Shizun, no soy como ese Loto Blanco lamentable...

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Shen Jiu observó la formación demoníaca a la cabeza de Luo Binghe. El Qi negro habría podrido las flores si es que aún quedarán rastros de vegetación en el reino demoníaco.

Había pasado cinco días, cinco días y cuatro noches donde el Rey Demonio no durmió ni se movió de su lugar.

—Xin Mo fue reconstruida con el único propósito de sellar la unión entre los universos. —Shen Jiu observó.

—¿Ellos se van a quedar? —preguntó con la mirada pesada El Dios De La Guerra. Jiû Xían permanecía con los ojos cerrados en el lugar donde solía sentarse Sha Hualing. Era clara su posición.

Pero aún con los ojos cerrados, parecía murmurar algo. Poniendo en alerta así a Liu QingGe.

Shen Jiu se adelantó. No tenía ninguna intención de ser amable, sólo no quería fomentar alguna discusión entre ambos cultivadores. Si fuera Liu QingGe, lo más probable era que la formación se rompiera.

—¿Qué pasa? —preguntó indiferente al hombre arrodillado ante la matriz.

—Señor inmortal—su voz sonaba sorprendido, pero permanecía con ambos ojos fuertemente cerrados. —Trae al niño que estaba sentado en la esquina.

Shen Jiu levantó sus ojos de fénix, solo para encontrarse con la mirada estrellada del Loto Blanco. A sí mismo, la expresión del chico se oscureció ante el contacto visual.

—Tráelo —pidió.

Shen Jiu chasqueó su lengua con burla.

—Aún si le digo, no creo que quiera hablar contigo

El rostro, que de por sí ya era pálido, del cultivador demoníaco se volvió peor que una hoja de papel.

—Moriremos todos aquí si no lo traes.

Shen Jiu dejó sus labios en una línea recta.

—No hay tiempo para tu tonta desconfianza. ¡Tráelo ahora!

Cuando Shen Jiu levantó sus ojos, el Loto Blanco ya no estaba.

Buscando entre los pasillos más estrechos en la profundidad del palacio demoníaco, era como si se lo hubiera tragado la tierra.

Mientras buscaba, Shen Jiu se desvió hasta llegar a un sótano, pero era completamente de hielo, el cual se estaba derritiendo.

Tuvo una vaga sensación de inquietud.

Justo cuando iba a girar el pomo de la puerta ante, la mano bien definida de quien fue su joven discípulo intervino.

—Junshang dijo que nadie puede entrar.

—¿Qué haces aquí entonces? —la sonrisa desagradable de Shen Jiu se intensificó. —A tu señor no le gustará saber que sus subordinados estaban en lugares prohibidos.

El Loto Blanco bajó su rostro. Seguía siendo más alto, como Luo Binghe, pero su piel de jade estaba tenuemente tostada. Shen Jiu supuso que había tenido mucho trabajo físico en los campos de arroz.

—Te pareces a él.

Shen Jiu rodó los ojos.

—Claro que me parezco a él —sacó su abanico para intentar soplar su poca disposición. —¿Y eso qué?

El Loto Blanco dio unos pasos vacilantes hasta quedar frente al pretencioso hombre.

—Eres como mi Shizun.

—Deja de perder el tiempo. Tu Shizun me pidió que fueras arriba —Shen Jiu cerró su abanico con ímpetu —Si no quieres morir, será mejor que uses tus pasos ligeros.

Ayudando al protagonista masculino a recuperar a su esposa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora