Capítulo XXXV

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—No me quiero levantar— Dijo Step mientras bostezaba.

—Mami, se nos hará tarde— Nathan estaba preocupado por la hora.

—¿Te sientes mejor, amor? —Alex entró a la habitación con una bandeja en la cual iba un vaso con agua y medicamentos, ella negó con la cabeza y luego se cubrió con las sabanas.

—Mami ¿Estás bien?

—Hoy me siento un poco mal, cariño, pero ya me pondré mejor.

—¿Qué tiene papi?

—Anoche tuvo un poco de fiebre, probablemente está resfriada, hoy la dejaremos descansar para que se recupere más rápido, yo te llevaré a la escuela y te traeré cuando quieras, cualquier cosa me avisas ¿Vale?

—¿Y no me puedo quedar para cuidar a mamá?

—Es mejor que mamá se quede sola, para que puedan cuidarla y no solo pendiente de ti, porque eres nuestra prioridad, así que mamá estará muy preocupada... ¿Sabes qué? Mejor vamos juntos a la oficina y te quedas conmigo, y nos venimos temprano para que podamos cuidarla.

—Sí, eso suena mejor.

Alex vistió a Nathan para salir juntos, no quería que el pequeño se preocupara de más e interrumpiera su descanso, la fiebre había bajado y ahora solo estaba somnolienta, además las mañanas no eran lo suyo.

La noche anterior Alex le había preguntado a su ex niñera si llamaba un médico, pero ella se negó, después de todo no era grave, y no se sentía nada cómoda con ninguno de ellos, aunque Natalia era su amiga no la veía como parte del personal médico, e ir al hospital era un tema que ni siquiera estaba en discusión.

La cocinera iba de vez en cuando para ver como seguía Step, y ya que ambas en ocasiones solo estaba durmiendo decidió no molestarla más, además se sentía incomoda de irrumpir en la habitación de su jefe.

Cerca de las diez de la mañana la fiebre subió, así que entró en modo avión, después de todo estar medio dormida no era la única manera, así que se fue a duchar y a vestir para salir a trabajar.

Pasó desapercibida de los trabajadores de la casa, y más como se había vestido, unos leggins negros, un saco rosa y dos tenis de diferente color, por instinto llevo su bolsa, su celular y su billetera. La ducha había mermado un poco la fiebre, pero por el aire fuera de la casa, había empezado a subir considerablemente.

Tomo un taxi y después de dar una dirección , se quedó profundamente dormida, el conductor del vehículo no sabía lo que estaba sucediendo lo que empezó a incomodarle, así que antes de meterse en problema le mintió diciéndole que ya habían llegado al lugar y luego abandonándola a su suerte, el calor de la mañana y el exceso de exposición solar, aumentaba el problema que antes no era tan grave.

Camino más, gracias a la memoria del cuerpo, su instinto quedó a cargo y la llevo lejos del lugar, a uno con el que sentía familiarizada... Su casa.

Un aparato empezó a sonar, dando alerta a su dueño, que se encontraba en el asiento del copiloto.

—¿Qué diablos es eso? ¡Apágalo!— El ruido era estridente así que el acompañante tuvo que gritar para intentar ser escuchado.

—Ya— Dijo cuando pudo apagarlo —Mierda, puse sensores a unos metros de la casa para que no pudiera entrar a la casa, no me puedo descuidar ahora, el problema es un maldito gato que se pasea y dispara la estúpida alarma... Aunque es la primera vez que suena así de fuerte.

—Quizás el gato entró a la infraestructura... Tengo entendido que ese tipo de alarmas hacen eso, mira el vídeo para confirmar— El hombre obedeció, mientras bajaba los binoculares con los que antes estaba observando cierto edificio.

Una madre para Nathan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora