4: Amargada...

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La noche anterior me quedé horas y horas hablando con Adam, aunque al final como siempre terminamos peleando, creo que eso no era nada nuevo en nuestra relación, pero yo sabía que hoy hablaríamos otra vez y sería como si nada hubiese pasado

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La noche anterior me quedé horas y horas hablando con Adam, aunque al final como siempre terminamos peleando, creo que eso no era nada nuevo en nuestra relación, pero yo sabía que hoy hablaríamos otra vez y sería como si nada hubiese pasado.

También resulta que la caja que había enviado mi madre contenía muchas fotos y cosas para adornar mi habitación y tener recuerdo de ellos, por lo que estuve feliz cuando la abrí.

Ahora estaba camino a mi segundo día de universidad, ya está vez más calmada, con muchas ganas de entrar y escuchar la clase de ese día. Solo que mi buena vibra se apagó en el momento en el que entré al aula y vi que extrañamente Elay ya se encontraba allí, ocupando el asiento que Roy había ocupado el día anterior y sumido en su celular.

Di los buenos días, porque también había más compañeros y antes de que yo me acercara a mi asiento, él alzo la cabeza para mirarme.

Lo único que podía recordar era lo grosero que había sido conmigo la noche anterior, sin embargo, eso no iba a impedir que tomara el mismo asiento que también había ocupado el día anterior, que justamente era a su lado, por lo que podía sentirlo siguiéndome con su mirada, hasta que me senté.

– Buenos días cariño – dijo de repente divertido, no entendía que le hacía tanta gracia y él lo notó porque siguió hablando como si nada – Oh, sí, yo estoy muy bien ¿y tú? – fruncí el ceño. ¿Qué le estaba pasando? – ¿Y tú? ¿Te comieron la lengua los ratones? – me abstuve de poner los ojos en blanco. Quería gritarle, pero no lo hice, por lo que de la misma forma en que volteé para mirarlo, volví la vista al frente – Eres un poco grosera ¿Lo sabías?

– Y tú eres un idiota – dije muy bajito, lo suficiente para que solo él escuchara, por lo que sin más volvió a reír – Era mejor cuando no hablabas – yo normalmente no era de las que atacaba así, pero en vista de que no iba a dejar que se burlara de mí, tenía que defenderme.

– Ya, lástima que ahora que estas cerca no puedo quedarme callado... – lo mire molesta y pude notar que se veía mejor, el corte en su ceja tenía un pequeño puente y el moretón de su mandíbula era sólo una pequeña sombra. Todavía me preguntaba ¿Qué le había sucedido la noche anterior? Pero tampoco era algo que me moría por saber.

Preferí no contestarle y vi que más alumnos empezaban a llegar, incluyendo a Roy quien apareció gritándole a su amigo.

– ¡Oye tu pedazo de mierda! Levanta tu trasero de mi asiento.

– En ningún lugar está tu puto nombre ¡Pedazo de mierda número uno! – le contestó Elay.

– ¿Qué demonios te sucedió? – le pregunto Roy.

– Nada que te interese, ahora sólo siéntate atrás.

– Pero ¿Qué rayos? ¿Por qué quieres ese asiento? además estas al lado de mi nueva amiga – Roy me señaló – Buenos días preciosa.

Esa Bonita Pesadilla (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora