Amor borroso | Hange Zoe

XIV

Habían pasado tres meses desde que Hange y yo entablamos una relación.

Por ello, sucedieron cosas interesantes.

Los primeros en enterarse de nuestra relación fueron Jean, Sasha, Connie y Levi, ya que eran nuestros amigos más cercanos, (aunque ellos ya sabían que nos gustabamos hace tiempo).

Posteriormente, quise decírselo a mi padre, tenía un poco de miedo pues nunca le mencioné que me gustaban las mujeres por lo que no sabía cómo reaccionaría.

Afortunadamente, se lo tomó bien y reaccionó muy feliz ante la noticia, tanto que quiso conocer a Hange cuanto antes.

Durante el mes de julio, nos estuvimos replanteando vivir juntas.

Una vez estuvimos seguras de aquello, pensé en comprar una nueva casa, pero a Hange se le ocurrió algo que nos pareció lo mejor y acabamos aceptando.

Meses atrás, sus padres decidieron quedarse en la ciudad, por un tiempo estuvieron en la casa de la castaña pues a ella tampoco le causaba algún problema.

Meses atrás (Julio).

Hange se encontraba andando de un lado a otro, con una de sus manos en su barbilla pensando en algo que hacer respecto a la casa.

–Oh, ya sé–dijo dirigiéndose hacia (n)–Ya sabes que mis padres están buscando una casa en la ciudad–la otra chica asintió–si te parece bien, ¿por qué no me mudo contigo a tú casa y a ellos les dejo la mía?, pero si quieres buscar una nueva casa no importa, la buscaremos–finalizó.

–No, me parece una idea perfecta–sonrió y después añadió–porque ahora que lo pienso, buscar una casa que nos guste y esté bien de precio puede llevar bastante tiempo, además de que ahorraríamos dinero–completó.

Presente.

Una vez teníamos esa idea clara, se la propusimos a sus padres, los cuales aceptaron de inmediato.

A decir verdad me llevaba muy bien con los padres de la castaña.Desde que me conocen siempre me trataron bien y me incluyeron como un nuevo miembro de la familia, algo que agradecía internamente.

Algo que también cabe mencionar es que al igual que Hange y yo vivimos actualmente juntas, Sawney también lo hace.

Pensándolo bien, aquel gato fue quien nos unió aún más.

Una cosa que de verdad amaba hacer con Hange por las noches era, estar desde que terminasemos de cenar hasta que nos entrase el sueño en la terraza, contemplando las miles de estrellas que se plasmaban en el oscuro cielo, con un vinilo de Queen de fondo, algún que otro cigarro de por medio y besos de media noche.

Se había convertido en una rutina, una rutina que no me cansaría de repetir.

El verano llegó a su fin, anunciando que con la llegada del otoño, el frío dentro de poco llegaría a la ciudad.

📷☕

Apoyada de brazos cruzados sobre la encimera, mientras esperaba a que la sopa se terminase de hacer, comencé a pensar sobre Hange.

Estos últimos días la notaba como...Distraída.

Era como si perteneciese a un mundo diferente a este.

Incluso más de una vez, cuando le llegaba una notificación parecía tener miedo de saber de que se trataba.

Le había preguntado si estaba todo bien, a lo que simplemente asintió diciendo que no era nada importante.