Día 1

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Nota:

Los días van a ser una combinación entre la lista normal y la lista NSFW

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Día 1: Honor|Sex Toys|Bondage
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La situación había empeorado repentinamente.
 
Días antes, alertado por un reporte referido a actividad extraña cerca del Castillo de Piedra correspondiente a sus ancestros, Nie Mingjue vio adecuado enviar un grupo de discípulos liderados por Nie Zonghui; era una tarea sencilla, supuso, simplemente había que revisar no hubiesen grietas y ni una gota de sangre caería sin necesidad.
No fue tan simple.
Tras dos días de silencio, la mano derecha del Líder Nie había regresado con un nuevo informe en mano, una buena docena de hombres heridos, y un par de bajas que serían veladas a su debido tiempo.
 
“Líder Nie.” Zonghui se había presentado en ese entonces, hincándose frente a Nie Mingjue con un pergamino en mano, extendiéndolo a su superior “El Castillo de Piedra no pudo ser asegurado correctamente, este teme informar que hubo problemas en el camino.”
 
Nie Mingjue tomó el pergamino entre manos, abriéndolo en busca de un mapa o un informe, deteniéndose tan pronto una variedad de retratos se desplegó ante sus ojos.
Ante aquello, Nie Zonghui continuó.
 
“Este puede asegurar que fue testigo de un espíritu rondando las cercanías de los Castillos, otros discípulos dicen haber visto al espíritu también, por lo que este investigó en las cercanías de la Cresta Xinglu en busca de alguna pista sobre ello o información del primer llamado.” Nie Zonghui entonces se puso de pie, apuntando al pergamino que sostenía el Líder.
“Muchas personas alegaron la presencia reciente de un Huli Jing en los alrededores, dicen que embrujó al hijo de un doctor y fue el causante de la separación entre un Señor Local y sus seis esposas.”
 
Los retratos variaban, posiblemente por los distintos puntos de vista, puede que también por cómo las descripciones podían ser terriblemente fugaces o lejanas a cualquier pista extra que formase un rostro exacto; por otro lado, si realmente se trataba de un Huli Jing, no era una sorpresa el que la gente no fuese capaz de describirle de una sola manera.
Los espíritu zorro eran conocidos por ser cambia formas profesionales, hechos al gusto de su víctima y deshaciéndose en un nuevo aspecto según lo pintase la ocasión, completamente habituados a la sensación de nunca tener el mismo rostro por más de un par de noches; sin embargo, por los tantos bocetos esparcidos en el papel, este espíritu en particular parecía ser... Constante.
 
Si bien los dibujos no eran copias iguales, ciertas características permanecían, algunos aspectos cambiaban solo bajo la presión desigual del pincel y el nuevo ángulo que se había deseado dar al retrato; el cabello desordenado y oscuro era algo imperturbable entre los bocetos, trenzado con descuido sobre la nuca y cayendo en castadas desastrosas hasta los hombros, atado en una tela blanca, ésta sobresaliendo hacia los lados cual moño.
Tenía aspecto joven, poco... Distinguible, por así decirlo, en cuanto a género. Nie Mingjue entrecerró los ojos frente a las pinturas y simplemente cerró el pergamino de nuevo, negándose a desperdiciar otro segundo en admirar arte cuando un espíritu tan peligroso rondaba por los Salones Ancestrales de su familia.
Joven o anciano, hombre o mujer, un Huli Jing es una amenaza sin importar las condiciones o la apariencia y, por ello-
 
“Preparen otro grupo, partimos al amanecer.” Nie Mingjue no dejaría aquel asunto en las manos del destino.
 
Y, de este modo, fue que llegaron a donde estaban.
Fueron aquellos rumores los que llevaron a la Secta Nie a investigar los Salones de Ofrendas al Sable, lo que pronto les guió al supuesto demonio Zorro que habitaba sus rincones con excesiva malicia; irónicamente, también fueron los propios Castillos de Piedra y su excedente resentimiento los que evitaron que la misión se llevase a cabo por completo y, al final, los que dejaron solo a Nie Mingjue en el proceso.
 
Volviendo a la observación inicial, la situación había empeorado muy repentinamente.
 
El Líder del Clan Nie sujetó con firmeza el sable entre sus manos, atento a los movimientos a su alrededor, principalmente al par de ataúdes sellados que descansaban en el centro de aquella estructura en particular.
El Castillo de Piedra afectado por las “anomalías” había sido el del antiguo Líder Nie, el padre de Nie Mingjue, por lo que aquel asunto había calado particularmente profundo en los huesos del joven líder, sobretodo considerando la forma en que su antecesor había partido, tan repentina e innecesariamente gráfica, justo frente a los ojos de su único hijo, víctima de la siempre presente Desviación de Qi final.
 
Su padre, Nie Mingjue siempre pensó, había sido un hombre violento de morales firmes, un hombre justo cuya fuerza era inmensurable y, aun así, cuyo corazón guardaba tenues matices de bondad hacia su esposa e hijo.
Teniendo en cuenta todo aquello, es claro que el Salón preparado para su padre sería uno de los más gruesos y firmes, protegido de todo posible hurto o daño, siempre pensando en aquellos que aun respiran más que en aquel cuya vida ya se había apagado.
 
Ahora mismo, todo resultaba extrañamente desconocido a los ojos de Nie Mingjue; durante la construcción del Castillo, el sable de su padre había sido una pesadilla en carne de conservar. Pero, en ese instante, no había nada que indicase su antigua e insaciable hambre por justicia y sangre.
El sable descansaba incómodamente tranquilo en el fondo de su ataúd, no había energía resentida peleando contra el mismo, tampoco cadáveres feroces que pudiesen intentar comerse al Líder vivo o, si eran lo suficientemente hábiles, tratando de escapar al exterior en busca de víctimas. Nie Mingjue admiró su alrededor por un largos segundos extras antes de seguir su camino entre las gruesas paredes, en busca de respuestas, manteniendo su misión inicial firmemente grabada en su pecho.
 
Normalmente, cada Castillo de Piedra había sido construido de modo que solo la familia supiese de los túneles que los interconectaban por debajo de la tierra, canales que se usaban para que los cadáveres se moviesen de una tumba a otra y no arañaran las paredes, principalmente pensando en las personas que podían ser llamadas por los ruidos extraños; ahora mismo, tras bajar por uno de los tantos pasillos, Nie Mingjue fue a quien melodías extrañas alcanzaron.
Era un susurro, no, un tarareo, alguna especie de melodía que se desvanecía apenas intentaba mirar hacia otro lado, tan tenue y clara a la vez, Nie Mingjue apretó el sable entre sus manos.
 
Pasos firmes guiaron al Líder de Secta Nie hacia uno de los salones más profundos, acercándolo a la melodía, alejándolo de la luz que las antorchas principales proveían.
Nie Mingjue se detuvo una vez la melodía lo hizo también, interrumpida en golpeteos agudos contra la piedra, tan ligeros y fugaces que era difícil localizarlos; daban vueltas, parecían subir y luego deslizarse por entre las piedras, el Líder Nie se mantuvo calmo ante todo eso, solo con el sable listo en mano, la mirada fija en cada rincón del salón.
Algo detrás de él resonó y Nie Mingjue de inmediato se giró, apuntando Baxia en aquella dirección, regresando al punto anterior en caso de haber sido engañado; nada le esperaba por ninguno de esos dos frentes, solo un resonar distante de algún lugar en el Castillo que había hecho eco, él seguía solo, por el momento al menos.
 
Nuevos pasos revolotearon por los sentidos del Nie y, ante su error anterior, Nie Mingjue decidió tomar una posición de guardia, escondiéndose tras de unas de las tantas estatuas de sus antepasados, el sable contra el pecho, asomando la mirada tan pronto el primer rayo de luz volvió a teñir las paredes de aquella zona en el templo.
 
Ah, ahí estaba, definitivamente lo que había estado buscando.
 
