Capítulo 15

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Siempre me gustó hacer regalos

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Siempre me gustó hacer regalos. Me encanta poder tomarme el tiempo para elegir algo para otra persona, ser detallista y demostrar en un obsequio un poco de amor. Aunque debo admitir que para ciertas personas se me complica poder elegir algo correctamente, es como si me quedara en blanco y no supiera que camino elegir. Odio no saber si lo que estoy a punto de regalar va a gustar, no atinar en el regalo y que la otra persona se decepcione es preocupante y me destroza. Siento que fracaso en cierto sentido.

Hay todo tipo de regalos: por compromiso, esporádicos, en fechas específicas, con diferentes tamaños, los que compras en una tienda o los que haces con tus propias manos. Me gustan estos últimos, tomarme el tiempo de hacer un regalo para otra persona, siempre lo sentí como algo más personal y sentimental.

Mi mejor característica es que puedo hacer regalos artesanales y me gusta bordar. Dos cualidades que se complementan para este caso. Marcus entra en la categoría de personas a las cuales no sé qué regalar, no es porque no quiera, sino que no lo conozco suficiente para decidir rápidamente qué le voy a regalar. Por lo que buscar información sirvió un poco para elaborar su regalo de cumpleaños y tener a una aliada que lo conoce de toda la vida también termina siendo favorecedor.

El diseño era complicado a nivel patrón, pero había quedado considerablemente bien. No pude dividir el trabajo del bordado simplemente tuve que terminarlo en un solo día. Me había quedado bien, el diseño era arriesgado y rogaba para que a Marcus le gustara y si ese no era el caso por lo menos que no lo despreciara enfrente mío. Por favor.

Terminé de armar mi otro regalo y esperaba que le gustara mi ingenio. Un gran desayuno era una buena manera de empezar y los cumpleaños tienen algo especial que le agregan un toque diferente al transcurso del día.

—¿Nichole? —Marcus entró en la cocina y por instinto grité fuertemente por el susto.

—¡Casi me muero del susto! —le reproché. Él simplemente miró los dos platos que estaba decorando—. Acabas de arruinar la sorpresa, ¡bien hecho Marcus! —Dejé las uvas a un lado y lo miré enojada.

—Yo...—parecía ligeramente confundido.

—Nunca apareces por la cocina, ¿Por qué hoy? —pregunté esperando una respuesta—, además, ¿quién se despierta a las siete de la mañana el día de su cumpleaños?

—Siempre me despierto temprano —se defendió.

—No puedes ser considerado por ti mismo y deleitarte unas horas más en tu cama disfrutando el placer de poder dormir hasta tarde —dije.

—Suelo prepararme siempre el desayuno —señaló.

—Pues en esta ocasión lo hice para ti —miré los platos —, casi lo terminaba. Estaba esperando para empezar a cocinar la comida que va caliente. Pensé que te levantarías más tarde y me darías tiempo.

—No me gusta que me cocine personas desconocidas.

—Pero fuimos al restaurante.

—Eso es diferente, conozco a las personas de allí —fue hasta la despensa y sacó pan integral.

Solo quiero estar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora