9. "Aprendiendo a identificar"

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Benjamín

Deje de leer cuando la voz de Nicolás volvió a sonar. Baje el libro y me centre en él.

-¿Café o té?-preguntó con el seño fruncido.

-A ti no te gusta el té,-dije con extrañeza.

-Seria bueno empezar a probarlo-se encogió de hombros.

-Entonces ordena un té.

-¡No!

-¿Por qué?

-No me gusta-comentó.

Lo miré desconcertado.

-Pero tu acabas de decir...-intente decir pero el me interrumpió.

-Lo sé. Pero me conozco, se que no me gustará.

Puse los ojos en blanco y volví a centrar mi vista en el libro. Faltaban pocas páginas para terminarlo, en pocos días puedo decir que e leído más de lo que e hecho en toda mi vida.

-Lo decidí-su voz volvió a hacerse presente.

Me rindo, estando cerca de él no puedo leer agusto. Cerré el libro y no dejé sobre la mesa.

-¿Qué decidiste, Nicolás?-lo animé a qué me dijera.

-Tomaré una limonada.

-Tardaste tanto pensando para elegir eso, ¿En serio?

Él asintió y miro a todos lados, ubicando a un mesero. Segundos después llamo a uno, el mesero se acercó a nosotros y saco de su mandil la pequeña libreta y su pluma.

-¿Qué desean ordenar?

-Una limonada,-pidió Nicolás.

El mesero se giró hacia mi.

-Café negro, por favor.

Asintió y se marchó.

Mire a mi amigo y me miraba con las cejas fruncidas y observaba algo en especial.

-¿Qué, tengo algo en la cara?

-Jane te arrastró por el suelo o por qué tienes la sudadera sucia.

Mire de reojo la sudadera y después le volví a prestar atención.

-Dormimos en el jardín. Hacia frio y le dí mi chaqueta-informé.

-Claro, ¿por qué dormir en una cama donde tienes sábanas y almohadas, cuando tienes un jardín el cual tiene un piso duro, el frío te envuelve toda la noche y puedes ser capaz de contraer una hipotermia?-soltó sarcástico.

-Fue una nueva experiencia. Una anécdota que le contaré a mis nietos.

Nicolás río, a los segundos yo lo seguí y la mesa se llenó de nuestras risas. Su mirada conectó entonces con el libro.

-No puedo creer que ya lo vallas a terminar, lo empezaste hace días,-lo señaló con la mirada.

Lo tome y alcé en el aire, agitándolo levemente.-No es aburrido, después de tiempo se vuelve entretenido o emocionante.

Bufó.

-Como dice mi querida amiga Sam: "¡Esto es genial, es como tele en tu cabeza!"-exclamé con la misma emoción que ella.

Nicolás volvió a bufar.

-No lo entenderías.

-No, no lo entiendo. Eso es aburrido.

Fue como si me dieran un golpe en el pecho.

-No pelearé contigo por esto. Aún que te lo repita mil veces, no podré cambiar esa mentalidad tuya.

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