📖NOVENTA Y TRES📖

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La última oración de mi padre aun vagaba por mi mente, aunque ya había pasado bastante tiempo, todo el viaje si era exacto. Luego de su abrupto recordatorio, me había dado unas palmaditas en la espalda y se había marchado para sentarse con mi madre en las pequeñas bancas que habían en la popa.

Deje que el movimiento del mar, que veía con sumo interés, limpiará completamente mi mente de todo pensamiento hasta que llegamos a Marley. Una vez que desembarcamos, luego de tomar nuestras maletas, mi padre detuvo un auto que solía hacer varios viajes recogiendo a los que llegaban en barco, algo así como un servicio de chófer que no era del todo particular; el auto que no era muy diferente al que nos había recogido esta mañana, nos llevó hasta la que había sido mi casa durante mis primeros años de vida. Desde la última vez que habíamos venido nada había cambiado: las calles principales aún estaban abarrotadas de personas y autos circulando en todas direcciones, los restaurantes y tiendas estaban, cada una, en el mismo lugar que recordaba, el camino que diariamente seguía al colegio también parecía ser el mismo; todo esto me hacia pensar, que como todo seguía igual, como era costumbre mis abuelos estarían esperándonos en el pórtico mientras bebían té helado y disfrutaban de la tranquilidad de nuestro vecindario. Pero definitivamente no sería el caso nunca más.

Había mirado por la ventana del auto durante todo el camino, por lo que no me sorprendió cuando nos detuvimos al llegar al edificio que conocía como la palma de mi mano. Bajamos, Levi pagó el servicio, mientras Ami y yo miramos nuestra casa como si fuera el monumento más imponente de todos los tiempos.

-No hay nadie... - pensé en voz alta.

La casa estaba oscura e incluso desde afuera era notorio que había estado olvidada por bastante tiempo, lo cual sólo empeoró mi sentir y destruyó el mínimo deseo que aún conservaba por estar aquí.

-Esto fue una mala idea - reconoció Ami con voz queda.

Levi suspiro a nuestras espaldas antes de colocarse en medio de ambos, tomar la mano de su esposa y colocar su mano libre en mi hombro, dandonos apoyo a ambos.

-Andando... - nos dijo con voz amable y nos dio un ligero empujón hacia delante.

Subimos lentamente los escalones. Incluso meter la llave y abrir era difícil el solo verlo, pues sabía que la casa no oleria a pan recién hecho ni habría música brotando de la sala. El silencio nostálgico, los fantasmas de la vida que una vez tuve, fueron los únicos que nos recibieron al cruzar el umbral. Una ligera capa de polvo cubría los muebles y fotografías de la pared: había una de mis padres sosteniendome al nacer, una de Falco y Gabi cuando se graduaron de su entrenamiento militar, unas cuantas de lo que quedaba de la legión de reconocimiento, una de mis abuelos sonriendo, otra más de ellos cargandome, unas fotos en las costas de Marley, otras de mi primer día del colegio y muchas más de toda mi infancia. Realmente esta casa era mi primer hogar.

La noche comenzaba a caer y aunque se oía el bullicio de la calle, los 3 aún recorriamos la casa como si se tratara de una mansión embrujada o algo por el estilo. Pasado el rato terminé en la que fue mi habitación: la cama perfectamente tendida, mis pocas medallas de concursos escolares aún estaban en la pared, mis juguetes de niño reposaban en su lugar junto a la ventana, mi escritorio aún estaba repleto de libros escolares y trabajos que alguna vez hice, estaba sin duda más personalizada esta habitación que la de Paradis y recordaba el porque:

«-Aún no entiendo porque quieren volver a Paradis - se quejaba Gabi mientras veía como mi madre guardaba su ropa en las maletas.

Levi según recordaba había salido con Falco a no se donde; Dione, la madre de Gabi, ayudaba a doblar sus pertenecías a mi madre; Ossian, el padre de Gabi, estaba en el marco de la puerta cruzado de brazos con expresion serena. Y yo por mi parte estaba siendo una presa en los brazos de Gabi y miraba con curiosidad las maletas.

-Somos de allá - se limitó a responder Ami.

-Pero su vida está aquí... - objeto Gabi. - Aquí está todo lo que Koinu conoce, no pueden simplemente decidirlo ustedes y esperar que el acepte...

-pero yo quiero ir... - interrumpí.

Recordaba que había hablado seriamente al respecto con mis padres, ir a Paradis también era mi decisión. Gabi se molesto con mi comentario y discutió sobre un supuesto lavado de cerebro, pero luego de que Dione dio su opinión a favor de mi madre, la discusión no tardó mucho en concluir. Ese mismo día, cuando se supone era mi turno de preparar maletas, los mismos presentes en aquel momento se movieron a mi habitación.

-¿Te llevaras esto? - pregunto Ami señalando unas cuantas cosas.

-No... - negué rotundamente.

-¿Y esto? - pregunto señalando otras cosas.

-Nop... - volví a negar moviendo la cabeza negativamente.

La pregunta se repitió numerosas veces y la gran mayoría de esas mismas, mi respuesta siempre fue un invariable “no”.

-Kai... - suspiro Ami cansada de mi negativa - No puedes irte sin nada.

-Si puedo - respondí provocando una risa de Gabi.

-¿Sabes que no te compraremos nada nuevo aunque sea una nueva vida? - señaló Ami cruzandose de brazos como la buena madre que era.

-Lo se - respondí imitandola, toda la vida siempre me había gustado enfrentarla.

-Entonces...

-No me llevaré nada, porque sino cuando regrese no será mi cuarto - me explique con la seriedad que me permitían mis pocos años de vida -. Vamos a su ciudad por una aventura, pero cuando volvamos necesitamos que siga estando nuestro hogar, sino ¿a donde volveríamos?»

Ir a Paradis siempre me pareció algo temporal, incluso ahora que mi vida parecía estar allá, aún creía que algún día volvería a Marley, tarde o temprano lo haría. En Paradis mi casa era solo eso, un lugar donde pasaba mis días y vivía con comodidad; pero, mi verdadero hogar era esta polvorosa casa, o por lo menos lo era mientras estaban mis abuelos. Quizá hogar eran las personas y no el lugar.

-Casi había olvidado que ganaste el torneo deportivo de tu escuela cuando tenías solo 6 - habló alguien desde la puerta.

Me había quedado, quien sabe cuanto tiempo, a la mitad del lugar recordando y viendo las sombras de los momentos pasados. La voz de Levi me sorprendió trayendome al presente.

-También di el discurso de bienvenida un año antes de que nos fuéramos a Paradis - recordé señalando el pequeño escrito enmarcado sobre mi escritorio.

-“... Bienvenidas sean las aventuras venideras que nos otorgó el pasado tormentoso. Es hora de atesorar el tiempo remoto y vivir esta nueva etapa...”

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora