CAPÍTULO 4 TAIPÁN NEGRA

197 33 95
                                    

«Sabrán que se han metido con la persona equivocada, que han despertado a la bestia, que han sellado su destino»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Sabrán que se han metido con la persona equivocada, que han despertado a la bestia, que han sellado su destino»

Con cada día que pasaba mi entrenamiento como aprendiz se volvía más riguroso y disciplinado. No había momento en que no estuviera practicando alguna habilidad, ya fuera con armas, combate cuerpo a cuerpo o estrategia. Mi objetivo era claro: demostrarle a mi padre que sería la mejor boyevik de su ejército. Quería hacerlo sentir orgulloso de mí, de mi sangre.

Pronto todo ese esfuerzo comenzó a dar frutos. Los instructores, entre ellos Vlad, elogiaban mi progreso, al igual que comencé a ganar el respeto y admiración de mis compañero, incluso, el canalla de Nikita me miraba con una sonrisa de aprobación. Había logrado transformarme en una guerrera formidable, lista para enfrentar cualquier desafío.

Durante los siguientes tres años, me convertí en una experta en el manejo de armas cortas y de largo alcance. Podía disparar con precisión y rapidez, sin importar la distancia o el movimiento del objetivo. En combate cuerpo a cuerpo, era rápida pero aún me faltaba alcanzar el nivel de Nikita, quien para ese entonces era el mejor luchador del clan.

Anna era la responsable directa de mi educación, bajo la estricta supervisión de Vanya. No solo me instruyó en las normas de etiqueta, también me enseñó cómo vestirme, maquillarme y caminar con elegancia. Además, me transmitió sus conocimientos de algunos idiomas, entre los que destacaban el alemán, mandarín, italiano y francés... Ah sí, y algo de ingles. Solia decir: «mejor poco que nada»

Cierta noche en la que podía dormir, los escuché discutir con vehemencia, aunque nunca más volví a presenciar una escena similar. Tal vez habían optado por concentrarse en mi formación, algo que les agradezco. Sin embargo, debo reconocer que no eran unos maestros fáciles ni benevolentes. Me exigían el máximo rendimiento, me corregían con severidad, sin mencionar que me sometían a constantes pruebas. Pero gracias a ellos, adquirí todas las destrezas y conocimientos necesarios para convertirme en una Boyevik de élite.

—Un verdadero lobo no necesita piel de cordero, ni falsas identidades para engañar... Se basta de su astucia. Sé astuta —dijo Anna, durante uno de mis tantos entrenamientos.

Aquel día practicabamos mi destreza ante un ataque frontal. Pero ella logró derribarme de un puñetazo en el estómago. Me quedé sin aire y caí al suelo.

—Esos son perros, no lobos —añadió mi padre al entrar en la zona de entrenamiento y luego tomar asiento en una de las bancas—. ¡Vamos, de pie! —ordenó sin chistar antes de guiñarme un ojo y encender un cigarrillo.

Recuerdo haber sonreído por dentro al notar su buen humor.

—Un verdadero lobo no se deja arrastrar por el rebaño, ni por el pastor. Esos son ovejas, no lobos —Fué mi respuesta cuando me di cuenta que Anna había bajado la guardia y la derribé sobre las colchonetas.

YASHCHIKAYA PANDORY© [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora