Capítulo 34: Pijamada

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Marzo 23, 1977

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería

Torre de Astronomía

3:30 p.m.

Pese a que las personalidades y actitudes de ambos pueden llegar a ser contrarias, Sirius y Regulus Black tenían más en común que diferencias. Ninguno lo querría admitir, menos desde que el mayor se fue. Y, aunque ya se estén llevando mejor, le ofendía el hecho de que alguien mencionara un mínimo de parecido con el otro.

Reg odiaba su forma de hablar y la forma tan exagerada de sus acciones y Sirius odiaba las veces que notaba que el menor se creía mejor que él.

Sin embargo, Stella notaba que ambos tenían esas mismas manías. Si bien Sirius solía hablar muy alto lo que pensaba, muchas veces Regulus murmuraba lo que se suponía debía mantener guardado, además de tener los mismos gestos dramáticos. Y no empecemos con Sirius y su complejo de superioridad.

Aparte de aquello, también entraban a gustos. Compartían un singular gusto por el quidditch, también por el vino tinto, ropa oscura y chicos de Gryffindor de sexto año. 

También ambos compartían un gran talento para el duelo. Cosa para la que Stella era pésima y había notado tras no haber sentido ningún avance en sus lecciones con Severus.

Recordaba como ellos tenían muchísima facilidad con la magia defensiva y ofensiva, mostrando ser no sólo los mejores en su clase de defensa contra las artes oscuras, sino en el club de duelo, al cual pertenecían ambos. En ese aspecto, ella sólo pensaba que los podrían igualar o superar tres personas: James, Severus y Lily. 

Ella, por su parte, estaba que rompía su varita de la frustración. No había logrado bloquear más que unos pocos de los encantamientos de su novio, por lo que tenía un corte no muy profundo en el brazo. Respiraba hondo buscando concentrarse ya algo más cansada y harta de todo.

—Odio el duelo—murmuró Stella mientras Sev iba echando gotas de díctamo en la herida.

—No, odias apestar en duelo—contestó Sev y ella le sacó el dedo de en medio—. Vamos, has mejorado...

—Tengo un tiempo de reacción muy lento, mis encantamientos no llegan a ser tan potentes como podrían llegar a ser y dudo mucho manejar pronto la magia no verbal, así que no tengo el efecto sorpresa—Stella pasó una de sus manos por su cabeza.

—¿Quieres dejarlo hasta aquí e ir por un helado a la cocina?—Sev sugirió tranquilamente, pero Stella negó para levantarse.

—Quiero poder lograr ganarte.

—No sé si eso sea posible, estrellita, al menos no por ahora.

Stella apretó las manos frunciendo un poco el ceño.

—Pruébame—ella se arremangó la camisa y lo observó atento.

—Stella...

—No, quiero que me muestres todo tu potencial y, si no puedo con eso, vamos por el helado y me rindo.

—¿Por qué eres así?—Sev la levantó acomodándose la ropa—¿Por qué es todo o nada?

parce que c'est la vie—Stella sonrió de lado mirándolo.

—Esa frase la escucho mucho y aún no sé que significa.

—Diccionario.

—Mejor dime—Sev la miró con atención.

—Te diré después—contestó ella sujetándose el cabello con una mirada completamente seria.

—Bien—este levantó la vista en su dirección.

La Noble Casa BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora