Capítulo 69: El final de la batalla.

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Austin cayó de rodillas al suelo por el agotamiento que su cuerpo estaba sufriendo, la pelea se había hecho eterna y sin importar cuánto pelee su oponente seguía de pie, incluso parecía divertirse por la situación. Era obvio que el semidemonio lo estaba enfrentando sin esforzarse realmente, quería humillarlo a tal punto de hacerlo sentir inútil al usar toda su fuerza vampírica y no haber avanzado en nada realmente.

Con poco aire ingresando a sus pulmones y una rabia ferviente en el corazón empezó a pensar que esta batalla no podría ganarla, muy en el fondo sabía que sería casi imposible, aún cuando confiaba mucho en sí mismo estaba conciente de que el enemigo era mucho más poderoso; está situación lo hacía sentir inútil porque aún siendo vampiro no podía dar una pelea justa.
Lo peor no era ser más débil que su enemigo, lo peor era ver cómo sus aliados se involucraron en la pelea para evitar su muerte; Bastián y Katia no pudieron soportar más al ver a su líder ser golpeado brutalmente por el semidemonio así que decidieron interferir y sin embargo no pudieron hacer una gran diferencia, solo lograron apartar a Austin de las garras de aquel engendro antes de que lo asesinara, no obstante al pelear contra él también recibieron un grave ataque y los tres vampiros estaban igual de agotados.

No sabían cuántos más vampiros quedaban libres por la zona, no sabían cuántos habían vuelto a casa y cuántos habían sido asesinados, tampoco sabían si había más de un semidemonio por el bosque, solo podían confiar en que la mayoría habría logrado escapar y solo estaba a la espera de nuevas órdenes.

Austin estaba conciente de que algunos vampiros ya se habrían percatado de los acontecimientos y de que con suerte pasaron la voz y se llevaron a la manada a un lugar seguro hasta que pudieran comunicarse con él, sabía que habrían vampiros que pronto vendrían a buscarlo, así que la pelea no duraría mucho, pero también estaba al tanto de que muchos de sus seguidores realmente no lo querían como líder, no lo respetaban cómo uno al no ser un pariente de su verdadera líder, Victoria, y por lo tanto no querrían arriesgar sus vidas por alguien como él. A diferencia de los lobos su ejército de vampiros estaba muy dividido internamente por bandos y era muy difícil lograr una armonía entre ellos para que pelearan siempre juntos.

–Esto es inútil –Bastián exclamó agotado limpiándose unas gotas de sangre que se deslizaron desde su frente hasta su párpado izquierdo –No importante cuánto hagamos, nos supera en todo, es más fuerte, más veloz...

–Eso no me detendrá –exclamó Austin tronando sus dedos con solo cerrar los puños –Pero ustedes tienen que irse ahora.

La vampiresa asintió de inmediato y sin pensarlo dos veces desapareció entre los árboles pues ella sabía bien que no era oponente para el semidemonio y que en la pelea podría ser un estorbo.

–Bastián, tú también vete.

–¿Estás loco? Si hago eso estarás muerto.

–Es lo que quiere –Austin se volvió hacia Bastián y la noche se sintió helada cuando sus miradas conectaron –Me quiere a mí, mató a esos vampiros porque quería mi atención, lo mejor que puedo hacer es quedarme y pelear.

El pelinegro negó ante las palabras de su líder.

–No voy a dejarte, Aus.

Austin gruñó por lo bajo al mirar de reojo al semidemonio y darse cuenta que éste se cruzaba de brazos con una sonrisa orgullosa, esperando por ellos y sin intención de ir a buscarlos por la suma confiaba que tenía en sí mismo. Daba rabia de solo verlo.

–¿Acaso no lo ves? Ustedes no son más que un estorbo en medio de su juego. Él quiere divertirse peleando conmigo y sé que yo no puedo ganar, pero sí puedo conseguir algo de tiempo para que ustedes se vayan y logren traer a alguien que sí pueda vencerlo –exclamó con un notorio orgullo herido bajando a su vez la mirada –Así que por favor, no discutas y vete.

Aiden.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora