- ¡Alberto! - saludó Lucía, un poco aturdida -
Alberto Hazán, había sido socio de Joaquín Galán, su marido, hacía muchos años. En el pasado, los dos habían hecho la adquisición de aquella pequeña productora en quiebra a la cual renombraron como Aladino Producciones, ambos habían invertido su patrimonio en partes iguales con el fin de sacarla adelante, y vaya que lo habían logrado. Aladino Producciones se había convertido en una de las más afamadas e importantes del medio argentino y, por qué no, de latinoamérica en general. Bajo su batuta, muchos artistas habían alcanzado el reconocimiento y fama mundial.
Actualmente la productora era netamente propiedad de los Galán, dado que debido a circunstancias ajenas a su voluntad Alberto se vió obligado a vender sus acciones mismas que Joaquín adquirió con la finalidad de incrementar el patrimonio de su familia y las puso a nombre de su esposa Lucía, como el regalo que le ofrecería en su primer aniversario de bodas.
Sin embargo, la amistad entre ambos hombres no desapareció, más bien, parecía incrementar con el paso de los años, a pesar de que Alberto vivía enamorado en secreto de la hermosa señora Galán.
- ¿Olvidaste la invitación a almorzar hoy Lucía? - preguntó en un tono jocoso, uno que intentaba disimular la ansiedad que le provocaba estar cerca de la pelirroja dama, misma que no pasaba desapercibida para ella - Todavía estamos a tiempo para llegar a la reservación. ¡Anímate Lucía!
Pero lo cierto es que Lucía Galán no tenía ánimos de salir a almorzar con él ni con nadie, no después de la tan agitada mañana que había tenido ese día.
- Lo lamento en verdad Alberto, pero no puedo acompañarte. El enfermero de mi esposo no pudo venir hoy, y las terapistas me cancelaron la cita a último momento. Gracias a Dios la enfermera de la noche lo dejó cambiado, pero no puedo pasarlo a la silla de ruedas - soltó en un suspiro melancólico - mis hijos tampoco están en casa, tuvieron que salir temprano. Engracia me pidió el fin de semana libre, pues tenía un compromiso familiar y yo accedí.
Alberto no pudo evitar perderse en la palidez de su rostro y las marcadas ojeras que se dibujaban bajo sus hermosos y hechiceros ojos marrón, mientras de su boca escapaba la retahila de palabras que dejaban en evidencia la dura realidad que ese amanecer de sábado había traído consigo.
- No te preocupes Lucía - asintió tomando delicadamente la femenina mano, sintiendo como su corazón se aceleraba por aquel contacto - ¡Yo te ayudaré! ¿Dónde está Joaquín?
Lucía alzó la cabeza rápidamente al escuchar aquello, sus ojos oscuros y enigmáticos se abrieron de par en par.
- ¡No! ni más faltaba Alberto, ¿cómo crees que te pediría algo así? - dijo sintiéndose como una tonta por haberle confesado toda la maraña de situaciones que había tenido que afrontar ella sola, y es que en realidad, ni siquiera se había detenido a reflexionar, las palabras simplemente salieron de su boca -.
- Para eso estamos los amigos Lu - dijo colocando sus manos en sus hombros - Además te noto algo cansada, ¡no temas! yo me encargaré - su tono de voz dejó muy en claro que no aceptaría una negativa -
Ella aceptó a pesar de no estar del todo convencida Lucía emprendió el camino por el largo corredor de la planta baja con Alberto siguiendo sus pasos muy de cerca, llegaron a una habitación muy iluminada y bastante limpia.
Un hombre yacía en aquella cómoda cama ubicada frente al amplio ventanal. Aquel hombre no guardaba ni la más mínima similitud con aquel hombre con el que se había asociado en el pasado puesto que, de ese aura tan poderosa que emanaba otrora de él no quedaba rastro. Ese día, Alberto Hazán pudo comprobar de primera mano la magnitud de la tragedia que había azotado a los Galán.
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El Amor No Se Puede Olvidar
FanfictionUna persona con Alzheimer, vive en un presente donde las cosas desaparecen, las explicaciones se olvidan y las conversaciones carecen de sentido, donde el amor es la única alternativa. Adaptación