Nuestro hijo murió ayer y tú no le has conocido nunca. Ni tan sólo en un encuentro casual y fugaz, tu mirada nunca ha acariciado a este pequeño ser, a esta flor, cuando ha pasado por tu lado. Tan pronto lo tuve, me escondí de ti durante mucho tiempo. Mi melancolía era menos dolorosa, hasta creí que había llegado a quererte menos apasionadamente; el hecho es que, desde el día en que lo tuve, no sufría tanto por mi amor.
No quería dividirme entre tú y él y dejé de dedicarme a ti, a ese hombre feliz que vivía al margen de mí, para entregarme al hijo que me necesitaba, al que tenía que alimentar, al que podía besar y abrazar.Parecía salvado de esa angustiosa desesperación por ti, de mi fatalidad, salvado por ese tú que era otro y era tuyo, pero que ahora era realmente mío.
Rara vez,y cada vez menos, mis sentimientos me impulsaban a acercarme humildemente a tu casa. Sólo hice una cosa: por tu cumpleaños siempre te hacía llegar un ramo de rosas blancas, exactamente iguales a las que me regalaste después de nuestra primera noche de amor. ¿Te has preguntado alguna vez, en estos años,quién te las envia? ¿Quizá te has acordado del chico al que un día le regalaste las mismas rosas? No lo sé, nunca sabré la respuesta.
Sólo el hecho de hacértelas llegar desde la oscuridad, dejar que una vez al año floreciera el recuerdo de aquellas horas, sólo eso me bastaba.No has conocido nunca a nuestro pobre hijo; ahora me reprocho el habértelo ocultado, porque lo hubieses querido. Nunca lo has conocido, pobre hijo, no le has visto sonreír, abriendo esos ojos oscuros y vivos, iguales a los tuyos, que desprendían una clara luz de alegría sobre mí, sobre todo el mundo.
¡Ah, era tan simpático,tan juguetón...!
Toda tu agilidad se manifestaba en él de forma infantil, tenía tu fantasía rápida y despierta; podía pasarse horas jugando entusiasmado, así como tú juegas con la vida, y después sabía sentarse, muy serio, con las cejas levantadas, delante de los libros,aunque no sabia leer con 2 años. Cada vez se parecía más a ti.
Aquella doble faceta de sensatez y juego tan propia de ti ya empezaba a desarrollarse visiblemente en él, y cuanto más se parecía a ti, más lo quería. Era muy educado a tan corta edad, después de cada comida estiraba su manito para que le diera una servilleta y el solo se limpiaba su boquita, a diferencia de otros niños el no dudaba en caminar, tenia una pose elegante,igual que su padre,era tu vivo retrato,cabello negro, grandes ojos negros y con ligeros hoyuelos que aparecían cada vez que sonreia.
Cada vez que salíamos a pasear y lo llevaba en mis brazos las mujeres se detenian para verlo, decían que era el niño más lindo que habian visto, hicimos un hermoso hijo juntos, aunque nunca lo supiste. Habían momentos en que nuestro hijo solo me observa, al principio no entendía porque lo hacia,pero al transcurso de los días entendí que era para imitar mis acciones, cuando se reía por alguna cara graciosa que le hacía reclinaba la cabeza hacia atrás, sus ojitos desaparecían y un leve sonrojo teñia sus mejillas.
A mi pequeño hijo le encantaba usar trajesitos enterizos, si supieras que tierno se veía cuando usaba uno de conejito ... ahora no lleva más que una camisa,pobrecito, allí tumbado con los labios descoloridos y los brazos cruzados.Pero quizá te preguntes cómo he podido educarlo con tanto lujo, cómo he podido proporcionarle esta vida alegre y luminosa llena de privilegios. Amor mío, te hablo desde la oscuridad; no me da vergüenza, quiero decírtelo, pero no te asustes querido: me he vendido.
No me convertí exactamente en eso que se denomina hombre fácil, un prostituto, pero me he vendido. He tenido amigos ricos, amantes ricos. Primero los buscaba yo, después me buscaban ellos a mí, porque yo era...¿te diste cuenta alguna vez?...muy bonito. Me ganaba el cariño de todos aquellos a los que me ofrecía, todos me han estado agradecidos,me han dado afecto, todos me han querido...
¡Tú no, tú eres el único que no me ha querido!
¿Me desprecias porque te he confesado que me he vendido? No, sé que no me desprecias, sé que lo entiendes, aunque también entenderás que lo he hecho por ti, por tu otro yo, por tu hijo. Ya había experimentado una vez el horror de la pobreza en aquella sala de maternidad; sabía que en este mundo, el pobre siempre será una víctima a la que pisan, a la que humillan, y no quería por nada del mundo que tu hijo, tu precioso hijo, tuviera que crecer allí abajo, con las sobras de los infames callejones, respirando el aire apestoso de un cobertizo detrás de las casas.
Su boca tierna no debía conocer el lenguaje de los pordioseros, ni su blanca piel la ropa maloliente y contrahecha de los pobres. Tu hijo tenía que poseerlo todo, todas las riquezas y facilidades del mundo, tenía que volver a subir a tu nivel, a tu misma esfera.Por eso, querido, sólo por ese motivo me he vendido.
Y no fue ningún sacrificio, porque aquello que vulgarmente se denomina honra y deshonra era ilusorio para mí. Si tú no me querías, tú, el único al que pertenecía mi cuerpo, me daba igual todo lo demás. Las caricias de los hombres, incluso la fogosidad más íntima, no me llegaban al corazón, por mucha estima que pueda haber llegado asentir por algunos y aunque la compasión por su amor no correspondido me haya hecho tambalear porque me recordaba mi propio destino.
Todos aquellos a los que he conocido han sido buenos conmigo, todos han sido atentos y me han respetado. Sobre todo un hombre mayor, un ministro viudo, el mismo que hizo todo lo posible para que el niño sin padre tuviera la mejor calidad de vida, a tu hijo. Me pidió tres o cuatro veces que me casara con él. Ahora podría ser su esposo, vivir sin preocupaciones, ya que el niño hubiese tenido un padre, uno que le adoraba, y yo hubiese tenido un marido tranquilo, bondadoso y noble a mi lado.
Pero no lo hice, aunque insistió muchísimo, y aunque yo era consciente de que mi respuesta negativa le hacía daño. Y quizá fue una locura, porque ahora estaría viviendo en un lugar tranquilo y protegido, y este hijo, tan querido, aún estaría junto a mí. Pero —por qué no confesártelo— no quería atarme a nadie, quería estar disponible para ti a cualquier hora. Dentro de mí, en el rincón más escondido e inconsciente de mí mismo, seguía latiendo mi sueño infantil.
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DESCONOCIDO
RomanceJungkook recibe una extraña carta el día de su cumpleaños sin imaginar la confesión que es guarda. -Kookmin.