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Estuve toda la noche contigo. No se te ocurrió pensar que nunca antes había estado con un hombre, que quizás aún nadie había sentido mi cuerpo. Pero cómo te lo podías imaginar, querido, si no me resistí a nada y reprimí cualquier vacilación vergonzosa sólo para que no adivinaras el secreto de mi amor hacia ti,que, sin duda, te hubiese asustado. Porque a ti, ciertamente, sólo te gustan las cosas fáciles, juguetonas, nada pesadas, tienes miedo de inmiscuirte en un destino ajeno.

Lo que quieres es entregarte a todos, al mundo, no quieres ninguna víctima. Si ahora te digo, querido, que me entregué a ti aún casto, te lo suplico,no me malinterpretes. No te culpo, tú no me provocaste, ni me mentiste, ni me sedujiste. Fui yo quien te buscó, quien se lanzó a tus brazos y se precipitó en su destino.

Nunca, nunca te voy a acusar, no, sólo podré agradecértelo siempre,porque, qué enriquecedora, qué chispeante fue aquella noche para mí, cuán llena de gozo. Cuando abría los ojos en la oscuridad y sentía que estabas a mi lado, me asombraba de no ver el firmamento por encima de nosotros, hasta tal punto me sentía como en el cielo. No, nunca me he arrepentido, amor mío, de aquella noche. Aún recuerdo cómo dormías, cómo sentía tu respiración, tu cuerpo, y como lloré de felicidad en la penumbra.

A la mañana siguiente me desperté pronto porque tenía que irme a trabajar a la tienda, pero también porque quería marcharme antes de que viniera tu sirviente, él no debía verme. Cuando estuve delante de ti, ya vestido, me atrajiste hacia ti y me estuviste mirando largo rato; ¿acaso un oscuro recuerdo lejano te venía a la memoria, o quizá sólo te parecía bonito por lo feliz que me habías hecho? Me besaste en los labios por un largo tiempo. Minutos después me solté suavemente para irme y me preguntaste:

-¿No quieres llevarte un par de flores?ㅡAsentí y cogiste cuatro rosas blancas del jarrón de cristal azul de tu escritorio y me las diste.

Muchos días después aún las besaba. Antes de irme habíamos dicho que podíamos vernos otra noche. Volví y una vez más fue maravilloso,la manera en la que me hiciste tuyo es algo que hasta ahora no puedo olvidar. Poco después me regalaste otra tercera noche y otra vez hiciste de mi lo que querías, fui tan feliz en esos días. Después me dijiste que tenías que salir de viaje.

¡cómo odiaba de adolescente esos viajes tuyos!

Prometiste avisarme cuando estuvieras de vuelta. Te di el número de un apartado de correos; no quería darte mi nombre porque guardaba mi secreto.Me volviste a dar unas flores a modo de despedida ... a modo de despedida.

Durante dos meses estuve preguntando cada día si había algo para mí... pero no, ¿para qué describirte ese tormento infernal de la espera, del desconsuelo? No te culpo, te quiero tal como eres, ardiente y distraído, olvidadizo, entregado e infiel, te quiero así, sólo así, como siempre has sido y como aún eres. Ya hacía tiempo que habías vuelto, lo veía en tus ventanas iluminadas, y no me escribías.

Aún no tenía ni una línea tuya en mi última hora, ni una línea de aquel hombre al que había entregado mi vida. Esperé, estuve esperando y esperando como un desquiciado, pero no me llamaste, no me escribiste ni una línea... ni una...Mi hijo murió ayer y también el tuyo...

Mi pequeño era tu hijo, querido, el hijo de una de aquellas tres noches, te lo juro; no se miente a la sombra de la muerte. Puedo jurar que era nuestro hijo, porque no me tocó ningún otro hombre desde que me entregué a ti hasta el día en que salió de mi cuerpo con tanto esfuerzo; ese cuerpo que me parecía sagrado gracias al contacto con tu piel.¿Cómo hubiese podido entregarme a ti, que lo habías significado todo para mí, y a la vez a otros que sólo pasaban rozando mi vida?

Era nuestro hijo, querido, el fruto de mi amor consciente y de tu ternura despreocupada, derrochadora, casi inconsciente; nuestro hijo, nuestro único hijo. Pero ahora te debes de estar preguntando,quizás asustado, quizá sólo sorprendido, debes de estar preguntándote por qué te he ocultado este hijo durante tantos años y no te he hablado de él hasta ahora que está dormido para siempre, a punto de irse para no volver nunca más.

¡nunca más!

Pero, ¿cómo podría habértelo dicho? De mí,el desconocido, el que estaba demasiado predispuesto en las tres noches, que se había entregado a ti sin dudar, el que se había abierto a ti sin ninguna oposición, incluso deseoso, nunca lo hubieras creído, de un sin nombre con el que habías tenido una aventura fugaz, que te era fiel, a ti, el infiel...

¡no hubieras reconocido nunca a este niño como hijo tuyo sin desconfianza!

Aunque yo te diese mi palabra y aceptaras esa probabilidad, nunca hubieras podido evitar la sospecha escondida de que yo pretendía adjudicarte a ti, hombre adinerado, el fruto de noches ajenas. No te habrías fiado de mí, entre nosotros habría quedado una sombra, una sombra volátil, recelosa, y eso era justamente lo que yo no quería. Además, te conozco; te conozco incluso mejor de lo que tú te conoces a ti mismo. Sé que para ti, que adoras la despreocupación, la ligereza y el jugueteo del amor,hubiese sido muy triste ser padre de improviso, responsable de todo un destino.

Tú, que sólo puedes respirar en libertad, de alguna forma te hubieses sentido atado a mí. Me habrías odiado,sí, sé que lo hubieras hecho contra tu voluntad, me habrías odiado por esta atadura. Tal vez sólo durante unas horas, quizás unos fugaces minutos, te habría resultado pesado, odioso. Pero yo, a causa de mi orgullo, creía que tenías que pensar en mí toda tu vida sin preocuparte.

Prefería asumirlo todo yo antes que ser una carga para ti. Quería ser el único chico en quien siempre pensases con amor, con agradecimiento. Pero tú nunca has pensado en mí, me has olvidado.No te culpo, querido, no te culpo. Perdona si alguna vez se cuela una gota de amargura en mi pluma, perdóname.

Mi hijo, nuestro hijo, yace muerto junto a los cirios encendidos; he alzado los puños hacia Dios y le he llamado asesino,tengo los sentidos trémulos y confusos. Perdóname por haberte acusado,¡perdóname! Sé que eres bueno y generoso de todo corazón, ayudas a todos,también a los desconocidos que te lo piden. Pero tu bondad es peculiar, está abierta a cualquiera para darle todo lo que le quepa en las manos, tu bondad es grande, infinitamente grande, pero es ,discúlpame,indolente.

DESCONOCIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora