Capitulo 17

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Me deje caer en la corriente templada del rio haciendo que múltiples aguijones me recorrieran al igual que comenzara a temblar

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Me deje caer en la corriente templada del rio haciendo que múltiples aguijones me recorrieran al igual que comenzara a temblar. Pero ya desde esta mañana estaba temblando, recordando la sangre en mis sabanas, mi furia y miedo corriendo rápido por mis venas. Había tomado las sabanas y las había arrojado al acantilado donde sabía que los osos podían deshacerse de ella.

Otro calambre me recorrió desde mi estómago haciendo que quisiera encorvarme pero me negué y seguí tendida en la corriente. Sabía lo que pasaría apenas él se enterara de lo que me pasaba y podía negarme, correr y gritar pero no cambiaría nada porque pasaría igual. Me senté sintiendo el viento frio envolverme mientras comenzaba a salir empapada del rio.

Me deje caer sentada en la orilla abrazando mis piernas y apoyando mi barbilla en mis rodillas. Ella había dicho que solo duro tres días mínimo pero que podría durar más, que no había como pararlo, solo saldría y saldría. Debía de haber una forma de que él no se enterara...

—Sangraste. —acuso caminando hasta rodearme y ponerse delante de mí.

Rodé los ojos ignorándolo, lo había escuchando desde que me había sentado. Pues no había nada que pudiera hacer si él ya sabía entonces los demás igualmente. Se dejó caer de rodillas frente a mí, su mano tomándome fuertemente de mi barbilla haciendo que viera su furia en sus ojos celestes, pero más su dolor porque sabía que nos pasaría.

—No era algo que podía controlar. — corte queriendo sacar mi barbilla de su agarre fuerte pero no me dejo.

—No dejare que pase otra vez. — prometió con un gruñido acercando su rostro a mí, notando su cabello negro caer más largo sobre su frente. — No lo hare.

—Lo harás, sino nos hará suplicar. — corte mirándolo con enojo.

—Que venga a por mí mientas tú vas lejos. — exclamo tomando mis mejillas en sus manos frías viéndome con sufrimiento ahora.

—Ella no va a dejar que me aleje mucho. — solté poniendo mis manos en sus hombros huesudos.

—La matare. — juro uniendo su frente a la mía.

—Luego él te matara. — corte afiladamente a su plan inútil. — No puedes hacer nada, va a pasar.

—Moriré si lo hago. —cerro los ojos dolido para luego bajar su cabeza y apoyar su frente en mi hombro. — Seré lo que él quiere que sea.

—Lo seremos. — mire fijamente el rio mientras sentía en mundo hundirse en mi estómago y como sentía otra vez la humedad entre mis muslos flacos. — ¿Dolerá?

—Lo hará. — asintió levantando su cabeza mirándome con sus ojos celestes sobrios ahora.

A veces me daba tanto miedo en lo que nos estábamos convirtiendo, pero más me daba miedo que al pasar los días notaba que menos me importaba.

Bajo La Piel (Saga Kincaid 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora