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Oliver

— ¿Así que no te gusta mi bebé Michael Jackson? —exclama Aylia hacia Angie. Ella empezó un show con la música de su artista favorito, y canta Smoth Criminal a todo volumen. Ahora entiendo por qué dicen que es fan: tiene el distinguido  sombrero y un saco característico de la canción.

— Aylia, por el amor a Dios, bájate de la mesa —pide Angie—, la romperas, es de vidrio...

¿Annie are you okay? ¿Are you, Annie? —canta.

Angie se lleva la palma de la mano a la cabeza en señal de rendición, pero estoy anonadado por como todo en ella es perfecto: el sombrero negro sobre su cabellera castaña, el saco blanco con  la franja negra en el brazo derecho y sus movimientos. Hasta gesticula con el rostro cómo el mismo Michael Jackson.

Hace el número de baile de la canción y termina tirando el sombrero hacia el público —o bueno, solo nosotros dos— y hace una reverencia de agradecimiento.

— Ya terminó, gracias al cielo —empieza la rubia, viendo que Aylia se baja de la mesa, pero suena otra y da unos saltos de emoción, y se vuelve a subir a su escenario improvisado.

— ¡Dirty Diana! —chilla de emoción.

— Oh no. —Rueda los ojos Angie—. Y aquí va de nuev...

Ella se ve interrumpida por un hoyo negro que aparece en el centro de la sala. ¿Qué demonios?

— ¡Es el portal! —exclama Aylia.

Por la nube negra que levita por el aire, sale una pierna y un torso, para después aparecer una figura masculina con cabello rubio.

— ¿Se puede saber por qué no estás convertida? —inquiere Phil, y la mira de abajo a arriba con el ceño fruncido—. ¿Y por qué diablos estás subida arriba de la mesa?

Aylia se baja de un salto y va hacia el mechón de pelo de Jorge Gallach.

— Hacía un show como imitadora de Michael Jackson. Estaba en mi gira, y Angie y Oliver eran mi público. —Sonríe como angelito.

Phil la mira con una mueca de extrañeza, con las cejas alzadas.

— ¿Acaso te olvidaste que tenías que matar a un clan que te sigue hacia siglos por un show ante dos tontos?

— ¡Oye! ¡No soy tonta! —recrimina Angie.

Phil rueda los ojos y vuelve a Aylia quien se quita el sombrero y el saco y toma el mechón de cabello negro.

— Hagan silencio —dice ella.

— Ya estamos en silencio... —objeta Angie, y se gana una fría mirada de Aylia.

Los tres la miramos, expectantes ante su poder. Sólo espero que no le suceda nada malo.

La castaña de camiseta corta toma aire y cierra sus ojos. Aún no sé cómo es que hace eso... Es demasiado extraño.

Por varios segundos, parece que nada sucede, pero ella suelta un jadeo y empieza a crecer de estatura, siendo que ella ya es alta. Los brazos se le ensanchan y su tórax se expande, haciendo así que, la ropa que llevaba, se estire casi al punto de romperla.

Yo no sólo veo su manera de cambiar, sino que también observo su rostro y como aprieta su boca para no gritar de dolor, cerrando los ojos con fuerza, intentando con eso aliviarlo.

Su cabello se acorta hasta la altura de las orejas y también se dibuja un tatuaje de rosas y espinas sobre su brazo derecho. Y al ella darse la vuelta, podamos contemplar al mismísimo hijo de perra.

El reino olvidado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora