Al regresar de la nueva casa de sus padres, lo primero que le parece extraño a Ron es el silencio en el hotel que suele estar lleno de vida y que comparte con sus mejores amigos y su hermana. El segundo, es encontrar la nota de Ginny en la mesa que le informa que todos habían salido excepto Hermione, luego mirar el reloj y saber que ya pasó la hora de la cena.
Hermione nunca se perdería la hora de la cena haciendo nada.
En tercer lugar, es el sonido que su oído agudo de Auror logra captar, la frecuencia conocida de la voz de su capitán que llega a sus oídos en forma de sollozos.
Sin siquiera pensarlo, su cuerpo se mueve por sí solo hasta llegar a la habitación de ella, su corazón latía con fuerza en sus oídos al menor pensamiento de que algo podría haberle pasado a ella. Abriendo la puerta listo para pelear, tropieza con algunos pergaminos, la túnica de la auror, sus sábanas arrugadas y las lágrimas que siguen cayendo por sus mejillas.
Cuando los ojos estrellados por las lágrimas de Hermione se desvían de su mirada igualmente sorprendida por la vista, y con sus manos agarra una larga cicatriz en su estómago, Ron comprende la situación más rápido de lo que le gustaría decir.
Porque para Hermione, sus marcas de guerra no significan orgullo, un "arriesgué mi vida por una causa y sigo aquí". Para ella, eran un recordatorio constante de las cosas que podría haber hecho mejor, de una estrategia diferente que podría haber usado para evitarlas y lograr resultados más efectivos.
Sus cicatrices la avergüenzan hasta el punto de sentirse deprimida con solo mirarlas en el espejo.
Y por mucho que Ron sopese esa idea en su cabeza, simplemente no tiene sentido. Hay cosas que ni siquiera ella, la mejor guerrera del reino, no puede evitar. Las cosas suceden, la vida no está planeada y, sin embargo, su escuadrón puede seguir viviendo en ella con lesiones y pérdidas mínimas gracias a ella. Gracias a ella, situaciones que fácilmente podrían haberse salido de control se controlan con la máxima precisión.
No tiene sentido que Hermione se avergüence de la evidencia de su habilidad.
Ron despierta de su estado mental cuando escucha un sollozo proveniente de ella y su corazón se rompe de inmediato. Una mano fantasma aprieta su pecho cuando Ron ve su figura, —que recuerda alta, erguida y decidida—, envuelta en sí misma, tratando de desaparecer y fundirse con el suelo.
Realmente no sabe que hacer, pero no está dispuesto a dejarla así, ni a la mujer que lo ha ayudado cuando lo necesitaba, ni a su mejor amiga, ni a la que más de una vez le ha salvado la vida a él y a Harry. Con acciones y palabras.
"Herms".
Su voz es baja y suave, no quiere asustarla. Lentamente se acerca a su forma temblorosa, inclinándose para sentarse a su lado. Ni siquiera lo mira cuando él apoya una mano en su hombro.
Ron es terrible para consolar a la gente y no tiene ninguna experiencia, pero para ella, lo intenta. Recuerda brevemente la forma en que la propia Herms una vez lo hizo salir de su caparazón de hielo y trata de copiarla.
"Por favor mírame."
Su mano izquierda se desliza por su espalda y la mueve en círculos, esperando que lleven el efecto calmante que una vez le dio. Su piel es suave y muy fría al tacto, por lo que utiliza ligeramente su varita para darle un poco de calor y Hermione tiembla. Pero aparte de ese pequeño temblor, es la única reacción que obtiene y algo feo se pone patas arriba en su interior cuando nota que las lágrimas, grandes y pesadas, siguen cayendo por sus mejillas.
"Hermione".
Ron lo dice con una voz suave. Es casi una súplica para que ella reaccione de alguna manera, de cualquier manera, para hacer algo que le diga que está aquí con él.
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Cicatrices de Guerra [Romione]
FanfictionDespués de salir de una misión juntos, Ron encuentra a una Hermione deprimida e insegura de sus cicatrices. Ron la entiende, aunque no está seguro de por qué ella se siente así. Porque para él, ella siempre es perfecta. - Continuación del Canon, Adu...