El espíritu zorro era quien provocaba los golpeteos, puesto que caminaba en puntas y descalzo por el suelo de piedra, dando saltos de vez en cuando para evitar obstáculos, tal vez solo porque estaba jugando.
Era joven, eso quedó claro a los ojos del cultivador tan pronto le vio, aunque sabía que no podía confiar del todo en lo que sus ojos estaban admirando; llevaba múltiples pergaminos entre manos, tantos que cubrían parte del rostro del Huli Jing hasta que este los hubo arrojado al suelo, cerca de las escaleras en las que Nie Mingjue había estado de pie hacía solo un momento.
 
Naturalmente, Nie Mingjue se preparó para pelear, consciente del poderoso instinto de los Zorros al momento de detectar presas o enemigos; sin embargo, este Huli Jing solo se recostó en un montón de túnicas que yacían amontonadas a un costado, acurrucándose entre las mismas antes de tomar el primer pergamino en mano.
Aunque esa sería la ocasión perfecta para atacar, Nie Mingjue se encontró a sí mismo inevitablemente distraído en la imagen de este espíritu zorro, en todo lo que parecía estar mal con la criatura; este espíritu llevaba túnicas algo grandes para su figura, colgaban desastrosamente por los costados y la faja solo se mantenía sujeta tras unas cuantas vueltas alrededor de un abanico debajo/dentro de la misma.
Tenía manchas por todos lados, rasgaduras a medio cocer y otras tantas decoradas en marcas de dedos, de uñas, huellas en los lugares en que al tela había cedido y dejado aquella montaña de harapos como resultado. El Huli Jing parecía acostumbrado a aquellas prendas, estaba recostado sobre túnicas en similares condiciones después de todo, no en sábanas de oro y vestido en seda de sangre como los antiguos libros de cultivación les suelen enseñar.
 
Nie Mingjue se obligó a sí mismo a concentrarse, negando con la cabeza antes de levantar a Baxia en el aire, lista para atacar al espíritu, saltando fuera de su escondite para comenzar con el duelo y terminarlo de una vez por todas.
Lo habría hecho, en realidad eso estaba planeando, de no ser porque el zorro no tenía intenciones de atacar; de hecho, lejos de estar a la defensiva, el Huli Jing estaba durmiendo.
 
El espíritu zorro simplemente se había recostado, puesto a leer, y dormido como si nada, completamente ajeno al intruso que le observaba desde las sombras, del hombre que acababa de salir de detrás de la estatua y apuntado su sable hacia él; el Huli Jing se mantuvo en su lugar, realmente dormido y no fingiendo hacerlo pues, luego de que el propio Nie Mingjue le observase por un largo momento, no hubo movimiento alguno que le indicase lo contrario.
Podría matarlo, podría simplemente levantar su sable y dejarlo caer sobre el cuello expuesto del zorro, reclamar la cabeza para ser purificada y limpiar el Salón Ancestral de su familia una vez más, devolviéndola a su antigua ‘gloria’, si así se le podía decir.
 
El espíritu bostezó, Nie Mingjue apretó el sable, el zorro solo se acurrucó más entre sus pergaminos y siguió durmiendo.
Ajeno al peligro, ajeno al mundo, libre de preocupaciones.
 
Algo no estaba bien con todo eso...
 
Probablemente fuese el hecho de que no había sangre en su sable, o el cómo un nuevo peso se mecía lentamente entre los brazos del cultivador, un peso que respiraba y estaba frío al tacto, solo un par de piernas descubiertas y una larga cabellera cayendo cual cascada que las manos de Nie Mingjue no lograban detener.
La visión fue, cuando menos, increíblemente sorpresiva para los discípulos que esperaban a su líder, todos corriendo a su auxilio, Nie Zonghui siendo el primero en arrodillarse frente al Líder Nie en espera de respuestas y su siguiente orden.
 
Nie Mingjue dio un último vistazo a los salones de su familia, luego a los discípulos que le esperaban, finalmente al Huli Jing que sostenía. Suspiró, continuó caminando, el camino de regreso a casa era demasiado largo.
 
[...]
 
Cuando ojos avellana se encontraron con el sol, todo el cuerpo del zorro se tensó, sintió la sangre correr fría por sus venas, el corazón reventarle en el pecho.
El Huli Jing saltó lejos de la suavidad bajo su espalda, apretó aquella túnica que había construido a partir de esfuerzo y desdicha, todavía cubriéndole por completo para su buena suerte, aparentemente tan cerrada como el propio espíritu la había mantenido desde el momento en que se deslizó dentro de ella.
 
El zorro miró a su alrededor, intentó acostumbrarse a toda la luz que entraba por las altas ventanas, con los ojos ardiendo tan pronto su vista se fijó en ellas por demasiado tiempo; parpadeó con lágrimas sin derramar, y corrió entonces hacia la puerta más cercana, listo para abrirla, cayendo de espaldas tan pronto tocarla.
Los dedos del espíritu ardieron en una llama celestina por unos segundos, esta desvaneciéndose para dar descanso a la piel, ahora violentamente teñida en tonos morados y palpitando dolorosa contra el pecho del zorro.
La mano herida fue abrazada con cuidado contra las túnicas desgastadas, el zorro apretaba su propia muñeca en busca de consuelo mientras la piel se regeneraba lentamente, la sensación era terrible, las lágrimas finalmente se derramaron y no hubo esfuerzo alguno en detenerlas.
 
Estaba atrapado, el lujo en el cuarto le daba pistas de dónde podía estar, más el incómodo ardor debajo de sus uñas solo apuntaba en una dirección obvia y era aquella a la que temía más.
Pasos resonaron más allá de las puertas, el Huli Jing se levantó del suelo, listo para arrinconarse en la esquina menos accesible y quedarse ahí hasta tener posibilidad de escapar.
 
Las puertas se abrieron, pero no fueron cultivadores los que el zorro vio entrar, sino un par de mujeres, criadas, tal vez discípulas, el Huli Jing no sabría diferenciarlas, las ropas verdosas eran definitivamente símbolo de una Secta prominente, tal vez los peores colores con los que el espíritu pudo cruzarse alguna vez en su vida.
 
“¡El señorito despertó!” una de las mujeres se llevó la mano a la boca mientras la otra exclamaba, corriendo rápidamente hacia el exterior, probablemente para avisar sobre el suceso.
 
La segunda mujer, luego de cerrar la puerta, dio unos pasos para acercarse al supuesto humano, quien se alejó de inmediato, encogiéndose sobre sí mismo, ahora incapaz de pensar en una forma de llegar a la esquina del cuarto sin ser tal vez atacado por la espada de la mujer, o lo que fuera que pudiese estar portando entre las telas en sus manos.
Ella, tras notar el comportamiento del jovencito, retrocedió en sus pasos y se mantuvo firme cerca de la puerta, dejando las ropas sobre el pequeño escritorio a su lado.
 
“El Señorito no tiene nada de qué temer, ha sido muy afortunado.” Comentó la mujer, el rostro tranquilo, muy extraño para un cultivador a ojos del zorro “El Líder Nie lo encontró durante su última misión y lo trajo de regreso, puede recuperarse en paz, Qinghe Nie es un lugar seguro.”
 
Por supuesto, por ello el color gritaba peligro, por eso las puertas estaban protegidas, por ello mismo el zorro no podía dejar de temblar sin importar la falta de frío.
¿Seguro? Qinghe Nie era de todo menos seguro para él, era lo peor que podía pasarle, era posiblemente el último lugar que visitaría en su corta vida.
No sobreviviría, incluso si el Líder Nie le había ‘rescatado’ pensando que era un humano, tarde o temprano sabría la verdad y, entonces, el zorro se enfrentaría a la muerte.
 
“... ¿Ah?” el zorro miró de nuevo a la mujer, quien parecía impaciente por una respuesta a algo que él no había escuchado.
 
“Preguntaba si el Señorito tiene un apellido, algo por lo que podamos buscar a su familia.” La mujer se acercó de nuevo, esta vez el zorro se obligó a permitírselo, pensando en que mostrar más hostilidad o miedo del necesario solo lo llevaría a una tumba temprana.
“Está tan delgado, y vestido de este modo ¿sabe dónde estaba cuando el Líder Nie le encontró?”
 
