El picnic.

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No es nada sencillo en mi caso andar acicalada, mi ropa, cabello y rostro, precisamente ese día estaba peor de lo usual.

Tomé un baño, utilicé un Jean y un blusón de flores y eché a correr, en el camino, tropecé con Victoria, mi compañera en clase de inglés, la cual me reverenció de manera amable...
—Hola Christ...-No completó la frase —¿Qué te ha ocurrido? Luces algo atareada —Exclamó.
—Hola Vic, este, sí, no, tal vez; ¡Hablamos luego, cuídate! —Corrí nuevamente mientras ella me observaba con curiosidad.

Sin darme cuenta, mi cabello estaba igual o peor que antes por el afán.

Salí a la avenida principal y allí estaba él, esperando mi llegada; al divisarme a lo lejos me regaló otra sonrisa de lado.
—Hola, ¿Cómo estás? Estás algo... ¿Cansada? —Saludó entre risas.
—Hola... —Reí también. —Excelente, ¿Y tú? —Respondí con tono de idiota.
—Igualmente, ¿Te parece si vamos al parque para tomar algo o lo que sea?
—Me parece bien...
Así fue, nos dirigimos allí y organizamos lo que había traído para comer.
Sus ojos; simplemente, me estaba volviendo adicta a ellos, o tal vez, me estaba convirtiendo en asediadora potencial; una de ambas opciones, o las dos en el peor de los casos.

¿Qué se supone que debo preguntarle para poder hablar sin parecer extraña? Es como preguntarle si le gusta el pan o algo así, nunca he creído que soy buena conversando, por ello probablemente no tenga muchos amigos, pero en esta ocasión opino que valdrá la pena parecer una psicópata...
—Pensé.

—Y... ¿Te gusta el pa... —Justo cuando iba a preguntar lo del pan interrumpí mi pregunta sobre cómo estaba su adaptación a West School, ya que era algo grande el área, muchas personas, algarabía y demás, pero esa, era la base de párvulos o grados inferiores y superiores, pero sobre todo el campus (Lo digo de dicha forma ya que Western es un gran espacio en el que se encuentran la escuela y universidad en uno solo).

Al terminar de formularle mi pregunta, respondió:
—Es algo complejo el cambiar de método en cada asignatura y bla bla bla, espera un momento... ¿Estabas a punto de preguntarme sobre "si me gustaba el pan"? —Carcajeó fuertemente.

Estúpida, Christina. ¿Lo ves? Tienes las mejillas cual tomates.

Enrojecí más que cualquier otro día.

Pero me dejé de llevar, por sus bromas, la naturaleza de nuestro alrededor, el atardecer color rojizo y el encontrarnos solos contemplando cada detalle.
—¿Qué crees que se sienta morir en el sol? —Le dije mirando a la nada sonriendo.
Sonrió también.
—Lo más posible es que lo que diga sea algo muy tonto y femenino, pero... ¿Sabes? Creo que sería una dolorosa pero linda muerte —Me respondió buscando contacto visual entre ambos y abriendo sus ojos de manera expresiva.
—¿Linda muerte? —Enarco mi ceja en expresión de confusión.
—Sí. Podrías ver el reflejo de tus ojos en los rayos del sol, mientras tus pupilas se calentarían y volverían miel. Una vez terminases en la estrella, harías tú parte de ella... Finalmente iluminando siempre a los demás desde allí arriba.

Estas últimas palabras expuestas por él, produjeron bienestar en mí. Sin embargo, nuestro tiempo a solas no duró mucho; ya que Adam, Adam Carter, un amigo cercano de Austin le telefoneó diciéndole que lo más indicado era que asistiese al partido, ya que los otros imbéciles del equipo de baloncesto no estaban dando ni un mínimo esfuerzo por el triunfo.

—Christy... Acabo de pasar un gran momento junto a ti... Pero, ellos son como mi otra mitad, mi otra familia; como quieras llamarles. Aunque si quieres... Puedes acompañarme y vamos después a tu casa, ¿Te parece bien?
Reí con nostalgia.
—Como prefieras, vale... Te acompaño.

Desde aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora