Capítulo 24: Señales ignoradas.

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Alina.

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—Leí en un libro que si una pareja de baile tiene coordinación, el sexo es más placentero —conté omitiendo una risilla—, puesto que los movimientos de los cuerpos sincronizan, por lo que si ambos se mueven con la misma sintonía, en el sexo debe haber más conexión.

Preslie me miro alzando una ceja.

—¿Debería mostrarte mis dotes de baile con William para que adivines si tenemos buen sexo? 

Me puse roja.

—N-no lo decía en ese sentido —trague saliva, mirando a otro lado que no sean los bailarines que ensayaban una coreografía.

—No volveré a ver los bailes en pareja igual, gracias Alina —su sarcasmo me hizo reír.

—Ahora que lo pienso tienes razón.

De los libros que Matthew me había regalado, uno de ellos mencionó ese dato y me pareció tan atrevido pero tierno —cuando el protagonista del libro lo dijo— que no pude evitar enamorarme de otro personaje literario.

Mi lista incrementa cada día y no puedo culparme, las escritoras se lucen creando al hombre ideal.

—La presentación es en una hora, alista tu cámara —me señaló y se marchó para coordinar otros detalles.

Ahora que Joline y Travis se habían esfumado, su trabajo no debía hacerse solo. Ellos hubiesen llegado lejos de no haber sido por Jerson, su trabajo era genial y a los fans les gustaba en demasía.

—Supongo que ahora que tengo tiempo libre puedo...

¡Leer!, debía terminar esa trilogía sí o sí.

Habían enormes cajas metálicas negras con bordes plateados detrás del escenario, tipo maletines en los que guardaban los ensambles para levantar un escenario, logré subirme a la más pequeña aunque mis piernas aún así quedaban lejos del suelo.

Me quite la mochila negra que colgaba en mis hombros, saque de su interior el segundo libro de la trilogía y me dispuse a leer justo donde me había quedado.

Esta vez no me puse auriculares ya que resonaba la música de Matthew así que era buen ambiente. Su voz se escuchaba a través de las bocinas las cuales habían instalado hace menos de una hora.

Me sumí en la lectura y el don majestuoso de la escritora por redactar perfectamente un encuentro íntimo y romántico entre los protagonistas. Sobre todo atrevido, aparte la mirada del libro, mis ojos inspeccionaron a las personas que andaban de un lado a otro, trabajando e ignorándome.

Volví la vista al libro, leyendo con atención cada palabra que narraba aquel momento erótico.

El salvajismo de él y la sumisión de ella.

Metas cumplidas.

Cruce mis piernas instintivamente, leyendo como si mi vida dependiera de lo que sucedía, apreté mis piernas y reí silenciosa, disfrutando el esperado encuentro entre dos personas de mundos distintos.

—¿Qué lees?

Cerré el libro de golpe y vi detrás del mismo al castaño; miraba mis ojos fijamente mientras se hidrataba.

—L-la trilogía que te conté —aclaré mi garganta.

—Debe ser buena —relamió sus labios y cerró la botella. Avanzó hacia mi, con una mirada de lobo hambriento—, puesto que estás cruzando las piernas.

¡Hey, 60544!: EMISORA.EN EDICIÓN.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora