María.
Ya había pasado un mes que yo estaba viviendo en casa de Ernesto, casi no está en la casa llegué a pensar que me pondría más atención pero no, lo he notado raro.
Vicente diario me llama por las mañanas para preguntarme cómo estoy o me envía mensajes. Aunque solo me ha venido a visitar dos veces.
Hoy había decidido comenzar a ver toda la saga de Harry Potter, después de ver la de la cámara de los secretos mis palomitas se terminaron, fui hasta la cocina por algunos gabinetes busque palomitas pero no encontré así que deben estar donde está toda la despensa, aquí donde se almacena la comida hay una puerta que siempre me ha dado curiosidad por entrar, observé y estaba entre abierta, así que la curiosidad mató al gato.
Entre y al parecer son como pasadisos secretos, camine alrededor de unos 15 metros y podía escuchar las voces, llegó un punto en el que el camino se dividía en dos así que opte por seguir dónde se escuchaban más fuertes las voces.
Esto me emocionaba por alguna extraña razón.
Las voces comenzaron a escucharse más fuertes y podía identificarlas una claramente era Ernesto y la otra de una mujer pero no la identificaba bien.
Observé unos orificios donde entraba luz, llegue hasta ahí y se podía ver la oficina de Ernesto y ahí estaba el, pero con Daniela, que hace ella aquí comencé a escuchar la conversación que tenían.
—Como vas con Vicente?-Pregunta Ernesto a Daniela sentándose en su escritorio.
—Mal, no sé cómo sacarle de la cabeza a Elena ya intenté de todo, inclusive mi plan era embarazarme pero ya ni siquiera me toca, sería demasiado estúpido así no más llegar.-Contesta enojada.
—No esta mal esa idea no sé cómo le vas hacer pero te tienes que embarazar, emborrachalo o métele droga y hazle creer que tuvieron algo.-Habla Ernesto.
—Y luego que hago con la cría? Si tu plan es destruir el Cartel de Sinaloa.
—Yo te daré lo suficiente para vivas bien, al escuincle si quieres lo das en adopción.-dice sin importancia alguna
—Y tú cómo vas con Elena? Ese favorcito que te hice aún no me lo pagas.-habla Daniela cruzando se de brazos.
—Pronto te pagaré y muy bien, acuérdate que no me dejaste muy contento el que ahí iba Elena también y desde que mandaste a matar a su madre a estado algo dolida pero está creída que la estoy apoyando en todo, últimamente casi no le he prestado atención por qué tengo otro negocios.
Mis manos comenzaron a temblar y sentía que la respiración comenzaba a faltarme, como era posible que Ernesto mandara hacernos eso, cuando yo lo consideraba un gran amigo. Trate de calmarme lo más que pudiera debía salir de esta casa, cuanto antes, seguí escuchando un poco más de su conversación pude grabar con mi teléfono, salí de la alacena y subí a mi habitación sin que nadie me viera, tome mi credencial y pasaporte, ahora debía idear un plan para irme.
Llame y llame a Vicente pero nunca contesto, así que recurrí al chino que es la mano de derecha de Vicente.
—Bueno, chino?-Hable en voz baja.
—Quiubo morra como andas?.-Contesta alegre.
—Bien, necesito un favor sácame de la casa de Ernesto por favor no he podido comunicarme con Vicente.
—Bueno morra, haz visto la pista?-Pregunta.
—Si, ahí te veo.
—Te cuidamos desde el rastreador, con cuidado María.-colgué.
Metí en una mochila a Tocina la cual se quedó dormida unas cuantas pertenencias, le puse su correa a Zeus y verifique que no me vieran.
Fui hasta las caballerizas y les dije que iría a montar un rato.—pero no me han avisado señorita.-contesta el empleado.
—Ernesto ya sabe que yo saldré a montar, además recuerda como los regaño cuando no me hicieron caso, no creo que quiera que eso vuelva a suceder.-conteste desafiante.
—Esta bien señorita.-contesta soltando un gran suspiro en señal de derrota.
Subí al caballo, me acerque hasta una roca grande donde se subió Zeus en mis piernas, salí a galope hasta la pista para ganar tiempo.
Pasaron 10 min y por la velocidad a la que iba ya comenzaba acercarme, a lo lejos vi un helicóptero, así que apresure mi paso hasta que llegue y ahí estaba aún con el helicóptero El chino, deje suelto al caballo y le quite la montura subieron a mi perro en el helicóptero, después subí yo comenzamos a tomar altura hasta que ya estábamos devuelta a casa.
—Morra me espantaste, explícame por qué te rescate así.-Me dice con preocupación.
—Escuche cosas, Daniela y Ernesto fueron los que nos interceptaron a mi madre y a mí.-Le digo apunto de llorar.
—Ya sabía yo que no me daba toda la confianza, lo siento mucho Maria.-Me da un abrazo.
—Donde esta Vicente?-Pregunto secando mis lagrimas.
—Tu papa lo mando hacer unos negocios a Colombia debe llegar en la noche.-Me explica mientras soba mi espalda en manera de consuelo.—A todo esto morra el Ernesto se dio cuenta que sabes todo?
—Quiero pensar que no se dio cuenta, me escondí como en unos túneles secretos dentro de la casa, pero en cuanto vea que no estoy empezara a buscarme.-Contesto preocupada.
—De esto cuento antes debe enterarse tu apa.-Dice algo enfadado.
—Y se lo diré todo, el plan de Ernesto es acabar con el cartel de Sinaloa.-Limpio con la manga de mi blusa algunas de mis lagrimas.
—Mira nada mas que cabron querer morder la mano que le da de comer.-Contesta serio.
Llegamos hasta el rancho de mi papa luego que nos cambiamos a una avioneta.
Baje de la camioneta y entramos a la casa, me paralice ante la escena que ví venía saliendo de su despacho mi papá con Ernesto y un doctor, si no mal recuerdo ese doctor me llevaba mi control días después que me fui ya que a veces entre a en crisis nerviosas y un tiempo caí en depresión.—Princesa ya hablo conmigo Ernesto y por tu bien será mejor que te internemos en una clínica psiquiátrica no estás bien.-Pronuncia mi padre.
—Que eso no es cierto ellos te están mintiendo...-Me interrumpen.
—Es parte del proceso señor, la negación.-Habla el médico aun lado de el.
—Tu culo, cuál negación pendejo.-Intente forcejear ya que me tenían agarrada de los brazos.—Papa yo tengo cosas que decirte, necesito hablar contigo...
—Llevensela por favor.-Me jalaron hasta salir de la casa a lo lejos ví al chino y le grite.-CHINO AVISALE A VICENTE, CUIDA DE TOCINA Y ZEUS.-Me taparon la boca con un pañuelo.
Esto era verdaderamente humillante, me amarraron de brazos y piernas, no podía moverme ni hablar aun lado estaba Ernesto, no queda nada del muchacho que le tenía un gran cariño.
—No vas arruinar mis planes querida Elena.-Deja un beso en mi mejilla.
Tenía mis brazos en frente mío, junte mis manos como un puño, las alce para darle directamente a la mandíbula, la cual sangraba.
—Eres una estupida.-Sentí un golpe en mi cabeza y todo comenzó a nublarse hasta que perdí el conocimiento.
ESTÁS LEYENDO
"La Mujer De Mi Vida" [Vicente Zambada]
Любовные романыAmbos de mundos muy diferentes, ella una hermosa dama jaliciense apasionada por la vida en el rancho y el amor por los caballos. Siempre portando botas y sombrero con mucho orgullo. Mientras el un sinaloense acostumbrado a vestir con ropa de las mej...