𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏: Llevaba tiempo esperándote

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You're the queen of the superficial

And how long before you tell the truth



𝟎𝟏.

𝑽𝑶𝑺𝑭𝑰𝑳𝑳 𝑴𝑶𝑹𝑻


 ✽

         LA BONDAD ESTÁ INCLUSO EN LA MALDAD, no porque sean opuestos, sino porque ambos necesitan algo del otro para ser. Ninguno podrá perecer ni desaparecer sin llevarse al otro consigo a la tumba, pero en caso de que uno gobierne y logre predominar, entonces al restante no le quedará más opción que la de ser su esclavo.

Adama Howell abrazó su bolso a medida que distinguía Vosfill Mort acercándose. Si en ese lugar había tanta maldad, cruel y dominante, por fuerza debía permanecer también una bondad, débil y agonizante, pero presente al fin y al cabo. Y ella estaba dispuesta a hacer todo lo posible por encontrarla. Encontrarla y sanarla.

El puerto parecía diminuto frente a los altos edificios, las rocosas montañas y el bosque que las rodeaba. Todo formaba parte de una isla enorme a la que algún día llegó a llamar casa. Verla una vez más, una vez que nadie habría pensado que llegaría jamás, la hizo sentir que de nuevo tenía catorce años y acababa de enterrar a su padre. El mar no evocaba ningún buen recuerdo, mucho menos el pútrido aroma que desprendía, ni las gotas saladas salpicando las caras de todos. También estaban las personas alrededor, personas que tenían toda la pinta de visitantes con sus gorritos y el equipamiento necesario para una buena pesca. Casi se podía cerrar los ojos y escuchar a cualquier lugareño llamándolos «turistas hijos de puta» solo porque venían a usar la isla para su beneficio y luego se iban.

El trasbordador se adentró en la bahía de Vosfill, anunciando por los megáfonos que estaban cerca de arribar al puerto, mientras una de sus pasajeras luchaba por mantener la sensación de regresar a casa casi como algo bueno. Volver a tener gaviotas dando vueltas sobre su cabeza, el sol quemándole la piel, reencontrarse con tantos rostros que la conocieron antes de la catástrofe. Aunque la ciudad fuese medianamente grande, se conocían entre todos. No conseguía distinguir hasta qué punto eso resultaba favorable ahora que regresaba.

Una mujer a su lado tomó a sus hijos por los brazos para levantarse. Al mismo instante, Adama se puso de pie justo detrás de ellos, preparándose para bajar al muelle. Una vez arribaron y puso el pie derecho–esperando que eso trajera buena suerte–sobre la madera crujiente y húmeda, tomó aire con fuerza.

Volviste, Adama.

Volviste y llevaba años esperándote.

Alguien la empujó desde atrás, reclamando que se moviera. Volteó con timidez para susurrar un rápido «lo siento», pero solo recibió una mala mirada por parte de un hombre enorme que siguió avanzando por el muelle sin volver a reparar ni en ella ni en nadie más. Ajustó, entonces, la mochila que llevaba sobre el hombro, tomó su maleta y lo siguió por el camino. Subiendo las escaleras, empezó a mirar su entorno.

La cantidad de personas que visitaban la isla no había disminuido. Si el puerto estaba concurrido ese día, el resto de la playa entera estaba repleta, no solo de familias sino de adolescentes bebiendo, bailando, haciendo todo tipo de cosas. Habría sido divertido tener la edad y una vida normal como para poder unirse a ellos, pero en su lugar tocaba mirarlos desde lejos. Siguió avanzando por el camino de madera que la acercaba a un arco, grande y lleno de flores, en el que se leía «Bienvenido a Vosfill Mort». Tantos años y la pintura seguía viéndose igual de desgastada, opacada por algún que otro dibujo malintencionado. El moho tampoco ayudaba, pero la isla siempre sería la isla, y su característica bienvenida de mierda era casi parte de su esencia.

NEVADA: Las dos caras del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora