Nunca pensé que llegaría tan lejos. Terminé mis estudios, conseguí un buen trabajo, tengo mi propio espacio e incluso puedo permitirme el lujo de vivir tranquilo. Cosas sencillas que a cualquiera le parecería el curso normal de la vida, pero para mí es el sueño que nadie pensó que cumpliría.
Cada día debo despertar y pellizcarme para recordar que esto es la realidad y no hay necesidad de volver al hogar, que ninguna noche se verá interrumpida de gritos y que no debo buscar a mi hermano inconsciente en algún callejón.
Nadie me toca, nadie me grita, nadie llora... pero nuevamente me doy cuenta que estoy solo.
La rutina me espera día a día; me levanto, me ducho, como algo y parto al trabajo, un trabajo que jamás aspiraría a tener hace unos años y para ser sincero si le preguntaran a cualquier persona que me conoció en la niñez sólo sería una broma de mal gusto llamarme exitoso, incluso el hecho de seguir vivo por sobre el haber surgido de la miseria que me vió crecer les resultaría aún más ridículo.
A mis casi veintiséis años aun debo asegurarme si esto es real.
Aún salto en la noche transpirando cuando vuelven las pesadillas, si alguien grita cerca mío es inevitable crisparme unos minutos hasta volver en mis sentidos... Incluso mostrar un poco más allá de piel de mis brazos requiere más trabajo del que se podría esperar.
Como dice el refrán: "Casa de herrero, cuchillo de palo", pues soy un psiquiatra con más diagnósticos de los que me gustaría admitir.
Aunque mi trabajo es una carga pesada no me quejo, cada día descubro más de mi mismo, de los demás y aprecio el hecho que la vida me de herramientas para ayudar a más personas, pero a su vez abre heridas que creí cerradas o peor, recuerdos muy escondidos en la profundidad de mi subconsciente.
Traté de trabajarlo múltiples veces, pero la mayoría no supo como tomar mi caso y acabé cerrándome. Quizá por esto de todas las carreras que se me ofrecieron, terminé en esta, no quiero cometer los mismos errores y tampoco quiero que alguien se sienta tan vacío como yo me sentí.
Quiero dejar de tener estos pensamientos que cada cierto tiempo me persiguen, quiero dejar de vivir en esta nebulosa, porque al final del día me siento solo.
Por fin quiero salir adelante y seguir mi camino con seguridad para ser feliz. Como solemos decir muchos: Es el primer paso.
Despierto, salgo, voy al mercado fuera de mi edificio y comienza otro día, otro paciente ingresado, tres pacientes descompensados la noche anterior, un intento de suicidio, otro paciente anoréxico que esconde botellas de agua, colegas explotados... Me encantaría decir que es emocionante, pero resulta repetitivo, doloroso y desgastante. No puedo evitar pensar en como lo pasa la gente que internan aquí, tengo que vigilar constantemente al personal del turno de la noche antes de terminar mi horario. Llegué tantas veces a llorar a mi casa, que ya no me salen lágrimas y de a poco se transformaron en sollozos secos.
Según el doctor Blanco eventualmente uno aprende a habituarse, a llevar la carga y de apoco separar las emociones.
Desde que vi a mi primer paciente paso preguntándome: ¿Realmente va a pasar?
Extraño escribir estudios, casos, pero buscarlos es un desgaste de energía y tiempo que no tengo, de los turnos de doce horas que cumplo en el centro de salud mental no tengo tiempo para nada, a veces me pregunto: ¿Realmente estamos preparadas las personas que trabajan ahí?
Hemos tenido diversos problemas, el doctor Manuel Blanco fue mi profesor de universidad cuando aún cursaba medicina, lo conocí alrededor del tercer año y no dudó en apoyarme hasta el día de hoy. Me contaba en ese entonces que la clínica mental que el administraba, ya había tenido problemas con personal que vendía pastillas a pacientes a cambio de dinero o favores sexuales, aún recuerdo su cara desgastada yendo a juzgados, testificar, buscar reemplazantes y el mismo verse incriminado en algo que desconocía.
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LA METÁFORA DE LA ESCALERA
عاطفيةLucas parecía estar logrando salir del (literal) abismo que nació, por fin estaba dispuesto a ser feliz. Luna se aferra al espiral por el que evita seguir cayendo. En algún punto se encontraron, solo se requirió un pequeño desbalance y una lata de c...