Disclaimer: De Horikoshi, que es mu' majo y seguiro que no le importa que juguemos a besuquearlos.
"Este fic participa en la actividad multifandom del foro Alas Negras, Palabras Negras."
Prompts sorteados: Río [lugar], Despotricar [verbo], Corazonada [escénica].
Condición del mes: Temática o personajes LGBTIQA+.
Notas: Va del tirón. Tenía la idea rondando (junto a otras) desde que me dieron los prompts. Empecé a media tarde a escribir los primeros párrafos y acabé desvelándome en la noche por el ansia de terminarlo. Preferí publicarlo sin pensarlo y no poder arrepentirme después. Disculpad si hay alguna errata, en algún momento próximo pasaré la escoba e intentaré corregirlas.
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Un niño humano de pelo verde corre descalzo por el pasto húmedo. El ruido de la tormenta se une al de la crecida del río, que ruge con la fuerza de cientos de caballos al galope. En el cielo oscuro, tan negro que prácticamente ha anochecido a pesar de que es poco más de mediodía, brillan fulgurantes los relámpagos a intervalos irregulares. Los pies le chapotean en el barro, que lo empapa hasta las rodillas, cuando llega al pueblo y se apresura en asegurar los postigos de las ventanas de su casa para que no se abran con la fuerza del aire. Los gruesos goterones de agua le chorrean por la frente y las mejillas, acariciándole las pecas que tiene en ellas y desviándose alrededor de su radiante sonrisa. Termina de cerrar la última ventana y oye que su madre, que está cerrando los postigos del piso superior, lo llama. Antes de entrar al interior de la casa, mira hacia el cielo una última vez, sobresaltándose con un relámpago al que sucede un potente trueno que retumba por todo el pueblo acto seguido.
Un hada de pelo rojo y blanco observa la tormenta desde el interior de un gran sauce llorón a través de sus ojos de color desigual. Apenas puede ver la lluvia por la cortina de hojas que protege el que es su hogar y que las hadas de su tribu han hecho crecer hasta llegar al suelo. La luz centelleante de los relámpagos no llega al interior de la cúpula verde azulada, iluminada con los reflejos del agua del río, que baja impetuosa entre las raíces del sauce a un par de metros de él, pero las hojas vibran con la potencia de los truenos. Cuando aparta las cortinas apenas un palmo, para atisbar el diluvio que cae fuera de su refugio, su padre lo llama. Fastidiado, el hada bate las alas semitransparentes que nacen en su espalda y, reluctante, obedece la orden con gracilidad.
Un dragón en su forma humana, con la mirada roja y fiera, atisba el horizonte desde la ventana más alta de la torre más alta de la fortaleza bárbara donde su clan se refugia durante la temporada de lluvias. Desde donde está, casi parece tocar las nubes negras, llenas de relámpagos y grandes goterones de lluvia que le salpican el torso descubierto y lleno de tatuajes tribales cuando impactan en el alféizar de piedra. A los pies de la fortaleza se extiende el enorme bosque, habitado por las hadas y, un poco más abajo, siguiendo el curso del río, algunas poblaciones de humanos salpican la llanura que se extiende hasta las grandes montañas donde viven los gigantes de hielo. Un dragón rojo, otro púrpura y un tercero, amarillo eléctrico, que gira juguetonamente en el aire, acompañando en sus acrobacias a otro de color negro, todos ellos de tamaño infantil, cruzan el cielo oscuro como flechas, serpenteando entre los hilos de electricidad que iluminan el cielo, bailando al ritmo de los truenos que retumban en el pecho del chico cuando se encarama al alféizar para unirse a ellos con un salto fluido.
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El niño de pelo verde crece hasta convertirse en un chico tranquilo, sonriente y optimista. Ama el conocimiento por encima de todas las cosas. Es afable y estimado en el pueblo por sus medicinas, fabricadas por él mismo, y por la amabilidad con la que trata a todo el mundo. Saluda y sonríe a cada persona que se encuentra por el camino que separa su casa, donde tiene un pequeño laboratorio en el que trabaja y una ventana que utiliza de despacho para atender a quienes acuden a adquirir sus pócimas, del borde del pueblo. El cielo está oscuro y augura una tormenta, la primera de la temporada, pero no le importa. Camina ligero, apartándose del camino nada más sale del pueblo. La hierba es alta y verde, y se mece suavemente bajo los pies descalzos de Izuku, que se ha quitado las botas en cuanto ha pisado la primera brizna. Siente bajo los dedos de los pies la tierra húmeda, preparada para acoger el agua que se avecina, y la vida que transmite. A paso ligero, enumerando en voz baja, para sí mismo, todas las hierbas que necesita recoger, se deja llevar por sus pies hasta la orilla del río, agachándose para cortar de forma hábil tallos de plantas concretas que va guardando en su morral.
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Días de tormenta [TodoBakuDeku - TodoKatsuDeku]
FanfictionUn humano, un hada y un dragón cruzan sus caminos tras una noche de tormenta y sus vidas no volverán a ser las mismas. Oneshot originalmente pensado para narrar en formato de cuento. TodoBakuDeku/TodoKatsuDeku Fantasy AU. Shouto es un hada, Katsuki...