El zorro pensó sus posibilidades, meditó un momento más, luego negó, suspirando como si se derramara en pena.
 
“Yo... No lo sé.” Murmuró, llevándose los dedos al pelo para tocarlo, sintiéndolo entre las yemas de sus dedos “Mi apellido... Yo estaba... No lo sé, realmente no lo sé.”
 
La mujer bajó los hombros, tal vez apenada, tal vez estaba sospechando más de la historia del joven que tenía en frente, el zorro no lo sabía, prefería no arriesgar más de lo que ya perdería.
“Mi nombre...” continuó, soltando su cabello, jugando con sus propios dedos en lo que pensaba “Huaisang... Creo que era Huaisang.”
 
Una chispa de alegría cruzó en la mirada de la dama y, finalmente, Huaisang se dio la libertad de respirar; normalmente, fuese por necesidad o diversión, no daría su nombre real a nadie. Los Huli Jing son algo que los demás quieren y se llaman como los demás los llamen, siendo el alguien que los humanos buscan por el corto período de tiempo en el que sobreviven, para luego volver a ser el espíritu que originalmente eran.
Dar su nombre real era arriesgado, pues estaba seguro no encontrarían a ningún Huaisang noble, pero esto era necesario.
Si decía la verdad, Huaisang concluyó, y la mujer sabía cuándo alguien mentía y era honesto, entonces de este modo creería su historia anterior, y dejaría pasar el resto.
 
La puerta resonó en un par de golpes pequeños, la mujer dio paso a al luz nuevamente y un par de figuras masculinas se asomaron esta vez, haciendo que el estómago de Huaisang se tornase frío, sus piernas amenazando con dejar caer el poco peso que sostenían al piso.
Huaisang retrocedió hasta chocar contra la ventana o, al menos, hasta comenzar a sentir el calor que emanaba de esta; tampoco podía tocarla, le quemaría la espalda, no tenía forma de huir.
 
La mujer, atenta a los movimientos del zorro, solo permitió que los hombres trajesen la bañera llena de agua y les ordenó salieran de inmediato, ella quedándose cerca de la puerta hasta que el par se hubo retirado, volviendo a mirar al jovencito tras ser solo ambos.
 
“El Señorito no tiene qué temer, es solo la bañera para que pueda estar cómodo.” Ella apuntó al agua, aun así, Huaisang se mantuvo lejos, apretando las mangas de la túnica destruida, lo que a la mujer pareció entristecer un poco. “El Joven Maestro Huaisang puede pedir ayuda en cualquier momento, esta le esperará afuera.”
 
Y, tan simple como eso, la mujer se retiró sin más, dejando al zorro en su solitaria nueva jaula de nuevo; Huaisang estaba confundido, nada de lo que estaba pasando a su alrededor tenía sentido alguno, nada de todo eso le parecía familiar en lo más mínimo.
No era una mala situación, era pésima ¿y cómo no serlo? De ser cualquier otro su lugar de captura, ya habría escapado, de ser otra familia, podría simplemente encantarles, de ser otro el territorio, encontraría manera de esconderse y no ser encontrado.
Pero eran el Líder de la Secta Nie, la Secta de los sables que nunca dejaban de gotear sangre, la secta que en algún momento había colgado la cabeza de una bestia en una estaca y, desde entonces, había tomado el rostro de la muerte como símbolo de representación.
 
Incluso si conseguía salir de ese cuarto, no había seguridad más allá de esos muros, no mientras estuviese en el centro de los cientos de Li que conformaban el territorio del Clan Nie.
 
Ni siquiera era un Jiuwei Hu (*), apenas había conseguido su segunda cola, estaba batallando por sobrevivir con una oreja mal curada, trataba de ser más fuerte con todo lo poco que había logrado en cultivación ¿y ahora estaba, prácticamente, condenado a morir? Era demasiado, no tenía sentido, estaba asustado.
Después de todo, si un cultivador no corta la cabeza de un Huli Jing para presumirla, entonces solo tiene una cosa en mente, una que al zorro le hacía temblar y sujetarse a sus débiles prendas.
 
Sin embargo, la idea de un castigo por desobediencia, empujó a Huaisang a desvestirse y limpiar cada parte de sí mismo en el agua apenas tibia para entonces; tal vez, si obedecía ahora, las consecuencias serían menos duras, tal vez así probaría que no es una amenaza, que merece ser perdonado y liberado a su suerte.
El Huli Jing hizo lo mejor posible por quitar cada mancha en la bañera, al menos para verse decente, obediente, lo que fuera; se quitó los trozos de ramas del cabello e intentó peinarlo, arreglarse sería demasiado ¿o estaba haciendo muy poco? Comenzaba a confundirse, las manos le temblaban, la punta de sus dedos ardía sin doler, un fantasma que le mantenía atento a la ropa que se le había conferido.
No eran extravagantes, solo simples túnicas negras y blancas, no llevaban el símbolo de la Secta Nie ¿por qué hacerlo? Si sería solo una muerte bajo el sable o una concubina condenada, no tenía sentido siquiera portar los colores de los Nie, en cierto modo era mejor de esta manera.
 
Huaisang se vistió a medias, cerró las prendas con algo de descuido, apretó la faja con fuerza y se arrodilló junto a la cama, todavía tocándose las yemas recuperadas, masajeándolas en busca de borrar el ligero hormigueo que aún le molestaba.
Tan pronto el dolor hubo desaparecido, una secuencia de golpes rudos llamó la atención del zorro, pasos demasiado pesados para ser de la mujer que antes le había atendido o de los discípulos que habían traído la tina; Huaisang se arrinconó a sí mismo en otra esquina, lejos de la cama, arrodillándose una vez más luego de asegurarse que ni las orejas o la cola estuviesen a la vista.
La puerta se abrió una vez más, Huaisang apretó los puños sobre las túnicas, se encogió, escuchó varios pasos moverse hacia el interior.
 
“Líder Nie-“ era la mujer de antes, había entrado quién sabe a qué, más el presunto líder parece haberle ordenado callar pues sus pasos regresaron al exterior.
La tina fue llevada afuera, así como el resto de cosas que habían ofrecido a Huaisang para bañarse; los pasos seguían siendo livianos, el Líder Nie parecía no moverse un centímetro.
 
La presencia era demasiado pesada como para que Huaisang solo levantase la cabeza e intentara observar lo que ocurría, bien la presión en el ambiente le daba más que una buena imagen del Líder Nie, muy adecuada para su título en realidad, sobretodo por la terrible energía que el famoso Sable familiar cargaba. Huaisang apenas podía soportarlo, la energía era invasiva, no podría esconder su naturaleza mucho más si seguían de ese modo.
 
Suerte o desgracia, los segundos pasaron rápido, y las puertas se cerraron una vez más, dejando solo al zorro en la esquina, al Líder en el centro del cuarto.
 
“Revélate.” Ah, Huaisang se asustó, por supuesto el hombre lo sabría “Suficiente de tus juegos.”
 
Obediencia, obediencia, la voz de este hombre no le daba lugar a nada, un Nie no era alguien con quien podía negociar, estaba arruinado, sería un abrigo en menos de un día, había vivido tan poco, tanta desgracia para nada.
Inmediatamente, Huaisang levantó solo la cabeza, ya con lágrimas cayéndole por las mejillas, la nariz enrojecida y algo goteante, incluso comenzando a hipar tan pronto darse con la verdadera imagen del tan llamado Líder Nie.
 
Ah, era bastante joven para tener una voz tan profunda, pero ¿qué importaba la edad? Este hombre era demasiado alto, demasiado robusto, demasiado serio ¡demasiado de todo! Está seguro que va a matarlo, ¡míralo! Se le hizo hasta una mueca de disgusto tan pronto verle llorar.
 
“Líder Nie, yo-” Huaisang de inmediato volvió a bajar la cabeza, esta vez juntando las manos delante suyo, el pecho completamente contra el piso “¡Por favor! Le juro que nunca hice nada, no me comí a nadie, no maté a nadie, ni siquiera a un conejo, no me gusta la sangre, no me gusta pelear, ni siquiera sé correr, por favor, por favor, perdóneme.”
 
El zorro tembló con la frente contra el suelo, mordiéndose los labios en busca de algún consuelo, intentando no ser tan ruidoso como lo había sido en ese momento.
El Líder Nie hizo un sonido similar al de un suspiro, algo derrotado tal vez, aunque eso no era posible proviniendo de alguien de esa familia ¿culpa? Sí claro, y Huaisang tiene dos orejas, cómo no.
 
“Siéntate bien.” Huaisang obedeció al instante, el mismo rostro serio le recibió, ni siquiera un atisbo de remordimiento curvándose en esas facciones. “He dicho que te reveles, hazlo.”
 
Rogar no le serviría, Huaisang suspiró, entonces solo le quedaba ser un poco más obediente; un suspiro más y parte de las túnicas se habían levantado a sus espaldas, ahora bastante incómodas con dos colas moviéndose bajos mismas.
Del mismo modo, dos orejas se asomaron entre los cabellos de Huaisang, una tan puntiaguda como se esperaría, la otra tenía un final recto justo a la mitad de su altura, un corte que hacía años había sanado, ligeramente inclinado hacia un lado.
 
“Líder Nie-“
 
“Silencio.” Esta vez, el Líder Nie interrumpió al zorro, la diestra apretando el mango del terrible Sable que portaba “Explícate.”
 
“¿Ah?” las orejas se movieron un poco, los ojos del Nie las siguieron.
 
“Explica qué hacías en el Salón Ancestral de mi familia, hazlo ahora mismo.” ¿Ah?
 
¿Saló Ancestral? Él no se metió en ningún Salón Ancestral ¿cómo hacerlo? Esos lugares son demasiado lujosos para estar descuidados, él no invadiría ninguno incluso si fuese un Jiuwei Hu completo, no se atrevería a ponerse en tanto peligro.
 
“Yo no... ¿Cuándo?” Huaisang se mordió el interior de la mejilla, intentando recordar cualquier detalle que le salvase, cualquier cosa que pudiese ayudarle. No ha estado en ningún lugar últimamente, solo en esa construcción en el bosque, pero eso no es un Salón Ancestral ¿o sí? Solo eran un montón de cadáveres feroces encerrados y un solo ataúd en el medio ¿por qué...
 
Oh.
Los Nie no usan espadas, ellos usan Sables, armas muy peligrosas, armas sedientas de sangre incluso después de la muerte del poseedor.
OH.
 
“¡Ah! ¡No lo sabía! ¡Realmente no lo sabía! Solo intentaba refugiarme por unos días, iba a abandonar el lugar justo después ¡Puedo jurarlo! ¡Yo-!”
 
“¡Suficiente!” el duro golpe del Sable contra el suelo hizo a Huaisang deslizarse de regreso a su rincón, ambas manos protegiéndole la cabeza.
 
Hubo silencio por un momento, ligeramente teñido en los pequeños sollozos del espíritu Zorro, algo que intentaba acallar para conseguir al menos un poco de misericordia al final.
El Líder Nie carraspeó una vez una indeterminada cantidad de tiempo había transcurrido, Huaisang notó el incienso en su cuarto estaba a punto de apagarse al momento en que levantó la cabeza.
 
“Nadie más aquí sabe qué clase de criatura eres.” Comenzó el cultivador “Dar a saber a los demás causaría pánico innecesario, y ya has causado suficientes problemas a la Secta.”
 
¿Problemas? Huaisang levantó la cabeza de nuevo, esta vez casi ofendido por las palabras.
“¿Problemas? Líder Nie, Gran Señor Nie, no he hecho nada, por favor créame.”
 
“¡Mentiras!” ¡Ah! ¡Baje el sable! ¡El sable! “Hay reporte tras reporte de tus ataques a distintos hombres en aldeas cercanas, evidencia incluso ¿¡Te atreves a negarlo!?”
 
“¡No fui yo! ¡No hice nada!” Huaisang volvió a acurrucarse en la esquina, ambas manos sosteniendo su cabeza y el rostro oculto entre las limpias mangas de la túnica “No hice nada, por favor…”
 
Hubo un nuevo tono, algo un poco menos dramático, un poco más desesperado; lo que sea que fuese aquella voz cruda, hizo al Líder cultivador dudar al menos un momento, un breve sentimiento amargo perforándole la garganta y silenciando cualquier otro reclamo que el hombre fuese a presentar.
El silencio se rompió nuevamente, pisadas demasiado pesadas resonaron en su camino de regreso al exterior, la puerta cruelmente azotada una vez el Líder Nie abandonó el cuarto.
 
Huaisang entonces levantó el rostro, admiró el alrededor vacío, los lugares en que el Sable se había apoyado y dejado marca de su presencia; había sobrevivido al primer encuentro, el primer día.
Esperaba sobrevivir al menos la primera noche.
 
[…]
 
De hecho, sobrevivió la primera noche.
Sobrevivió cada día y noche del último medio año que había transcurrido desde el momento de su captura.
 
No importaba cuánto Huaisang se preparara mentalmente, cuántos ruegos ensayara en su mente o cuánto se desvelara en vigilias preventivas en la oscuridad de su cuarto, el Líder Nie nunca le visitaba, no de ese modo al menos.
Nie Mingjue, como Huaisang había aprendido el Líder Nie se llamaba, fue permitiéndole expandirse muy lentamente.
 
Primero, le permitía comer, lo que era bastante bueno considerando que los Nie normalmente odian todo lo que no sea humano.
Sinceramente, habría esperado ser alimentado como alguna clase de animal, con carne cruda o huesos para que ‘jugara’ por un tiempo con la falsa esperanza de saciedad; lejos de ello, y tal vez acreditando un poco a la historia de que era un simple jovencito perdido, el clan Nie le ofreció comida saludable, tal vez demasiado saludable y algo insípida, pero buena comida al fin y al cabo.
 
Claro que, Huaisang rezará por perdón más tarde, como Zorro siempre puede encantar aunque sea un poco a la mujer que le cuida o los guardias que le traen comidas.
De vez en cuando, algún dulce extra se añadiría a la cantidad de platos que recibía.
 
Segundo, con los días, se le permitió acceder a libros, pergaminos, tinta y pinceles.
Los primeros que recibió fueron libros de cultivo, por supuesto, después de todo una Secta de cultivo tiene manuales de ese tipo; tratándose del Clan Nie, es obvio que todos serían de pelea, entrenamiento en sable o espada, y demás barbarie que Huaisang dejó abandonado tan pronto hubo leído las dos primeras líneas.
Alguien tal vez se lo comentó al Líder Nie, o puede que su pequeño encanto se había convertido en genuino cuidado, pues pronto los manuales de cultivo fueron reemplazados por pergaminos llenos de poesía, algunos rollos de espacio en blanco, y bastante tinta.
Huaisang encontró disfrute en todo ello tan pronto supo que tenía permitido usarlos, no por medio de Mingjue, pero si por la sonrisa cómplice de Qian-Shijie.
 
Tercero, luego del primer mes, se le permitió salir.
No era tan seguido, pero Huaisang agradeció el gesto con la mejor sonrisa que pudo formular en medio de su ligero miedo; tantas gracias no podían llevar a nada bueno, se dijo, pero el tiempo borró sus dudas y las transformó en calma, en genuina tranquilidad.
Huaisang tuvo la precaución de no ser excesivo los primeros días, evitó mirar demasiado a su alrededor y se mantuvo cerca de su cuarto, solo accediendo a otros lugares cuando el propio Nie Mingjue le hubo ofrecido el acceso.
 
“¿No te interesa el patio?” le dijo, y Huaisang asintió.
“¿Ya te han llevado al salón principal?” preguntó, y Huaisang negó.
 
Si Nie Mingjue no mencionaba el lugar primero, entonces Huaisang no se atrevería a pedirlo, si no había indicio de que estaba permitido, entonces era un lugar probablemente prohibido así como lo era el Salón ancestral que invadió en aquel entonces.
 
Sin embargo, con todas las salidas, Huaisang encontró un nuevo uso a su segundo beneficio: los abanicos.
El zorro siempre había sentido una enorme inclinación hacia tales accesorios, le gustaban en muchos sentidos y eran muy útiles, pero el último que había tenido lo usó como sujetador en la faja por tanto que se había quebrado.
Ahora no tenía esos problemas, podía pintar lo que quisiera en el papel y cubrirse grácilmente detrás de la frágil barrera, siempre cuidadoso de a quien batía las pestañas si por alguna razón algo de su naturaleza escapaba.
 
 Siempre lo tenía a mano, sobretodo cuando era el propio Nie Mingjue con quien paseaba o se movilizaba de alguna forma.
 
Cuando comenzó a comer a la par del Líder Nie, Huaisang entraba con el abanico sobre el rostro y lo bajaba solo frente a Mingjue, era obediente, comía con cuidado y estaba atento a lo que el Líder rara vez llegase a preguntarle; claro, todo hasta que llegó el punto de inflexión entre ambos.
 
“Aiya, he intentado cultivar antes, pero no es algo fácil en mis condiciones.” Huaisang jugó un poco con sus dedos, apoyando los labios tras el abanico cerrado “Y si me acercase mucho a algún Clan, probablemente moriría quemado.”
 
Incluso cuando los talismanes de su puerta habían sido retirados hacía meses, Huaisang no tocaba demasiado las paredes, el dolor de aquella primera vez aun le perseguía como un fantasma cuando observaba las puertas cada mañana.
 
“Eso quiere decir que eres capaz de cultivar el camino espiritual.” Nie Mingjue dejó los palillos sobre el tazón, ambas manos en sus rodillas, Huaisang asintió “Entonces comienza, domina una espada y luego puedes irte.”
 
“¿Ah?” Nie Mingjue se puso de pie, Huaisang hizo lo mismo para poder perseguirle “¡Pero DaGe!”
 
“¿¡Quién es tu DaGe!?” el cultivador detuvo su retirada, el zorro se inclinó de inmediato.
 
“¡Líder Nie! ¡Lo siento! ¡Lo siento!” el zorro se enderezó y volvió a acercarse, apretando el abanico con ambas manos “Líder Nie, Chifeng-Zun, por favor, ni siquiera puedo levantar una daga sin temblar, cultivar sería inútil en mí, no tengo talento alguno.”
 
NI interés en los libros que hacía meses había abandonado, eso es claro, pero si algo Huaisang no había aprendido en su tiempo viviendo en QingHe Nie era una cosa, la más importante: No existe nadie más testarudo que Nie Mingjue.
 
“¡Fue una orden! ¡A entrenar!”
 
Y, tan simple como eso, Huaisang se enteró lo dura que era la vida en QingHe si era un simple humano.
Como Huli Jing, podía saltar largas distancias y ser bastante ágil en ciertos aspectos, pero eso no lo hace un guerrero, ni siquiera era capaz de mantener sus uñas afiladas sin que se quebrasen por el descuido.
 
[…]
 
Huaisang tembló la primera vez que pisó el patio de entrenamiento, Nie Mingjue estaba parado en algún lugar a la distancia, quien conocía como Zonghui-Ge se acercó a entregarle una espada de entrenamiento, casi teniendo que empujarla entre las palmas del supuesto noble perdido.
Esto era una simple práctica, le dijo Nie Zonghui, no había nada de qué preocuparse pues nadie lo patearía una vez cayese al suelo; Huaisang comprendió que la mano derecha del Líder Nie estaba intentando ser amable con él, sin embargo, solo logró que el zorro disfrazado se asustase aún más.
 
Contra su propio miedo, Huaisang se tomó el tiempo de al menos intentar dominar la espada, fuese por agradecer a Nie Mingjue su misericordia, o por el hecho de que le causaba curiosidad lo que podía ser el volar en lo alto con una; como fuese, realmente no duró demasiado.
Tan pronto haber levantado la espada, y que su ‘oponente’ hubiese hecho lo mismo, un temor recorrió la espalda completa del zorro, obligándole a temblar y tambalearse, todo su cuerpo perdiendo cada céntimo de fuerza que pudo haber acumulado junto a su valentía.
Un cultivador había levantado el sable contra él, estaba en un campo de batalla, cualquier podría atacarle, cualquiera podría solo destruirlo en ese momento si no se defendía, si no hacía algo, si no-
 
La espada de entrenamiento cayó al suelo en cuanto el cultivador avanzó, Nie Zonghui se detuvo y Huaisang fue quien se movió, la diestra de frente hacia el hombre, un ligero sabor a sangre en sus labios.
Fue fugaz, un paso ligero, el siguiente demasiado pesado; en un momento estaba apuntando las uñas hacia el rostro del cultivador, al siguiente, Nie Mingjue le había sujetado por la muñeca.
 
Huaisang levantó el rostro a Nie Mingjue, incapaz de verle el rostro entero bajo el sol, pero imaginaba la expresión que podía portar.
Un demonio siempre será un demonio después de todo.
 
[...]
 
Nadie diría lo obvio, pero era difícil de disimularse.
 
Luego del ‘incidente’ como lo llamaron algunos, aunque varios no tenían una idea clara del porqué, el joven Huaisang se había limitado a salir menos de su cuarto, estudiar más, o dormir más tal vez.
Aquello no era problema, los discípulos de Qinghe Nie se habían acostumbrado a la actitud pasiva del Señorito rescatado, tenía cierto encanto que les obligaba a verlo como a un hermano menor al que tenían que proteger y, bien, ellos creían que el Líder Nie no los veía.
Ahora, tras lo que sea que haya pasado en el campo de entrenamiento, el problema no solo era la creciente ausencia de Huaisang en el patio o en las comidas, sino en cómo estaba reaccionando el Líder Nie ante todo eso después de lo sucedido.
 
La historia era más o menos normal. El señorito se había asustado, intentó frenar el sable con la mano y Nie Mingjue le había detenido, ahorrándole un corte despiadado y quién sabe qué más; debería haber terminado en un agradecimiento y un ‘lo intentaremos de nuevo otro día’, pero fue todo lo contrario.
Huaisang fue recortando sus interacciones poco a poco, encerrándose en su cuarto y evitando incluso hacer ruido si no era para aceptar la comida del día o el baño de la mañana. Era triste no tener al Señorito dando vueltas, la mayoría se había acostumbrado a su presencia, y la pena de perder al ‘pequeño hermano’ los mantenía preocupados.
 
Claro que, por otro lado, tampoco podían darse demasiado lugar a estar tristes.
Así como Huaisang dejó de salir, Nie Mingjue comenzó a rondar por aquellos lugares más seguido; siempre giraba y miraba la puerta de Huaisang si pasaba cerca, el ceño en su rostro parecía profundizarse más y más a medida que pasaban los días. Primero, lo haría cuando se sentaba a comer y Huaisang no lo acompañaba, luego cuando pasaba por el campo de entrenamiento y el Señorito no se presentaba, más tarde también se mostraba molesto cuando todos sus discípulos estaban quietos en un solo lugar, nadie llegando con algún pedido nuevo por parte del Señorito o siquiera la ‘Shijie’ de Huaisang comentando algo en el pasillo.
 
Nie Mingjue estaba tenso, lo que hacía a todos estar aun más alerta, demasiado preocupados por el momento en que su Líder fuese a explotar y, lo más importante, lo haría contra el Joven encerrado.
Por un lado, eso ayudaría, serían menos heridos tras el extenuante entrenamiento bajo el ojo furioso de Nie Mingjue; más, por otro, sería arriesgarse a que Huaisang terminase siendo enviado lejos, pues nadie sabía qué tan cortos eran los límites de bondad en el pecho del Líder Nie.
 
Líder quien, fácilmente, se dio cuenta del comportamiento de todos a su alrededor.
Habría que ser ciego para no notarlo, la obvia paciencia y preocupación que todos mostraban con el zorro disfrazado, incluso de parte de aquellos discípulos y guardias que a nadie se habían abierto antes.
‘Es una alguien que saca lo mejor de cada uno’ escuchó una vez a Zonghui mencionar, y Mingjue no supo contra quién enojarse más, si contra el zorro que los engañaba, o el guardia que se había dejado ganar.
 
Tras una semana de furia en silencio, cuando la cena fue puesta en su mesa y el zorro evitó presentarse una vez más, la paciencia del Líder Nie se quebró.
 
“¡Suficiente!” un golpe y cada guardia presente había dado un paso al costado, la mesa se quebró bajo el golpe de su propietario, el puño del mismo libre de cualquier daño.
 
Esa noche Nie Mingjue no probó bocado, en vez de ello, fue directamente hacia el lado donde había hospedado al ingrato zorro, con el mango de Baxia en mano, cada sirviente y guardia siendo enviado lejos por la sola cara de su Líder.
Lo interesante era que, una vez llegar al pasillo final, no había nadie.
No había guardias en el patio, ni en la puerta, tampoco la Shijie del zorro o cualquier otra mujer a espera de órdenes; Nie Mingjue miró a sus espaldas, nadie lo miraba desde la distancia, nadie lo había seguido para detenerle, como si todo el mundo hubiese decidido que ese patio estaba completamente prohibido para todos.
Todos menos el Líder Nie, al parecer.
 
¿Eso quería el zorro? ¿Dejarlo sin aliados, si apoyo alguno, para así derrotarlo y escapar? Nie Mingjue cerró el puño alrededor de Baxia, acercándose con un nuevo cuidado hacia la puerta del cuarto. ¿Derrotado por un Huli Jing? Sus antepasados saldrían a matarlo antes de que eso pasase.
Con ello, Nie Mingjue abrió la puerta en un movimiento rápido, esperando encontrarse con un ataque de la misma naturaleza.
 
Sin embargo, no había más que oscuridad.
 
El cuarto de Huaisang se había trasladado a uno amplio hacía un par de meses, cuando el zorro mostró interés en tener un estudio donde aprender, aunque terminó convirtiéndose en una zona de caos llena de pinturas y abanicos hechos por él mismo.
Ahora mismo, el normalmente bien iluminado cuarto, estaba casi completamente sumido en oscuridad; podía sentir la energía resentida rodearle, cómo el aire parecía estar más frío en el interior de lo que debería, una atmósfera completamente sellada en silencio, excepto por un detalle.
 
Era tenue, o tal vez Nie Mingjue no logró reconocerlo al principio, pero es claro que ahí estaba.
Una voz dulce, agudizada y temblorosa, subía y bajaba al ritmo de otro sonido, algo blando chocando contra algo firme, casi chapoteante, muy poco inocente.
Acaso... ¿Así es como su bondad estaba siendo pagada? No es de extrañar que no hubiese nadie cerca, no es extraño que el zorro estuviese evitando a Nie Mingjue todo este tiempo, que todos se comportasen tan extraño incluso sin Huaisang alrededor.
El zorro les había encantado, justo frente a las narices de Nie Mingjue, justo bajo su techo y entre sus paredes, había hecho lo que todo demonio y se había adueñado de la voluntad de sus discípulos, de la bondad que ellos le habían mostrado; era demasiado, Nie Mingjue no permitiría que tal humillación continuara, que el nombre de su familia fuese aplastado como si nada por un espíritu lujurioso.
 
El Líder Nie avanzó por el cuarto apenas unos pasos antes de verse incapaz de moverse. En un momento había sujetado a Baxia en mano y caminado hacia la luz cerca de la cama, al siguiente, la puerta a sus espaldas se había cerrado y el ambiente tornado más pesado, mucho más silencioso.
Nie Mingjue luchó por dar un paso más, la cama resonó, la silueta se hizo más clara ante la luz, una larga masa de cabello derramándose por los costados del pecho expuesto, brillando bajo la capa de transpiración y algo más.
Algo más...
 
“Tú- demonio ingrato...” las palabras apenas eran capaces de deslizarse entre los dientes del cultivador, la vena a un lado de su frente parecía palpitar con el esfuerzo que moverse con llevaba. “Bestia... Promiscua...”
 
El siguiente paso fue más pesado que el anterior, Nie Mingjue sintió su pecho apretarse con el esfuerzo, Baxia temblaba bajo la fuerza de su maestro; un paso extra y, de pronto, se sintió completamente liviano, demasiado ligero.
Nie Mingjue se vio a sí mismo siendo lanzado hacia la pared más remota del cuarto, justo junto a la cama y debajo de la luz que la única lampara proveía; encima de él, la sombra, antes distante, se deslizó por debajo del dosel hasta descender al suelo, un ruido sordo a espaldas del mismo.
Bajo la luz tenue, Nie Mingjue fue capaz de visualizar al Huli Jing en todo su esplendor, desnudo, claramente desordenado luego de ser interrumpido utilizando a— una mirada rápida a la cama bastó para que los ojos del cultivador se abriesen en sorpresa; la cama estaba vacía, no había ropas de su clan en los alrededores, ni un solo sonido aparte de la respiración pesada por parte del zorro.
 
“Líder Nie.” El Huli Jing susurró, un suspiro algo rasposo, antes de avanzar en manos y rodillas hasta acercarse más al cultivador, apoyándose en los muslos del mismo “¿Por qué vino aquí? No tenía que venir.”
 
Hubo cierta pena en la voz del Huli Jing, una cristalizó los ojos avellana una vez que el cultivador fue capaz de verlos entre la masa de cabello que los cubría.
“Lo siento tanto.” Susurró una vez más, Nie Mingjue se vio a sí mismo incapaz de hablar una vez más, incapaz de siquiera levantar una mano para quitar todo el desastre del rostro del zorro.
 
La ligera confusión se vio reemplazada por alerta una vez sintió las manos del zorro deslizarse hacia arriba sobre su regazo, llegando hasta la faja que sostenía la túnica exterior en su lugar, solo para perderse por debajo de esta y descender junto a su propia cabeza.
En un momento, Nie Mingjue podía ver el rostro de Huaisang frente a él, al siguiente, solo era capaz de admirar la coronilla del zorro, mientras que la sensación de cercanía se volvía mucho más clara.
 
“¡Tú—!” cálido.
 
Nie Mingjue calló apenas sintió la calidez de un par de manos deslizarse por debajo del pantalón, directo a donde un miembro ya semi despierto las esperaba, solo para ser abrazado entre los largos dedos y liberado de la prenda ligeramente incómoda para ese momento; un cuerpo traicionero, podría llegar a pensar el cultivador, pues tan pronto haber sido rozado por los labios del zorro, se sintió endurecer al tacto, listo para ser devorado por el demonio.
Era parte de su encanto, podría simplemente engañarse el Líder Nie, mientras el silencio de su parte era impuesto por sí mismo y no por- lo que sea que le mantenía quieto en esa posición cerca del Huli Jing.
 
Huaisang sostuvo el miembro del Líder Nie entre sus manos por un ligeramente eterno momento antes de comenzar a acariciarle con la punta de los dedos, delineando la ligera vena inferior, haciendo lo mismo con el arco superior y perdiendo las yemas en la acumulación boscosa de la base; pronto, guiado por la vista de gotas brillantes emergiendo, Huaisang se inclinó frente al cultivador, con los labios semi abiertos al momento de dar el primer beso.
Era vergonzoso, por supuesto, incluso siendo de la raza que era y dada su ‘naturaleza’ de nacimiento, era imposible solo relajarse y fingir que no estaba besándole con el mayor de los esfuerzos.
 
Primero fue suave, tentándole según él, en besos rápidos y un poco demasiado ruidosos, separando poco a poco sus labios en cada uno de ellos, hasta le momento en que el glande se deslizo y rozó la lengua por primera vez. De pronto, algo cliqueó en la mente del zorro, un nuevo brillo tomando posesión de sus ojos.
Huaisang hundió de regreso el rostro entre las piernas del cultivador, buscando esa sensación de nuevo cada vez que su lengua chocaba contra la punta del miembro, golpeando el mismo contra su paladar de ser necesario, haciendo círculos con la lengua antes de engullirlo una vez más.
Fue un ir y venir algo torpe al principio, había veces en las que rozó los dientes contra la piel sensible, otras en las que sintió un salto en el pecho cuando chocaba demasiado contra su garganta; todo, hasta que encontró su ritmo, hasta que la mente del zorro se nubló lo suficiente como para aceptar la pieza de carne como si fuera una extensión de sí mismo, no encontrando manera de ahogar todo sonido que brotaba de lo más profundo de su garganta.
 
Huaisang hizo un nuevo esfuerzo cada vez que empujaba el miembro dentro de la húmeda cavidad, siempre empujándolo más profundo en busca de saborearlo completo, retrocediendo si era demasiado, avanzando un poco más la próxima vez. El zorro era paciente, quería hacerlo bien, ser cuidadoso, disfrutarlo, pero Mingjue no era igual.
Estaba siendo torturado, sentía la traviesa presión en su miembro acariciarle y abandonarle cruelmente una y otra vez, a veces dándole esperanzas de un toque más profundo, después dejándole con simples besos o un abrazo que solo llegaba a la mitad de su extensión; el cultivador no debería estar pensando en lo que el Huli Jing hacía en lo absoluto, no debería de importarle siquiera un céntimo, debería estar firme y dejar que la carne hiciera lo que quisiera, sin llegar a nublar su juicio.
 
Oh, pero él estaba encantado, irremediablemente poseído por la bestia seductora que se mecía entre sus piernas, solo embrujándole más con los pequeños sonidos que llegaba a soltar.
Si, era eso, Mingjue se repetía cual mantra, solo un demonio cometiendo una atrocidad digna de ellos; su cuerpo estaba sometido, lo vencería después de ser usado, se prometió, recuperaría su honor después.
 
Ah, si sus ancestros pudiesen hacer algo por él ahora, más allá de llamarle alguien débil, le llamarían mentiroso.
 
La diestra del cultivador se levantó con esfuerzo, temblando en el aire antes de bajar contra su voluntad, más justo encima de la cabeza del zorro; lejos de ser un golpe crudo, Huaisang sintió como era presionado contra la virilidad de Nie Mingjue, la enrojecida punta hundiéndose en lo profundo de su garganta mientras que el mango grueso mantenía sus labios dolorosamente tensos.
El cuerpo entero de Huaisang tembló luego de sentir el disparo cálido ahogarle por unos momentos, sintió lágrimas caerle por las mejillas cuando la presión en su garganta se volvió lo suficientemente incómoda como para preferir no respirar, todo, mientras presionaba su lengua contra el miembro en esperanzas de poder tragar y respirar.
 
Fueron apenas unos momentos, pero la carga recién recibida había sido suficiente para que el Huli Jing encontrase algo de razón en su cabeza y fuese capaz de aliviar la presión que envolvía al Líder Nie, también liberándose por fin de la mano que le sostenía el cabello y del miembro que invadía su boca; tras un pequeño gateo, el zorro se alejó lo suficiente como para que su rostro fuese iluminado por la luz una vez más, esta vez, con los ojos expuestos a aquellos del cultivador.
Huaisang abrió la boca, más solo un gimoteo algo roto salió de él tan pronto apoyar las caderas contra el suelo, un sonido casi hueco acompañando aquel de la piel húmeda contra la madera.
 
“Líder Nie, lo siento tanto.” El zorro susurró, avanzando de rodillas hasta colocarse encima del regazo del cultivador, ambas manos sobre los muslos del mismo una vez más “No quiero hacerle esto- Mingjue— Da-Ge, por favor—“
 
Lejos de obedecer a sus propias palabras, el zorro ya estaba moviendo las caderas contra el regazo semi vestido de Nie Mingjue, algo frío rozándose por momentos contra la virilidad del mismo.
Nie Mingjue, apenas recobrando el sentido de su cordura tras el breve orgasmo, deslizó la diestra por la espalda del zorro, sintiendo la diferencia entre la piel suave de Huaisang y la aspereza de sus manos; recorrió la curva en su espalda, presionó el índice contra los hoyuelos en la base de su espina, animándose finalmente a tomar uno de los blandos montes entre sus dedos.
Demasiado suave, llegó a pensar mientras lo apretaba, tal vez siendo algo rudo al masajearlo, pellizcarlo y volver a soltarlo, todo para seguir en su camino entre aquella y la copia exacta; se detuvo un momento al sentir el elemento extraño, algo frío y liso, presionando los bordes no tan cuidados entre el par de montículos suaves, probablemente lastimándolo un poco tras mantenerse en esa posición tanto tiempo.
 
“Huaisang.” Nie Mingjue susurró, consciente por primera vez lo cerca que estaban sus labios del rostro del zorro, sintiendo cómo había rozado la oreja del Huli Jing en cada movimiento “¿Qué quieres?”
 
Estaba loco, completamente loco.
Nie Mingjue presionó la punta de los dedos contra el objeto que no le permitía llegar a la flor del zorro, sintiéndole sobresaltarse sobre su cuerpo, escuchando atento cómo su respiración parecía cortarse tan pronto la pieza era presionada o intentada remover; el cultivador no lo admitiría, pero Huaisang tampoco estaba en posición de burlarse, después de todo la vida entera de Nie Mingjue se había plasmado en peleas, no tenía porqué saber la clase de artilugios que se podían esculpir para placer personal.
 
“DaGe.” La voz del zorro no tembló, más el gimoteo que le siguió si lo hizo. Mingjue extrajo parte de la pieza fálica de su interior, volviendo a empujarla con el mismo cuidado, una y otra vez. “DaGe, quiero a Mingjue-Ge.”
 
Con aquello, el líder Nie rodeó la cintura de Huaisang en un abrazo algo cerrado, apretándole el muslo derecho para mantener la grieta expuesta a ojos inexistentes, ocupándose con la izquierda de continuar moviendo el pilar contra las entrañas blandas del Huli Jing.
El movimiento lento se volvió uno más rápido cuando las uñas del zorro se clavaron en las túnicas del cultivador, había ruegos incomprensibles en cada gimoteo que liberaba, todos presentados a los oídos necios del hombre que no quería ir más allá.
 
Las uñas del Huli Jing se clavaron en la piel del Líder Nie a través de la tela, su garganta quebrándose en un largo y casi sollozante jadeo final, el cuerpo entero temblándole mientras sentía vaciarse contra el vientre el cultivador. Nie Mingjue mantuvo el falo falso en movimiento a través de todo el proceso, el rostro hundido contra el hombro del zorro y los ojos cerrados, demasiado sumido en la sensación del cuerpo ajeno todavía contrayéndose en sus brazos.
Fueron apenas unos momentos, la presión del cuarto se había desvanecido casi por completo y el cuerpo del zorro había perdido del todo las fuerzas, dejando atrás la voz complacida para dar lugar a un llanto silencioso, a temblores que estaban lejos de ser aquellos del clímax.
 
El cultivador recogió al zorro entre sus brazos y lo llevó de regreso a la cama, aunque se detuvo a sí mismo de colocarlo ahí tras ver el estado deplorable de las sábanas.
Huaisang llevaba días en el cuarto, encerrado, haciendo ¿esto? Por supuesto era consciente de la necesitad de los de su especie por alimentarse de energía Yang para equilibrar su propio cultivo, pero, considerando que Huaisang no había mostrado interés alguno en tener a alguien más en su cuarto, supuso el Huli Jing simplemente no estaba en esa época de su vida todavía, aunque las apariencias debieron de darle un indicio hacía mucho tiempo.
 
Fue entonces que Nie Mingjue se quitó la túnica exterior para cubrir a Huaisang con la misma, envolviendo al tembloroso espíritu mientras le admiraba en la oscuridad, indudablemente cansado y descuidado luego de tanto tiempo aislado de los consentimientos que la Shijie o los guardias ofrecían al Señorito.
 
“Líder Nie” llamó, tirando de la túnica interna del mismo “Déjeme ir... Por favor...”
 
El pecho del cultivador sintió apretarse tras las palabras, los ojos del zorro no llegaban a verse con Huaisang manteniendo la cabeza baja; dando un suspiro, Mingjue abrazó más cerca al zorro, el mentón apoyado en la coronilla del mismo.
 
“¿Eso quieres?” había duda, las ásperas manos sostuvieron con más fuerza las túnicas que cubrían al bulto. “Que te perdone la vida, y te deje ir ¿no es así?”
 
Huaisang asintió.
Luego negó, luego volvió a asentir.
 
Hubo una pausa, negó una vez más, esta vez levantando el rostro para buscar la mirada del cultivador en medio de la tenue oscuridad.
 
“DaGe va a odiarme si me quedo.” Bajó la cabeza de nuevo “DaGe... Yo solo... No seas tan cruel conmigo.”
 
“¿Cruel?” esta vez había incredulidad, tal vez algo de enojo “Muy valiente de tu parte decirlo, después que encantaras a casi toda la Secta.”
 
“¡Tenía razones para hacerlo!” el Huli Jing tiró del cuello de la túnica interna, nuevas velas encendiéndose tras el movimiento “Si no los encantaba ¿qué harían cuando no saliera? ¡Vendrían a verme! ¡Yo no habría podido frenarlos! ¡Habría pasado lo mismo que con— Lo mismo que—”
 
Que pasó justo ahora, quiso decir, más no había necesidad ni fuerzas para decirlo.
La explicación tenía sentido si lo pensaba con calma, de alguna forma había ahorrado más problemas que los que había causado, y había sido consciente al momento de caer en... Lo que sea que estaba viviendo al momento de encerrarse y atenderse a sí mismo.
 
“Huaisang.” Llamó el cultivador, avanzando despacio hacia la puerta “Explícate, una vez más.”
 
[...]
 
Decir que el Líder Nie estaba tranquilo es comparar un día cálido con una lluvia torrencial, no había forma de asociarlos, y eso estaba haciendo al zorro temblar en su lugar.
 
Nie Mingjue, por más que fuese un hombre tosco y algo insensible por naturaleza, fue paciente al momento de llevar a Huaisang a su propia habitación; el hombre tan temido preparó un baño para el Huli Jing y se encargó de aceitarle los cabellos, o al menos intentó hacerlo, deteniéndose en cólera cuando la narrativa de Huaisang llegaba a cierto punto que le enfurecía.
Los rumores de que había visitado otros pueblos eran ciertos, hasta un punto en específico; si bien el Huli Jing si se había colado en alguna mansión o granja, lo hizo con la mera necesidad de refugiarse de los elementos y descansar en paz antes de retirarse.
Huaisang no era capaz de controlar lo que su naturaleza causaba en los seres humanos, no era del todo responsable de la forma en la que los hombres actuaban cuando caían en su encanto, cuando ellos buscaban devorar algo que el zorro no estaba dispuesto a entregar.
 
Y es que, a veces, las bestias son los humanos y no los demonios, el deplorable estado de Huaisang al ser encontrado era prueba de aquello.
 
Si bien sangre manchaba sus manos y la ropa nunca fue suya, Mingjue no encontró fuerza en sí mismo que utilizar para condenar al zorro, no había nada que condenar la final. La defensa propia es un alto justificativo de la muerte después de todo, al menos así lo sintió el cultivador.
 
“DaGe da mucho miedo.” Admitió el zorro, encogiéndose entre las sábanas tibias de la cama de Nie Mingjue, mientras este se mantenía sentado a una buena distancia “Encantarle sonaba peligroso, y tampoco quería hacerlo después de que me permitiera vivir tanto tiempo bajo su techo.”
 
DaGe da miedo, DaGe es estricto, DaGe esto, DaGe lo otro ¿cuándo siquiera tomó tan calmo la costumbre de hablarle así?
Mingjue ni siquiera tenía idea de cuándo permitió esa cercanía, aunque tampoco admitiría cómo todo lo que antes llamó fruto del encanto era su propio—
 
“Debería irme antes de que empeoren las cosas.” Susurró el zorro, el sonido distante del viento parecía advertirle lo erróneo de sus palabras “El ciclo de celo no se detiene hasta que lo satisfaga, y DaGe ya ha visto de lo que este es capaz. No creo que sea seguro.”
 
“¿No va a parar hasta que consigas suficiente energía?” Nie Mingjue se cuestionó el porqué su voz sonó más molesta de los intencionado, Huaisang asintió, algo asustado al parecer.  “Irte empeorará la situación.”
 
“¿Ah?” el Líder Nie se puso de pie, acercándose a la cama poco a poco.
 
“Si te vas, sería lanzar un peligro al mundo.” Mingjue murmuró, intentando creer sus propias palabras mientras tomaba la mano del zorro “QingHe Nie es el único lugar donde puedo mantenerte a raya, y evitar un desastre.”
 
Huaisang sintió el peso del Líder Nie a su lado en la cama, sosteniéndole la mano como si fuese a romperla entre sus dedos, algo muy similar al miedo reflejándose en el par de ojos oscuros que el cultivador portaba.
Una pequeña sonrisa se formó en el rostro del zorro, ambos brazos levantándose para recibir el ancho pecho de Nie Mingjue entre ellos.
 
[...]
 
“Y eso sucedió.” Huaisang agitó el abanico frente a su rostro, las pestañas revoloteándole mientras recordaba los últimos detalles del relato.
El zorro frente a él, lejos de parecer avergonzado por tales cosas, solo rió y levantó la jarra de vino en alto.
 
“¡Quién lo habría dicho! Chifeng-Zun tiene un lado suave después de todo ¡Y vaya lado!” se carcajeó, tragando lo último de la jarra y mirando al interior de esta “De haber sabido que Nie Furen era un Huli Jing como este sirviente, habría venido a visitarlo mucho antes ¡Aiya, de las charlas que nos hemos perdido!”
 
Huaisang solo rió tras el abanico y lo dejó en la mesa un momento, bebiendo su propia taza de té tras aquello.
“Es este quien está sorprendido, nunca habría adivinado que Lan Furen era un Jiuwei Hu, es grato saber que al menos no se está solo.” Huaisang levantó la siguiente jarra de vino del suelo, ofreciéndola completa al Lan Furen, Wei Wuxian.
“Pero Wei-Xiong está asustándome demasiado ¿qué es eso de contarle secretos de la especie a Mingjue?”
 
Wei Wuxian sostuvo el vino en su boca un momento, ambos se miraron, el zorro negro tragó y ambos finalmente rieron, terminando en el Lan Furen solo limpiándose el vino restante de los labios con la manga.
“Sangsang ¿qué está pasando? ¿No quieres que el Líder Nie se entere del pequeño secreto? Que cruel, que cruel.”
 
“¿Lan Er-Gongzi sabe?” Huaisang se puso de pie, de inmediato el zorro negro le siguió y sostuvo su muñeca.
 
“¡No! No, no, Sangsang no tiene idea del apetito de Lan Zhan, si se entera que puedo procrear ¡Creo que no volvería a probar alcohol en mi vida!”
 
Huaisang solo volvió a cubrirse el rostro con el abanico, riendo tras el mismo mientras su compañero dejaba la jarra terminada y caminaba a su lado, de regreso al interior del Salón.
“Wei-Xiong tiene que ser consciente, y decirle cuando suceda.”
 
Wei Wuxian solo palmeó la espalda del Nie Furen, jugando un poco con los bordes dorados en la tela verde que portaba.
“Sangsang debería ir planeando cómo decírselo a Chifeng-zun también.”
 
 
(*)
Jiuwei Hu: Espíritu zorro de nueve colas
Huli Jing: Espíritu zorro
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Vengo tardísimo al Niecest Week pero bue jagsjaja la intención es lo que cuenta

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2022 ⏰

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