ASQUEROSO
*Temas sensibles. Leer con discreción y mantener en mente que esto es ficción y se escribe por el simple hecho de narrar una historia que nunca ha sido vainilla ni romantiza ningún tipo de comportamiento.*
Adriano
Noviembre 8, Sicilia.
<<No, no, no...>>
Me paso la mano por el cabello, porque me dejaron en verguenza, ya es totalmente oficial el que los trillizos Hoffmann-Marchetti escaparon de la Cosa nostra, de que fui su captor y falle.
<<—Nunca podrías ser un buen Don Adriano. —dijo mi padre mientras mis manos estaban juntas entre mis piernas, tengo 17 años.
—Eso no lo sabes. —dije queriendo enfrentarlo.
—Claro que lo se, eres mi hijo y te amo, eres familia y eso va a ante todo y solo por ser mi hijo te mereces un buen lugar en esta familia, sin embargo como gobernante no. —espeto con seriedad alzando mi cara ya que mientras yo intentaba enfrentarlo miraba al piso.
—Él no es parte de esta familia. —espeto bajando su mano de mala gana. Odiando que no me viera como suficiente y a el si.
—Tienes razón Adriano, pero yo como Don de la Cosa Nostra tengo que buscar el bien de esta familia, así sea absorbiendo a alguien que no lleva nuestra sangre. —espeta con una seriedad que me perturba causando que gira la cabeza a observar a Isaac, al maldito Isaac que hace practica de tiro con los mercenarios de MI padre, opacando mi lugar...>>
Mi mano barre con fuerza con todo el escritorio, rompiendo en pequeñeces cada cosa que tenía sobre él con la ira que me carcome por dentro mientras las palabras del antiguo Don de la Cosa Nostra me perturban, me hacen débil como tantas veces me lo hizo saber de diferentes formas.
Alzo la cara con el odio plasmado en ella, mientras capto a Carlo Vella que entra en la biblioteca.
—Don. —me dice y no puede evitar observar los fragmentos de todo por el suelo.— El ministro italiano está aqui.
—¿Para qué vino ese bueno para nada? —pregunto enfurecido— Los trillizos Hoffmann-Marchetti vuelven a dejarme en vergüenza, vuelven a demostrar...
No llegó a terminar la oración cuando el consegliere me mira hablando.
—Vuelven a dejarnos Adriano, somos la Cosa Nostra, no solo eres tú... —me dice y lo fulmino con la mirada de una forma que no nota, sin embargo yo sí, porque se que por dentro él también creyó siempre en mi padre, en lo que mi padre creía de mí y en días como estos en cuando más todo se acumula.
Lo único en lo que Carlo Vella no creía como mi padre era en que Isaac podría formar parte de esta familia sin llevar nuestra sangre.
Carlo Vella siempre ha creído que no hay nada como la sangre, y cuando esta está tan manchada de algo es imposible hacerlo desaparecer, un hijo siempre será el hijo de su padre, así este sea un narcisista, un psicópata, o un animal...