TRES

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   El muchacho se puso a reír.

—Me está hueviando.

—No, no es una broma —respondió Altair—. He leído todo tu expediente y quiero intentar algo nuevo.

—No voy a ser su conejillo de indias, Doc.

En el acto, una lona oscura volvió a cubrir su cabeza y todo lo que pudo ver se fue a negro. Los tipos de antes o, posiblemente, sujetos distintos le tomaron y le llevaron a otra parte. Luke escuchó abrirse una puerta pesada. Le quitaron las amarras plásticas de las manos y le sacaron la lona de la cabeza, todo en cuestión de milésimas de segundo. Lo único que logró escuchar tras ver nuevamente fue el cerrar abrupto de la puerta tras de sí. Luke se encontró a si mismo encerrado en un cuarto con paredes y piso recubierto de almohadillas blanca. No había cama, no había muebles, no había nada. Sólo la luz embutida en el techo alto y una cámara con una pequeña luz roja que parpadeaba en una esquina. 

LA PUERTA ROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora