Un beso de puntillas.
Cuando Lan Huan llega a casa, se le escapa un suspiro de puro agotamiento. Le encantan los niños, de verdad que sí, pero algunos días —en especial cuando no solo tiene toda la mañana de clases, si no también cuatro horas por la tarde de actividades extraescolares— cree que acabarán con él. Cuando llega a casa, todo lo que quiere es hacerse un té, coger el libro que se está leyendo y tumbarse en el sofá, a ser posible acurrucado al lado o cerca de uno de sus novios. O, si el novio disponible en cuestión es Nie MingJue, usándolo de almohada, directamente. Le encanta usar a Nie MingJue de almohada, le ha gustado incluso antes de empezar a salir con él.
Por desgracia (o por suerte, en realidad es difícil de decir) cuando llega a casa Nie MingJue no está disponible. En el piso sí, pero... bueno, se le ve ocupado. Se le escucha ocupado, mejor dicho. A él, a Jiang Cheng y al rumor de la ducha. Algunos tienen suerte.
Al oír la puerta, Meng Yao alza la mirada de su ebook —porque prefiere leer en digital y ahorrar; Lan Huan lo entiende pero nunca será capaz, necesita sentir el papel— y le sonríe con complicidad. Aunque agotado, al maestro de música le sale natural lo de responder con otra sonrisa similar.
-Parece que se lo están pasando bien -comenta sin malicia alguna-. Qué envidia.
-Da-ge llegó cachondo del trabajo. No-sé-qué de haber pasado por delante de una sex shop o algo así -explica Meng Yao mientras bloquea la pantalla de su ebook y se pone en pie, descalzo contra el parqué-. Nos propuso un trío, pero han vuelto a tener un accidente con los de Química en el laboratorio y A-Cheng venía hecho un asco, así que han hecho de la necesidad virtud.
-¿Y no te apetecía unirte? -cuestiona Lan Huan mientras se van acercando el uno al otro como dos cuerpos celestes en órbita.
-Todavía no. Cuando salgan, si tienen ganas de más, quizá. ¿Qué tal en el trabajo, Er-ge?
El renovado suspiro de Lan Huan lo dice todo. A Meng Yao se le escapa una sonrisilla traviesa. Cuando por fin llegan a estar el uno al alcance del otro, toma ese rostro de jade entre sus manos y se pone de puntillas para besarle en los labios. Lan Huan inclina un poco la cabeza hacia él, pero deja que se estire. No es una diferencia tan dramática como con Nie MingJue, de todas formas, pero sigue estando ahí. Y, cuando se separan después de ese dulce intercambio, ese saludo sin palabras, ambos sonríen. Uno de los brazos del profesor ahora se cuela alrededor de su torso.
-Agotador. Un niño se me ha subido a la cabeza mientras intentaba enseñarle a otro como se toca el triángulo. El triángulo, A-Yao.
-¿Has estado con los de tres añitos?
-Los de cuatro, y son casi peores.
-Entiendo -dice Meng Yao, y luego su voz desciende hasta convertirse en un susurro que roza lo seductor-. Y... ¿cómo podría ayudarte a relajarte, Er-ge?
Un escalofrío le recorre la espalda en cuanto le escucha pronunciar justo así justo esas palabras. Meng Yao continúa acariciando su rostro y no puede hacer más que suspirar, porque siente que se queda sin fuerzas y que, al mismo tiempo, hay una parte de él que cuenta con energías renovadas y quiere —necesita— tomar las riendas. Su novio pasea los dedos por la curva de su mandíbula y vuelve a elevarse sobre las puntas de sus pies para dejar un beso en su barbilla. Es justo en ese momento cuando escuchan a Jiang Cheng gemir especialmente alto desde la ducha. Deben de estar pasándoselo bien.
Meng Yao se separa de él y lo mira con esos ojos que tiene, tan grandes y tan suaves. Lan Huan es incapaz de no sonreír ante la mera visión.
-He de admitir -comienza casi con cautela-, que me están dando un poco de envidia, A-Yao...
-¿Sí?
-Sí -asiente, atrayendo a su novio contra su cuerpo e inclinándose para besarle una vez más-. Quizá podríamos tomárnoslo con un poco más de calma, pero...
-Sí, creo que veo por dónde vas, Er-ge. ¿Puerta abierta o cerrada?
-Abierta. Que se nos unan si quieren luego.
-Maravilloso.
Una vez más, su novio se pone de puntillas mientras le agarra el rostro para besarle. Lan Huan permite ese beso, encantado con el prometedor roce de los labios ajenos sobre los suyos, con el calor de su aliento al golpear su boca antes de besarle y con el tacto de su cuerpo escasamente vestido. Tan solo lleva una camiseta ancha y unos pantalones cortos, imita el estilo de andar por casa de Jiang Cheng. Al que, por cierto, vuelven a oír gemir con ganas por encima del ruido de la ducha. Lan Huan sonríe y se inclina un poco. Se inclina demasiado y su novio comienza a sospechar. Y, de pronto, cuela uno de sus brazos bajo las rodillas ajenas y lo alza.
Cuando toma a Meng Yao en volandas y le escucha reír contra su cuello, sincero y feliz, su agotamiento se desvanece y su vida vuelve a tener sentido.
ESTÁS LEYENDO
77 kisses [Mo Dao Zu Shi Fanfic]
FanficUna pequeña lista de besos que compartir a cuatro. Porque la vida para Jiang Cheng es más entretenida teniendo a tres novios a sus pies. -Capítulos cortos -Los capítulos no siguen un orden cronológico -AU moderno -Actualización los jueves -Versión a...