XI| Mi chica.

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ASHELY.

Enfrentar o aceptar una pérdida siempre es difícil, no importa lo tan relevante o no que esa persona haya sido para ti, algo dentro de ti se siente vacío cuando sabes que esa persona ya no está y no puedes hacer nada al respecto.

En mi caso, la muerte de mamá ha sido más fácil de lidiar por Estarling y Santiago.
No quiero decir que la muerte de papá no me afectó, obvio que sí. Pero en ese momento decidí enfrentarlo sola los primeros meses y eso complicó mi proceso de sanación.

Ahora fue diferente, decidí no enfrentar esto sola y puedo asegurar que es la mejor decisión que tome.

Santiago ha estado mucho tiempo en casa, más de lo que me gustaría admitir.
Perla ha venido a echarme el ojo los fines de semana y a veces se ha quedado a dormir.

Me siento muy mimada por ellos.

Hoy se cumple un mes de que mamá falleció y decidí ir a visitar su tumba, y la de papá de paso.
Tengo miedo de hacer esto, ya que siempre me han dado pavor los cementerios. Pero quiero hacerlo, me lo debo a mi y a mis amigos que han estado ahí.

—¿Estás segura que quieres ir sola? —la pregunta de Perla me espabilo, estamos saliendo del trabajo y le conté lo que quería hacer, ahora estamos en el autobús de los empleados ya que estamos saliendo del trabajo por esta semana.

—Si. Siento que me lo debo, debo sanar y esa será una de las formas.

—Vale. —suspiró— Recuerda que si necesitas algo tienes mi número, si?

—Lo sé, gracias bella. —sonreí de lado.

—Para eso estamos, por cierto ya tienes que quedarte, esa es la calle del cementerio. —señaló y le grité al chofer que me dejara cerca.

Cuando el chofer se estacionó me despedí de Perla y salí del autobús.

Al estar frente al cementerio, sentí como los pelos se me erizaban, solo había pisado este lugar dos veces y ninguna fue buena.

Tomé fuerzas y decidí entrar, camine unos minutos hasta llegar donde mis padres estaban enterrados. Al llegar decidí sentarme al frente de las lápidas, las dos estaban muy juntas.

—Hola. —intenté limpiarme la voz— Sé que en este momento donde sean que estén se estarán preguntando porque estoy aquí cuando siempre le he tenido miedo a los cementerios. Lo sé, aún les tengo miedo, mi corazón en este momento está muy acelerado.
Pero, quería agradecerles, sé que tal vez no tuve oportunidad de hacerlo antes, pero me gustaría hacerlo ahora. Esto lo hago por mi, porque quiero sanar, quiero seguir hacia delante sin sentirme tan vacía al saber que ustedes ya no están. —en ese preciso momento sentí un viento recio, por vainas como estas no me gustan los cementerios— Mamá, quiero empezar contigo. Quiero agradecerte por todo, absolutamente todo por lo bueno y lo malo. Sé que nunca tuvimos una buena relación pero aprendí mucho de ti y te amo por eso. —sentí como mi voz se quebraba en ese momento— Papá, gracias por ser la luz de mis ojos, por creer en mí, por ser la estrella que me alumbra, gracias por haber estado ahí, gracias por ser mi héroe. Les agradezco a ambos por haber sido buenos padres en lo poco y en lo mucho, me siento muy agradecida. Quise venir a visitarlos, porque quiero seguir hacia delante y hacer esto es parte del proceso, no se preocupen, estaré bien.
Tengo amigos que me quieren y están ahí para mi, y papá, conocí a un chico que me hace sentir cosas lindas, se que te agradaría de conocerlo.

Toqué las pálidas y sentí unas inmensas ganas de llorar, no las detuve, decidí dejarme llevar.
Sentía que no lloraba por sentirme triste, lloraba para sanar.

Sanar eso que hace años estaba oculto.

—Los quiero mucho a ambos. —dije en un sollozo— No sé cuando vuelva por aquí, pero si lo hago me verán más feliz que ahora. Eso se los puedo asegurar.

Simplemente pasan. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora