Namjoon: Fortuna y Desgracia

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Yoongi se demoró un largo rato en salir del baño, cuando lo hizo, tenía vendas nuevas y estaba seco, a excepción de su cabello. Se detuvo en el vestidor un segundo, para sacar un bóxer, que fue la única prenda que se puso.

Acto seguido, se sentó a mi lado, agarró mi mano, la llevó a sus labios y dejó varios besitos en mi muñeca. Me sentí feliz, mi soledad se había ido, la calma había llegado junto con la persona que tanto amaba, como si todas mis preocupaciones se hubieran borrado tan solo con su presencia.

Aunque fuera algo momentáneo, quería saborear aquel momento hasta que llegara a ser nada más que un hermoso recuerdo entre la colección de mi memoria.

—¿Tienes hambre? —Sentí la necesidad de romper el agradable silencio. Yoongi negó ante mi pregunta, recostando su cabeza en mi hombro.

—Sólo quiero una cosa en este momento, pero no sé si podré obtenerla, o si podré soportarla siquiera. —Su respuesta me dejó curioso.

—Y ¿qué es? —Rio bajo.

—¿En verdad tengo que decírtelo? Esto —llevó su mano a mi entrepierna, y ahí entendí el motivo por el que su voz sonaba avergonzada— es lo único que quiero. No lo hemos hecho en un rato, ¿sabes? Me pregunto qué se sentirá tenerlo dentro, o probar su sabor…

—Yoongi…, estás herido. —Suspiré, preocupado.

—¿Eh?, ¿te refieres a esto? No son nada más que un par de rasguños, lo juro —se alejó para mirarse los vendajes, echó un vistazo a sus muslos, que también tenían cicatrices, y negó—. No es nada grave, estoy bien. Me metí en un pequeño conflicto el miércoles, pero no fue gran cosa.

—¿Estás seguro que no estás dejando a un lado tu salud sólo por un polvo? —Volvió a negar, y tomó mi rostro entre sus manos.

—¿Un polvo? ¿Acaso el sexo que tenemos es tan insignificante como para llamarlo así? Sólo di que no quieres o no puedes y ya, pero no insultes al mejor compañero sexual que has tenido en toda tu vida por no herir tu orgullo. —Me miraba con una cara muy seria, como si estuviera escarbando en lo profundo de mi alma.

—Lo siento. Ahora que lo mencionas, sí quiero hacerlo, pero me preocupa lastimarte.

—Te perdono. Pero no me vas a lastimar, si algo sucede, te lo diré de inmediato, no te preocupes por eso, contigo me gusta el dolor y lo sabes —susurró en mi oreja con voz seductora, cuando terminó de hablar, mordió levemente el lóbulo de mi oreja para provocarme.

—No me refería exactamente al dolor por esa razón, hablaba de que no quiero empeorar tus heridas, pero está bien, confiaré en ti. —Decidí caer ante sus encantos. Tan pronto como escuchó la última frase, se sentó en mis piernas, llevó mis manos a su torso, pidiéndome que lo tocara, y empezó a besarme lentamente.

—Te amo tanto… Te extrañé mucho, no veía la hora de llegar y hacer esto —habló entre besos, con la respiración acelerada y las mejillas decoradas de un precioso color carmín.

Sus caderas se movían en un tortuoso vaivén, a pesar del placer que me daba la presión, empezaba a necesitar algo más. Fue él quien me quitó la camisa, cansado del contacto con la tela cada vez que tocaba mi abdomen; después, se acostó en la cama y se quitó el bóxer, permitiéndome recorrer su piel con mis labios y lengua, empezando desde sus labios hasta su vientre, subiendo y bajando para ver cómo arqueaba la espalda, suplicando por más.

—Te amo… —le gemí al oído mientras retenía sus manos para evitar que se tocara, disfrutando al ver sus ojos ansiosos.

—Si realmente me amaras me dejarías… Ah… Namjoon… Sólo… hazlo. Por favor… —lloriqueó al ver que lo único que hacía yo era dejar besos y lamer su erección, sin meterlo en mi boca realmente.

—¿Qué quieres que haga? Dímelo, hay muchas cosas que puedo hacer, ¿sabes? —Le sonreí.

—Mételo en tu puta boca, a este punto me voy a terminar corriendo con el más mínimo toque. Fóllame, no sé, haz… —se mordió el labio cuando empecé a chuparlo— mierda… —Y unos segundos fueron suficientes para hacerlo venir.

—¿Satisfecho? —Se rio.

—Ni hablar. Lo bueno apenas comienza. Quítate el pantalón y mételo de una vez.

—A sus órdenes. —Y, desde aquel momento, no se dejaron de escuchar los gemidos del pelinegro, al igual que el sonido del choque de ambos cuerpos.

Aquella semana, ni siquiera rozamos el tema que se suponía que íbamos a tratar el miércoles. Yo me dediqué a descansar en los brazos de Yoongi, disfrutar de su compañía el mayor tiempo posible, y darle todo el amor que había almacenado durante tres días enteros en su ausencia.

Aunque de vez en cuando los niños irrumpían en nuestra burbuja, ya fuera para jugar o pedir algo, nunca me despegaba del de tez blanca, y él tampoco mostraba indicios de querer alejarme.

Todo lo que hicimos esa semana fue darnos amor. No había nada más que cruzara mi mente cuando estaba con él, todo lo que quería era que mi mundo girara en torno a Yoongi, aunque fuera por un rato.

Porque sabía que cuando no lo tenía cerca, iba a centrarme en todas esas responsabilidades que tenía, confiaba en que iba a hacerlo, y gracias a ello podía permitirme una pequeña distracción por las noches. El trabajo seguía pesado para él, debido a eso, era mi deber darle tranquilidad en el tiempo libre que compartía conmigo.

Alrededor de dos semanas habían pasado desde que Jongsuk volvió a molestar a mi hermana antes de que hubiera despertado. Estaba en el trabajo, a las diez de la mañana, en medio de la grabación de una canción cuando me llamaron del hospital para informarme de la situación, lo primero que pensé es que debía ir y me había olvidado de la situación en la que estaba, pero después me di cuenta de que no podía abandonar el trabajo tan fácilmente.

No tenía la intención de pedirle permiso a mi mánager para que me dejara ir, y, aun así, cuando terminó la grabación, me dejó en libertad para ir a ver a mi hermana. Tal vez se compadeció de mi al verme tan ansioso y mirando la hora cada cinco minutos para calcular cuánto faltaba para el almuerzo, con el fin de aprovechar ese lapso de tiempo para ir a ver cómo estaba Soyeon.

Sin pensarlo dos veces me fui al hospital a ver a mi hermana. No sabía qué sentía mientras caminaba por los pasillos del hospital, si era felicidad o temor, porque me aliviaba saber que ahora Soyeon estaba consciente, pero ¿en qué condiciones iba a encontrarla?

Lo único que sabía de su salud era por lo que decían los médicos, pero necesitaba saber cómo estaba en realidad y escucharlo de su propia boca, para finalmente sentirme tranquilo, independiente de su respuesta.

Al llegar a la habitación, salieron una doctora y un enfermero, haciéndome una reverencia cuando llegué. La doctora sólo me dijo que mi hermana estaba bien, como era de costumbre cuando le preguntaba.

Después de quedarme a solas con Soyeon, me dediqué a mirarla, estaba acostada de lado, con una mano debajo de la cabeza; al ser consciente del silencio se sentó, y se quedó mirándome, confundida.

—¿Namjoon? —su voz era apenas un débil susurro.

—Hola. —Sonreí, en un intento por contener las ganas que tenía de abrazarla, preguntarle cómo estaba, y si podría perdonarme por no haber llegado a tiempo.

—Creí que estarías trabajando… ¿Por qué estás tan lejos? —Al ver que ella en verdad me quería cerca, decidí sentarme en la silla que estaba al lado de su cama.

—Me dieron permiso para venir a verte porque estás despierta… ¿Cómo te sientes? —Tragué saliva, con temor a la respuesta, intentando ocultar mi nerviosismo.

—Estoy… bien, supongo. Cansada, sólo quiero irme a casa y ver a mis hijos. ¿Están bien?

—Sí, ellos están bien, también te extrañan. —Se hizo el silencio, en el que me mordí levemente el labio, queriendo, aunque fuera agarrar su mano, pero no sabía cómo reaccionaría, temía que me apartara cuando yo sólo quería darle algo de cariño— ¿Puedo… darte un abrazo? He estado muy preocupado por ti, tenía mucho miedo de que no despertaras…

—Seguro. —Eso fue suficiente para hacerme levantar y abrazarla, como hace mucho quería hacerlo, agradecido de que ella estuviera bien después de todo lo que había sufrido— me sorprendió que no lo hubieras hecho antes.

—Lo siento mucho… —me vi en la obligación de romper el silencio que llenó la habitación, cuando ambos nos quedamos sin palabras para decir.

Aunque no quería hablar del tema, necesitaba pedirle perdón, hacerle saber que la culpa me consumía desde aquel día, eso era lo único que necesitaba para disminuir la culpa que me ahogaba, aunque fuera un poco.

—No es tu culpa. —Me alejó para que yo pudiera ver sus ojos serios.

—Si hubiera llegado antes… —empecé diciendo, pero ella me interrumpió.

—No había nada más que pudieras haber hecho, a pesar de todo, te lo agradezco. —Me quedé en silencio, no quería hacerla pensar que debía hacer algo más por mí, no quería hacerla cargar con la responsabilidad de hacer que la culpa desapareciera— háblame de mis hijos, por favor.

Me sentí agradecido de que sugiriera un tema para liberar la tensión del ambiente, y la puse al día de las cosas cotidianas, con el fin de tener una conversación tranquila para ambos.

Sus ojos brillaban cuando le contaba las pequeñas historias de las cuales los protagonistas eran sus tres hijos; era fácil saber que esos tres pequeños eran el tesoro más preciado de Soyeon, uno que quería proteger a toda costa, y hacer todo lo que esté a su alcance por darles una buena vida.

Tres días después, mi hermana pudo volver a casa. Decidí dejarlo como una sorpresa para los niños, no les dije nada para ver la felicidad que alumbró sus semblantes cuando la puerta se abrió y era su madre quien me acompañaba.

Yo solo era un espectador de aquella conmovedora escena, como si hubiera sido sacada de una película; me ponía feliz con tan solo ver la alegría de los cuatro al estar reunidos otra vez. Mi hermana se demoró alrededor de una semana antes de volver al trabajo, en la que se dedicó a ayudar con labores de la casa y cuidar de sus hijos.

—Creo… que es hora de empezar a buscar un apartamento —me dijo de la nada cuando llegó a mi habitación, mientras estaba a solas mirando la pared—. Ya no quiero seguir molestándote, creo que tengo el dinero suficiente para sostenernos.

—Está bien, no te apresures demasiado, no quiero que parezca que te estoy echando ni nada parecido. —Le sonreí.

—No te preocupes, buscaré un buen lugar.

(…)

Por alrededor de un mes se mantuvieron las cosas del mismo modo, mientras empezaba el verano, era raro ver a Yoongi descansar medio día, y ese tiempo siempre lo utilizaba para estar a mi lado, e incluso darme una visita en el trabajo si tenía la oportunidad.

Sus visitas siempre me mejoraban el ánimo, y las personas a mi alrededor lo notaban, aunque las más ingenuas creían que era normal alegrarse con la visita de un querido amigo, queriendo ignorar que nuestra cercanía iba mucho más de lo que suponía una amistad.

Había quienes notaban las miradas coquetas, la forma en que mis ojos se iluminaban cuando lo veía llegar, y las veces que nos escapábamos al baño para darnos un par de besos.

Debido a eso, recibí una advertencia de mi mánager, aunque sonaba más como un consejo. Un día, me invitó a tomar un café mientras estaba descansando, y sacó el tema con bastante tranquilidad.

—Escucha, Namjoon, sé que no pueden prohibirte que salgas con quien quieras, aún si es un hombre. Pero ten cuidado, por favor, hay muchos ojos y oídos puestos en ti como artista, aún dentro de la empresa, no les des motivos para inventar cosas que puedan perjudicarte. Sé que no quieres exponer tu vida privada, pero necesitas esforzarte un poco más por esconderla de la luz de las cámaras. ¿Está bien?

—Sí, no hay problema. Gracias.

—No hay de qué. —Me sonrió, en un intento de disipar mis preocupaciones.

Desde ese momento me empecé a limitar con Yoongi en público, poniendo mi mayor esfuerzo en dar la imagen de una amistad cercana, y nada más. Era una tarea difícil, pero cuando le expliqué el asunto al pelinegro, asintió sin quejas y aceptó mi propuesta.

Lo habíamos hablado una noche después de la cena mientras nos dábamos un baño en el jacuzzi, él estaba sentado entre mis piernas, mientras yo lo abrazaba y disfrutaba de la tranquilidad de aquel momento.

—Es raro que apenas te lo haya dicho, porque los rumores no dejan de esparcirse, y tú solo les das más motivos para confirmarlos… —se rio.

—Que piensen lo que quieran, no me importa. Aunque ahora tendré que mantener la fachada de que solo somos amigos por mi propio bien, y el tuyo también, por supuesto.

—No me estaba quejando ni nada, es sólo que… resulta divertido ver cómo se esfuerzan tanto por explicar que no te gustan los hombres, cuando lo hemos hecho tantas veces que hasta perdí la cuenta, y parece que nunca te aburres de esto.

—No hay forma de que me canse de tener sexo contigo, no me importa cuántas veces haya acariciado cada centímetro de ti. Mientras más descubro formas de hacerte sentir bien, más me gustas. Te amo.

—Yo también te amo.

Hacía todo lo posible por mejorar, pero aun sentía que no había hecho lo suficiente para deshacer por completo la culpa que me perseguía.

Tal vez era porque no habíamos hablado las cosas como se debía, sino que decidimos seguir adelante y darnos un tiempo para analizar la situación, con el fin de tratarla después con tranquilidad, sin dejarnos afectar por las emociones pasajeras que no pudimos controlar.

Aun así, intenté esforzarme más por lo que podía hacer, en lugar de preocuparme por las cosas que no estaban por completo bajo mi poder.

Él había dicho que lo había dejado de lado y no me interesaba en absoluto por cómo se sentía ni nada relacionado con él. Era cierto, me había obligado a alejarme de él para enfocarme en el trabajo y en Soyeon, pero fui egoísta y no pensé que eso pudiera afectarle, hasta que me di cuenta de que lo empujé a los brazos de otra persona para que me fuera infiel.

Por lo tanto, mi responsabilidad era recuperar aquello que perdí, como el tiempo que había podido pasar con él, el amor que pude haberle entregado, y la felicidad que su amor le daba a mi vida.

Un viernes, Yoongi volvió a irse sin explicación, pero en esa ocasión no me dejó ni siquiera un mensaje de texto, solo desapareció sin dejar huella. A pesar de las llamadas que le hacía y los mensajes que enviaba, no tenía respuesta alguna, no sabía dónde estaba, ni qué hacía, ni mucho menos cuándo iba a volver a mi lado.

Intenté preguntar con disimulo a algunos compañeros suyos que yo conocía, pero nadie me daba algo diferente de ambigüedades e insignificancias.

A la única persona que no le había preguntado era a Kim Taehyung, la persona con la que mi pareja me había sido infiel, y con quien me había distanciado por querer evitar la incomodidad que significaría para ambos soportar la presencia del otro después de lo que pasó.

Me vi en la obligación de invitarlo a cenar; mediante un mensaje de texto intenté explicarle por qué era necesario hacerlo rápido, y aceptó de inmediato. El martes dio lugar a la tortuosa cena que quería evitar a toda costa, el tiempo pasó demasiado rápido, en medio de mi aburrida rutina y la soledad que implicaba la ausencia de Yoongi.

Por motivos de privacidad, había elegido el mismo lugar en el que se suponía que debía encontrarme con el pelinegro la semana en la que íbamos a hablar de nuestros problemas, el día que se vieron frustrados mis esfuerzos por mejorar las cosas.

Fui yo el primero en llegar, quince minutos antes de la hora acordada. Me senté, pedí una entrada, y me quedé mirando el celular, mientras mi pierna izquierda temblaba frenéticamente.

Estaba tan aburrido que me dediqué a leer noticias como forma de entretenimiento. Iba leyendo los títulos, hasta que alguno llamaba mi atención y entraba a leer el artículo completo.

Un par de segundos me tardé en encontrar un título que me llenó de curiosidad, y aumentó mi preocupación y ansiedad: “Investigan desaparición de ejecutivo de famosa empresa, Min Yoongi”.

Mi ritmo cardiaco aumentó drásticamente, mis manos empezaron a sudar, y comencé a sentir el palpitar de cada latido con mucha claridad.

Después de unos minutos en los que no conseguí tranquilizarme al ver más titulares similares, apareció Taehyung, con una expresión seria y fría; el castaño hizo una reverencia y me dedicó una sonrisa forzada para sentarse al frente mío.

—Hola, hyung, cuánto tiempo —su voz intentaba ser amable, pero podía ver lo incómodo que estaba.

—Hola, ¿cómo has estado? —Ni siquiera me molesté en esconder lo molesto que estaba con él, no podía olvidarme de lo que Yoongi me había dicho.

—Oh, muy bien, de hecho. Y ¿tú? —respondió el menor con arrogancia.

—Supongo que bien, dentro de lo que puedo decir —suspiré.

Un mesero interrumpió aquella horrible conversación, lo que me dio un respiro por unos segundos, mientras colocaba la entrada y tomaba la orden completa.

Taehyung intentaba aparentar que estaba tranquilo y confiado, pero podía ver en sus ojos que el aprecio que solía tenerme había desaparecido, reemplazado por el miedo y la incertidumbre.

No sabía si era envidia o rencor lo que él sentía hacia mí, pero yo intentaba divertirme con aquella obra de teatro, en la que ambos nos poníamos una máscara y pretendíamos seguir siendo buenos amigos, a pesar de que esa amistad se había hecho añicos tiempo atrás.

—Entonces…, ¿todo bien en casa? ¿Qué tal los niños y tu hermana? —habló una vez el mesero se fue, con interés genuino y sonrisa divertida.

—Los niños están bien, Soyeon… espero que siga mejorando. —Hice una pausa, dando un trago del licor que había en la mesa— ¿Qué tal el trabajo?

—Lo siento mucho. ¿El trabajo? Es complicado, como siempre, los negocios no son algo fácil si tratas con tipos arrogantes y descarados todo el tiempo. ¿Cómo van las cosas entre Yoongi y tú? He oído que están teniendo problemas… —Y ahí mostró los colmillos. Intenté mantenerme sereno, y asentir ante su comentario, pero no pude contenerme ante la dulce tentación.

—No lo sé, ¿por qué no me lo dices tú? Veo que estás muy al pendiente de lo nuestro y se ve que sabes mucho de qué deberíamos hacer como pareja. ¿Por qué no me iluminas con tu opinión?

—¿De qué estás hablando, Namjoon? No soy de meterme en relaciones ajenas… —Tomó un trago de la copa de vino.

—¿Por qué te molestas en mentir? Ya sé que te acostaste con él en mi cama el domingo de la misma semana que mi hermana fue violada, también sé que le pediste que me dejara para que se fuera contigo. ¿Con qué cara me vienes a decir que no te metes en relaciones ajenas?

—Tal vez si tú no fueras un egoísta de mierda que no puede preocuparse por su pareja en una situación difícil, no me habría sido tan fácil meterme. ¿Para esto me invitaste a cenar? Porque déjame decirte esto, qué terrible idea de cena.

—No me interesas tanto como para salir contigo sólo para una estúpida pelea. ¿Dónde está Yoongi? He visto artículos que dicen que está desaparecido, pero no sé si son verdaderos o no. ¿Sabes algo, ya que te gusta estar tan al pendiente de él?

—Sé que anduviste preguntando a varias personas de la empresa para que te dijeran algo, pero ¿en verdad quieres saberlo?

—¿Cómo que si realmente quiero saberlo? Necesito saberlo, no puedo ignorar el hecho de que no he tenido noticias de él desde la última vez que lo vi, o los artículos que dicen que él está desaparecido. No puedo hacerlo, Taehyung.

—Namjoon, Yoongi está secuestrado, lleva tres días desaparecido.

En aquel momento, mi mundo entero se vino abajo. A pesar de que las cosas habían empezado a mejorar, y yo mismo me empezaba a sentir mejor, ¿por qué me seguían pasando esas desgracias?

Toda la fortaleza que tenía se derrumbó, y ni siquiera pude contener las lágrimas que se empezaron a asomar en mis ojos, al igual que el temblor en mis manos. El mesero trajo la comida rápidamente, y apenas podía llevar los palillos a mi boca para comer algo.

—Quería decírtelo al final, para que al menos pudieras tener una cena tranquila…, lo siento mucho. En realidad, les pedí a todos que no te dijeran nada, esperé a que me contactaras para decírtelo en privado y… —en aquel momento, Taehyung no fingía, se deshizo de su máscara, dejándome ver la angustia y la tristeza que lo invadían.

—Evitar que esto pasara frente a alguien más —asintió ante mi respuesta—. ¿Tres días?, ¿por qué…?

—Los secuestradores quieren cantidades exorbitantes de dinero, al saber el nivel que Yoongi posee en la empresa y el valor de la misma, se dieron el lujo de pedir todo lo que querían. Por el momento, estamos colaborando con la policía para solucionar el asunto, pero es complicado. Han enviado… vídeos de lo que le hacen. Los dos primeros días fueron tortura básica como golpes, dejarlo sin comer por largos períodos de tiempo y exponerlo al frío, pero al ver que todavía no recibían lo que querían, empezaron con algo peor.

—¿Qué es? Dímelo, Taehyung. —Su expresión se oscureció, suspiró y se tomó una larga pausa que me agotaba la paciencia.

—Además de los golpes con puños, palos de madera y metal, empezaron con la violencia sexual. Son atrocidades que ni quiero entrar en detalle, es como lo que le hicieron a tu hermana, pero multiplicado muchísimas veces sin descanso, por varias personas con látigos que lo lastiman por cualquier cosa, en resumen.

Me dejó varios segundos en espera a que continuara, con la mirada baja y mordiéndose el labio inferior.

—Temo que… si no hacemos algo, las cosas irán empeorando. Pero es difícil llegar a un acuerdo con esos tipos, es como si tuvieran un juguete nuevo del que no quieren deshacerse. —Me quedé en silencio, llorando— sé que no soy el mejor para ofrecerte esto, pero, aun así, ¿quieres un abrazo?

—No lo sé. Solo quiero que esta pesadilla se acabe.

—Está bien, al menos no es un no. —Se levantó de su silla, dio el último bocado de su comida antes de sentarse a mi lado y abrazarme.

No quería mostrarme vulnerable frente a él, ni mucho menos que me estuviera consolando, y, aun así, me aferré a él y dejé escapar los sollozos que tanto me había esforzado por callar.

Don't Leave Me: KNJ x MYG ✍️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora