Chapter 9: Innocence Lost

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  "All I ever wanted, secrets that you keep

  All you ever wanted, the truth I couldn't speak"


Al cabo de un rato volvió a casa con Kelly. La fiesta todavía no había acabado, pero bastante gente se estaba yendo porque apenas se tenían en pie, así que le sirvió de excusa perfecta para irse a casa y asimilar todo lo que había pasado aquella noche. Kelly se unió a ella porque había prometido llegar pronto a casa, aunque con la tontería ya era medianoche. La vuelta en bus fue casi tan animada como la ida, aunque todo el entusiasmo corrió a cargo de la rubia. Yo apoyaba la cabeza contra el cristal de la ventana, notando como el sueño que me había producido la cerveza se apoderaba de todo mi cuerpo. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y miré de reojo a Kelly, que me hablaba de que había ordenado la nevera de los Walcott por orden alfabético y luego había bailado con todas las personas pelirrojas de la fiesta. Recordé a Jenna y casi me dan ganas de vomitar. Las piernas de Kelly se balanceaban y finalmente me miró, porque casi siempre hablaba para nadie en concreto, mirando al infinito.

—  Adivina qué.

—  ¿Qué? — pregunté girando la cabeza ligeramente hacia ella.

— Me alegra que las otras se hayan ido. Contigo estoy mejor, puedo ser yo misma — comentó, haciendo que sintiera una punzada de lástima hacia ella — No son buenas personas...

No había reparado en lo inocente que era la pobre Kelly. Seguramente la habrían llamado rara, tonta o estúpida cientos de veces, pero lo más probable es que se hubiera quedado junto a ellas porque no tenía más amigos. De repente sentí una gran oleada de cariño hacia la chica, y coloqué mi mano sobre la suya y entrelacé nuestros dedos. Con todo mi cansancio hice un esfuerzo para dedicarle una sonrisa que me devolvió encantada tras quedarse mirando mi mano con sorpresa y alegría. Qué chica tan genuina. Al cabo de un rato nos despedimos y entré en casa con encogiéndome dentro de la cazadora. Mamá hacía rato que se había ido a dormir, pero había tenido el gran detalle de dejarnos preparadas algunas pastas para cuando llegáramos. Además, como sabía que yo no bebía, o al menos no mucho, me dejó un vaso de leche fresca junto a la galleta más grande. Me mimaba muchísimo, siempre me daba el trozo más grande de pastel de carne o me compraba ciertos caprichos que a mis hermanos no les permitía. Me pregunté si cuando Liam había sido el pequeño de la familia también le había consentido tanto y pensé que tenía que preguntárselo a Paul algún día. Lo echaba de menos, hacía mucho que no se pasaba por casa porque había decido mudarse hacía un año a un apartamento con un amigo. Me tomé la leche de un solo sorbo y me metí la galleta de lleno en la boca.

Subí con parsimonia a mi habitación mientras masticaba lentamente, y me quité la ropa apenas puse un pie en mi habitación. Fui al baño, donde me quité el maquillaje y me di una breve ducha antes de volver a mi cuarto. Hacía demasiado calor como para ponerme el pijama de ositos, que era de tela gruesa, por lo que decidí ponerme una camiseta enorme que me servía de camisón y que había encontrado en el antiguo cuarto de Paul. Me tiré de espaldas sobre la cama, haciendo que sonaran los muelles con cierto escándalo. En ese momento escuché como se abría la puerta y al rato unas cuantas risitas en el pasillo de aquel piso. Mi habitación estaba entre la de Noel - que era la que había compartido con Paul en su tiempo -  y la de Liam. Cerré los ojos y esperé a que se abriera la puerta de la izquierda, que era la de Noel, pero no tuve tanta suerte.  Puse los ojos como platos y me incorporé de un salto, ¿estaba aquella arpía en mi casa? Más concretamente, ¿estaba a punto de dormir con Liam? ¡Ah, no! No podía permitirlo. Intenté pensar con rapidez. Podría ir a su habitación y entrar de sopetón, diciendo que no me encontraba muy bien o algo así. Ya no era tan pequeña como para decir que había tenido una pesadilla, o que quería dormir con él porque sí. Y entonces empecé a escuchar breves gemidos. No podía ser. Aquella era la primera vez que escuchaba a mi hermano tener relaciones y me quedé como en shock. No es que el sexo me pareciera un tema tabú ni nada por el estilo, pero en ese instante comprendí que había ciertas cosas que las chicas podían proporcionar a mi hermano con las que yo no podía competir. La bruja Jenna me había ganado aquella batalla. Con un gruñido, volví a tumbarme en la cama y me cubrí las orejas con la almohada por un intento de amortiguar el sonido. Podría haber dado golpes contra la pared, pero no quería despertar a mi madre, que estaba en el cuarto de enfrente. Escuchaba como la chica, apenas a unos metros de mi, soltaba gemidos cortos y agudos que me hicieron pensar en el perro del vecino cuando le pisaba la cola accidentalmente. Odiaba a Jenna. Odiaba su gesto de retrasada mental cuando no comprendía una cosa obvia. Odiaba sus extensiones pelirrojas. Odiaba su cuerpo perfecto y odiaba el hecho de que tuviera la atención de su hermano. Cuando escuché el sonido de la carne contra la carne tuve suficiente. Me incorporé soltando un sonido bastante alto similar a una arcada, para que la parejita lo escuchara y cogiendo la almohada, salí de mi habitación para dirigirse a la de Noel.

(What's the Story) Morning Rose?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora