Visitante misterioso

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Visitante misterioso






Mientras Harry sostenía a Alina en sus brazos, Severus abandonó la cama para ir en busca del intruso que había logrado atravesar las barreras con que mantenían a salvo su hogar.


El ojiverde sentía temblar a su hija y eso le preocupaba, no quería que nadie la lastimara jamás, ella era su vida entera junto con Severus, y por ambos daría gustoso la vida. En su mano derecha mantenía firmemente su varita apuntando hacia la puerta, si algún extraño atravesaba el umbral querría decir que algo andaba mal y dispararía antes siquiera de preguntar.


— No temas. —le susurró a la pequeña que mantenía su rostro oculto en el pecho de su padre—. Tu papá regresará de un momento a otro.

— ¿Es un ladrón el que entró?... ¿cómo en las películas? —preguntó titubeante.

— No creo, pequeña, pero ya enseguida vuelve tu padre y nos cuenta. A lo mejor ni fue nada, tal vez se cayó algo en la sala.


Alina asintió pero Harry no pudo creerse su propia mentira, el ruido había sido de pasos en la escalera, y aunque él pudo haber escuchado mal, no era factible que los expertos oídos de su esposo se equivocaran.


"Severus, regresa" Pensó ya muy angustiado, temía por la seguridad de su esposo, y justo cuando estaba a punto de ir a buscarlo pensando que quizá necesitase de su ayuda, nuevamente escuchó unos pasos acercándose por el corredor.


— ¿Es papá? —preguntó Alina mirando hacia la puerta.

— Parece que sí. —mintió Harry, conocía bien las pisadas de su esposo, apenas eran audibles para él y tenían un ritmo inconfundible... esas pisadas eran otras, pero extrañamente le parecieron familiares.


Con el corazón desbordándosele, decidió que ya era momento de intervenir.


— Alina, ve al baño y te quedas ahí hasta que yo vaya por ti... ¿de acuerdo?

— ¿Me dejarás sola? —preguntó temerosa.

— Sólo un par de minutos. Por favor, preciosa, tan sólo es un ratito, te aseguro que regreso cuando menos lo esperes ¿sí?


La niña asintió, tomó su oso de peluche que había llevado, y protegiéndolo en su pecho aceptó la mano de su padre quien la condujo hasta el baño. Harry se aseguró de sonreírle para tranquilizarla antes de cerrar la puerta y colocar un par de hechizos de protección.


No sabía qué tan confiable podían ser esas medidas si el intruso acababa de violar las más rígidas barreras, pero tampoco podía quedarse oculto y permitir que Severus enfrentara solo el peligro.


Fue hacia la puerta, sobrepuso su oreja contra la madera, aún le parecía escuchar los pasos, parecía como si el dueño de esos sonidos no supiera a donde ir. Harry hizo un esfuerzo por reconocer a quien podían pertenecer, estaba casi seguro de haber escuchado antes el modo de andar de esa persona.


Respiró hondo cuando escuchó que los pasos estaban más cerca que nunca... había llegado el momento de actuar.


Hacía tanto tiempo que no se enfrentaba a nadie, su vida en Montreal era muy tranquila, justo como siempre la quiso, y ahora le era imposible no sentirse nervioso por tener que atacar a otro ser humano.


Pero decidido a no mostrar esa indecisión, Harry tomó la manija de la puerta y la hizo girar...


Extrañamente el corredor se encontraba vacío.


Harry dio un paso hacia delante sin confiarse, sobre todo teniendo en cuenta la existencia de capas de invisibilidad y hechizos de ocultamiento.


— ¿Quién anda ahí?


Las pisadas habían cesado, pero Harry podía sentirse observado. Buscó a su alrededor en busca de alguna respiración o algo que le indicara alguna presencia. Pero lo único que sentía era un fuerte estremecimiento que lo hacía anhelar más que nunca la compañía de su esposo.


El miedo era un sentimiento ajeno en su vida desde hacía muchos años, ahora regresaba con violencia haciéndole dificultosa la tarea de poder llenar de oxígeno sus pulmones.


Una corriente de aire helado le hizo girarse hacia una ventana que se abrió de golpe dejando entrar una corriente invernal.


Sin pérdida de tiempo se acercó a cerrarla consiguiendo que la calidez de su hogar regresara. En eso escuchó otros pasos, pero éstos le devolvieron la tranquilidad, corrió hacia las escaleras para recibir a Severus.


— ¿Encontraste algo?

— Nada, las barreras están intactas, nadie pudo entrar a la casa. —respondió acercándose para abrazarlo, y al hacerlo notó que el joven estaba helado, por lo que le frotó cariñosamente—. ¿Te sientes bien? Estás temblando.

— Sí, es que se abrió la ventana... ¿Seguro que no había nadie? ¿Y los pasos, Sev?

— Supongo que debió ser eco de los nuestros. No sé, Harry, pero nuestras defensas no registraron el ingreso de nadie, las revisé concienzudamente y te aseguro que no fueron alteradas.


Harry asintió sonriendo, esforzándose en creer en las tranquilizadoras palabras de su esposo. Severus se inclinó para depositar un dulce beso en las mejillas del ojiverde, sonriéndole cariñoso.


— ¿Y Alina?

— La dejé en el baño. Estaba preocupado por ti.


Los ojos de Severus brillaron suavemente, siempre le hacía muy feliz cada palabra que brotaba de su esposo en el que mostraba el gran amor que le tenía... y siempre que sucedía, volvía a prometerse que iba a cuidarlo hasta el último día de su vida.


Sujetándole de la cintura, Severus condujo a su esposo de regreso a la habitación matrimonial para ir en busca de su hija, y aunque se moría de ganas por amarlo intensamente esa noche, algo le decía que iba a tener que dejarlo para otra ocasión... con toda seguridad Harry no permitiría que la niña se fuera a dormir sola.


Y para serse sincero a sí mismo, él también prefería tenerla a su lado.



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