPÍTULO 10. SOMOS UNO.

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Una boda era el pretexto perfecto de la sociedad inglesa para armar una fiesta del tamaño del mundo, y es que la nobleza era demasiado exagerada cuando se trataba de eventos donde se involucra gente con un estatus social lo suficientemente alto como para satisfacer el hambre de poder de los ricos del país. Las expectativas respecto a la celebración de bodas del hijo menor de los Jongcheveevat era increíblemente altas, todos conocían el excelente gusto de Lady Elizabeth y no dudaban que sería algo de qué hablar por más de un mes, sobretodo si solamente se permitieron al final, trescientos invitados, lo que lo hacía aún más exclusivo e imponente, pues solo aquellos con una buena relación con la realeza y los padres de los novios tenían permitido entrar, siendo la única excepción el esposo del coronel Jumpol, quién era el soporte de Gulf en el momento más importante para él chico, su boda.
Dentro de la hacienda se encontraban ambas familias, cada una en un ala distinta de la casa, mientras que Mew se vestía con su tradicional traje de novio con la ayuda de su abuelo y su mejor amigo, Gulf estaba temblando cada cinco minutos poniendo los nervios de punta a Jennyfer quien no quiso salir de la habitación para asegurarse de que Gulf no saliera corriendo del cuarto asustado y todos sus planes se fueran al carajo.

- ¡Quédate quieto maldita sea! - gritó desesperada.

- ¿Dónde está Gun? -

- Él no tiene nada que hacer aquí -

- Te equivocas Jennyfer, Gun tiene más derecho del que tú y mi padre alguna vez pudieron tener, al contrario, la que no debe de estar aquí eres tú, así que con el poco respeto que aún te tengo, te suplico, salgas de está habitación y le digas a Gun que entre -

Jennyfer lo vió con furia, se supone que este era su momento, era la boda de la temporada y ella era la madre orgullosa, suegra perfecta y dama distinguida, y resulta que Gulf prefería al estúpido campesino que durante años fue su criado, era la rebaja más cruel y vergonzosa de su vida, azotando los pies como niña pequeña se plantó en una esquina de la habitación.

- No permitiré que arruines mi día -

- El que se casa soy yo - enfatizó respirando pausadamente - Si no lo haces tú, yo mismo iré a buscar a Gun -

- No es necesario mi pequeño, ya estoy aquí - dijo Gun entrando con una sonrisa, miró de reojo a Jennyfer y sonrió - Gracias por cuidar a mi hijo por mí Lady Traipipattanapong, ahora yo me encargaré de todo, pude ir y buscar a quien fastidiar, creo que hay muchas personas dispuestas a escucharla - dijo y avanzó hasta Gulf besando su frente y dándole un abrazo.

Jennyfer dió un gritó y camino afuera de la habitación, golpeando el piso con sus caros zapatos, dando gritos a cualquiera que se acercara a ella, Gulf soltó una risita y se aferró aún más a Gun, el mayor lo sostuvo con fuerza y miro su rostro recién maquillado con un leve brillo labial y rubor, su niño tenía el rostro de un ángel, y sus ojos eran el reflejo de una criatura hermosa, con un corazón noble y frágil, era tan preciado para él que tenía mucho miedo de que sufriera, pero sabía que él señor Suppasit no era esa clase de hombre, y esperaba de todo corazón que su niño solo experimenté felicidad, solo felicidad.

- Mi amor, estás precioso - dijo sonriendo.

- Gracias por entrar, estoy muy nervioso, siento mi estómago reventar, no pude comer más que fruta en el desayuno y mis piernas tiemblan como gelatina, además mi pelo era un desastre en la mañana, tuve que recurrir a un aceite que la señorita Eye me dió para peinarlo, luego Jennyfer entró queriendo criticar cada cosa que me ponían las sirvientas, y además de que me desperté diez minutos tardé, me duele el cuello porque dormí en una posición incómoda y...Y...Yo...-

- Y tú, te vas a tomar este té que te traje - una señorita entró a la habitación con una taza - Luego te sentaras y yo te ayudaré a vestirte, todo lo que tienes que hacer es sonreír y caminar derecho, lo haz hecho miles de veces, no te preocupes - Gulf tomó la taza con manos temblorosas y bebió sin protestar.

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