1

577 60 16
                                    

Cuando llegué a casa, la carta yacía sobre la mesa, sin abrir, lo que indicaba que mi madre había conseguido combatir su curiosidad y respetar el hecho de que, encima de nuestra dirección, estaba escrito mi nombre.

No me comentó nada al respecto. Ambas conocíamos bien al remitente, así como su dirección. Mamá se limitó a mirarme con cautela, con toda probabilidad porque no sabía cómo reaccionaría al tener noticias de él. Al fin y al cabo, habían sido cuatro años de silencio absoluto, tanto por su parte como por la mía.

Respiré hondo antes de coger el sobre de color crema. Lo abrí con cuidado, intentando no romper el papel aterciopelado, y saqué una tarjeta con decoraciones florales y un texto impreso en letra cursiva.

Nos complace anunciarles nuestro próximo enlace matrimonial. Será el sábado 24 de julio de 2021, a las 12:00 horas, en el Hotel La Torre. Rogamos que confirmen su asistencia.

Encima del texto estaban escritos los nombres de los novios. Uno de ellos era más que conocido para mí, pero la otra persona ni siquiera me sonaba.

Artur Castells López y Maria Montserrat Casadevall Puig.

Me senté en el sofá, sin despegar la vista de la tarjeta que seguía sosteniendo entre mis manos, y solo la desvié para mirar a mi madre.

—¿Tú lo sabías?

Ella suspiró antes de asentir con un suave gesto de cabeza.

—Me llamó hace unos días. Quería saber si me parecía una buena idea que te invitara.

Levanté una ceja e intenté reprimir una carcajada, que terminó quedando en una sonrisa un tanto extraña.

—¿Se estaba planteando no invitarme? —inquirí.

—No sabe cómo actuar contigo, y lo entiendo. Después de todo, hace cuatro años que no os habláis.

—Y no es solo por mi culpa —puntualicé.

—Ya lo sé, Nora. —Volvió a suspirar—. Mira, quiere hacer las paces contigo, y no sabe muy bien cómo. No se lo pongas difícil.

—Todavía no sé si voy a ir.

—Es tu padre —me recordó—, y lo que pasó no me parece algo imperdonable. Ha cambiado, se ha esforzado en mejorar. Los dos sois tozudos y orgullosos, así que tampoco me extraña que hayáis estado años sin hablar, pero él está intentando tender puentes para que os reconciliéis.

—¿Tú irás?

—Claro que no —respondió, como si fuera evidente—. ¿Tú invitarías a tu ex pareja a tu boda?

Hice una mueca.

—No, la verdad es que no.

Pensé que me contestaría, pero no dijo nada, inaugurando unos tensos minutos de silencio entre nosotras, pero que al menos me permitieron procesar un poco la noticia. Estaba dividida.

Por una parte, sentía que mi madre tenía razón y que ya era hora de arreglar las cosas con mi padre; por otra, había ese habitual orgullo quemando dentro de mi pecho que me decía que una invitación no era una disculpa, y que tenía que ignorarlo hasta que se esforzara más.

—Entonces... ¿irás? —preguntó finalmente mi madre.

—No lo sé —respondí, levantándome del sofá—. Tengo que pensarlo. He quedado con las chicas, no cenaré en casa.

Había pasado por casa antes de ir a donde había quedado con mis amigas para ducharme y cambiarme, pero en ese momento solo quería salir de allí, porque me estaba empezando a agobiar. Dejé la invitación encima de la mesa del comedor, y abrí la puerta para irme.


***


—Te lo digo yo: ese tío no se la merece, es demasiado buena para él —dijo Carlota, con su punto de agresividad habitual, sentada en la silla del restaurante mientras comentaba los últimos sucesos del reality de moda con Paula.

En cualquier otra ocasión lo habría estado comentando con ellas, porque yo también veía el programa y solíamos hablar de ello, pero esa noche mi cabeza estaba en otra parte.

—Hola, Nora, ¿estás ahí? —preguntó Carlota, pasándome una mano por delante de la cara, cuando yo llevaba un rato con la vista centrada en la silla vacía que había delante de mí.

Sacudí la cabeza, volviendo a la realidad, y me giré hacia mis dos amigas, que me miraban con diversión.

—Perdón, estaba pensando en otras cosas —contesté—. ¿Qué decíais?

—Nada importante —respondió Paula—. ¿En qué piensas?

Respiré hondo. No les había comentado nada del tema, porque sabía lo que me iban a decir y no estaba lista para que intentaran convencerme, pero también sabía que no iban a dejar de insistir hasta que se lo contara.

—Mi padre se va a casar, y me ha invitado a la boda.

Carlota frunció el ceño.

—¿Ya te hablas con tu padre? —preguntó, porque ellas me conocían desde hacía años y sabían la historia con mi padre.

—No, y es por eso que no sé si voy a ir.

—¿Se casa en el pueblo donde vivíais? —inquirió Paula.

—Sí. Siguen viviendo ahí.

—Y, ¿no te hace ilusión volver? —insistió—. ¿Cuánto hace que no vas?

—Casi cuatro años —murmuré.

Habían pasado cuatro veranos desde la última vez que había ido al pueblo. Hasta entonces, había ido cada verano, sin falta, para pasar tiempo con mi padre, mi abuela, mi hermano y mis amigos, pero todo había terminado con la pelea. Era consciente de que lo que había hecho era huir y no salir de Madrid, donde había vivido con mi madre desde su divorcio, diez años atrás.

No me costaba aceptarlo, pero eso no significaba que me fuera a ser más fácil volver.

—Tía, no sé ni por qué te lo estás pensando: viajecito pagado a la costa, con alojamiento incluido, y encima de boda, donde podrás ponerte las botas con la comida y el cava. Si no quieres ir, ya voy yo por ti —bromeó Carlota.

—Además, ahora que lo pienso... Ese chico del que te pillaste ese verano, hace años, ¿no vivía ahí? Creo que fue el mismo verano que te peleaste con tu padre —preguntó Paula, y tragué saliva, porque no había pensado en eso—. ¿Cómo se llamaba?, ¿Pau? Tenía un nombre muy catalán.

—Pol —respondí.

—Eso. ¿No tienes ganas de volver a verlo?

Me encogí de hombros, porque no sabía cómo sentirme al respecto. Habían pasado muchos años, y lo nuestro no había terminado precisamente bien. Cuanto más pensaba en todos los asuntos sin resolver que había dejado ahí, menos ganas tenía de ir.

—Yo creo que ya toca, Nora —me dijo Paula, poniendo una mano sobre la mía—. ¿No echas de menos a tu abuela y a tu hermano?

—A mi hermano lo veo en Navidades —le recordé, pero luego suspiré—. Sí que quiero ver a mi abuela. La llamo de vez en cuando, pero para mí no es suficiente. Además, está mayor, y nunca se sabe qué puede pasar.

—Pues ya sabes, Norita. —Carlota sonrió—. Es hora de volver.





__________

¡Yyyyy aquí el primer capítulo! Este es cortito porque es muy introductorio, pero a partir de ahora ya serán más largos. No tendréis que esperar demasiado, porque tenemos maratón inicial, lo que significa que tanto mañana como pasado también habrá capítulo, además de el miércoles (os recuerdo que de normal subiré dos capítulos por semana, uno los miércoles y otro los domingos).

¡No olvidéis votar y, si podéis, comentar!

Os quiere,

Claire

P.D.: Poco hablo de lo MUCHÍSIMO que echaba de menos publicar en Wattpad, llevaba un buen tiempo sin hacerlo y empezar a subir esta novela está siendo como volver a casa, me hace muy feliz :D

Hasta que acabe el veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora